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martes, 23 de diciembre de 2008

Los mejores años de nuestra vida (The best years of our lives)

Los mejores años de nuestra vida (1946)

Recien terminada la contienda mundial, 3 veteranos se conocen en el avión que los lleva de vuelta a sus casas, en Boone City, una pequeña ciudad del Medio Oeste de EEUU. Durante el viaje de regreso los tres hombres traban amistad y comparten sus inquietudes de cara a la reincoporación a la vida civil. Aunque los tres son muy bien recibidos a su llegada por sus respectivas familias, pronto cada uno se enfrentará a sus propias dificultades. Al Stephenson (Frederich March), un sargento de infantería, de posición acomodada y directivo de banca se ve superado por como la sociedad que conocía ha cambiado durante su ausencia. Homer Parrish (Harold Russell), es un marinero que ha perdido sus dos manos, sustituidas por prótesis metálicas, que se enfrenta a retomar su vida como lisiado de guerra y a su miedo al rechazo. Por último, Fred Derry (Dana Andrews), es un heroe de guerra y antiguo piloto de bombarderos, que sufre de estrés postraumático y que, tras verse imposibilitado para conseguir un nuevo empleo, ha de volver a su antiguo puesto como dependiente en unos almacenes.

En agosto de 1944, un reportaje gráfico aparecido en la revista Time, describiendo las dificultades para la readaptación a la vida civil de los veteranos de guerra llamó la atención del productor Samuel Goldwin. Ese mismo artículo serviría de inspiración para la novela titulada “Glory for me” ("Gloria para mi"), escrita por MacKinlay Kantor, cuyos derechos fueron adquiridos inmediatamente por Goldwin, de cara a su adaptación para la gran pantalla. El elegido por el productor para dirigir el proyecto fue William Willer, quien durante la contienda habia filmado varios documentales bélicos, destacando entre ellos el titulado “Memphis Belle”, a la vez que encargaba al prestigioso guionista Robert E. Sherwood la adaptación del texto de Kantor para el guión del film.

Ya desde su mismo título (el cual sugiere con ironía que “Los mejores años de nuestra vida” fueron los de la guerra) la película apunta todo lo que desarrolla con posterioridad. Porque, lejos de cualquier atisbo de triunfalismo inducido por la victoria obtenida por EEUU en la II GM, (y de la que salía, además, convertida en superpotencia), la película se ocupa de mostrar los dramas humanos particulares que se esconden detrás de las victorias en los frentes de batalla. Porque el triunfo de una nación no se logra sin los sacrificios individuales de miles de hombres, cuyas vidas se ven indefectiblemente alteradas por la guerra. Una realidad que se plasmaría en otros films del periodo inmediatamente posterior al fin de la contienda (por ejemplo, "Almas en la hoguera", o incluso en "Objetivo: Birmania") hasta que, a comienzos de la década de los 50, el inicio de la Guerra Fria y el McArtismo se encargaran de borrar este impulso autocrítico, dándole un nuevo giro patriotero al cine bélico; el cual volvería a centrarse en gran medida en loar la épica de las hazañas militares y la exaltación de las virtudes castrenses de las Fuerzas Armadas de EEUU.

Volviendo a la película, creo que el mayor mérito de esta consiste en mostrar no ya solo con realismo, sino con absoluta naturalidad, la realidad cotidiana de la vuelta a la vida civil de los veteranos de guerra. Así, a través de la historia, asistimos junto a los personajes a las dificultades de la reinserción laboral, sus cuitas domésticas, el desarraigo producido por la larga ausencia del hogar, y los problemas familiares derivados de ésta. Todo ello apoyado en un sólido guión que es desarrollado con pulso, haciendo muy llevaderas las casi tres horas de duración del film. Por ponerle algun “pero” a la historia, bajo mi punto de vista, podría haberse evitado la deriva excesivamente melodramática que adquiere la parte en que se narra el romance de Fred Derry con Peggy, la hija de Al Stephenson; de lejos lo más flojo del film.

Otro punto fuerte de la película radica en el trabajo de sus actores, dentro de un reparto en el que no se encontraba ninguna gran estrella de Hollywood, pero pese a lo cual –o quizás precisamente por ello- todos los actores brillan a gran altura con unas interpretaciones que rezuman naturalidad. Se da la circunstancia de que Harold Russel, el actor que interpreta al marinero de las manos amputadas, era realmente un lisiado de guerra, descubierto durante el rodaje de un documental sobre la rehabilitación de soldados mutilados. Pese a no aparecer siquiera en los principales créditos de la película la actuación de Russel marcó un hito, al ser el único actor que ha ganado dos Oscars por un mismo papel: uno por su actuación, y otro honorífico, que la Academia le concedió por servir ejemplo de coraje y superación para los veteranos. Además de los dos oscars de Russel, la película se alzó con otras 5 merecidas estatuillas en la edición de ese año, convirtiéndose además en gran éxito comercial, uno de los mayores de su época.

Para concluir, no puede dejar de reseñarse la mejor secuencia del film, y una de esas secuencias memorables de la historia del Cine. Me estoy refiriendo, naturalmente, a los planos que nos muestran el paseo del ex capitán de las Fuerzas Aereas Fred Derry por el desolado cementerio de aviones listos para desguazar; una poderosa metáfora visual que resume a la perfección el contenido de toda la cinta.

En resumidas cuentas, “Los mejores años de nuestra vida” es una historia que sorprende y seduce a la vez por su tremenda sinceridad y realismo, sobre todo teniendo en cuenta que se estrenó en plena década de los 40. Ciertamente es un título que aun hoy en dia no ha perdido un ápice de su vigencia, lo cual es la mejor muestra de su calidad y que sirve para comprender que estamos ante un clásico atemporal cuyo mensaje no pasa de moda. Imprescindible.

La Crítica de Reisman

Calificación: 8/10

viernes, 19 de diciembre de 2008

Europa (Zentropa)

Europa (1991)

Año 1945. El joven norteamericano de origen alemán Leo Kessler (Jean-Marc Barr) llega a Alemania para trabajar, por mediación de su tio, como revisor en uno de los trenes de la empresa de ferrocarriles Zentropa. A través de sus viajes a lo ancho de un país devastado por la guerra, Leo pronto comprobará la fractura moral que ha producido la contienda entre la población alemana, que conocerá de primera mano gracias a su relacion sentimental con Katharina Hartmann, hija del poderoso magnate del ferrocarril Max Hartmann. Pese a que Leo procura no involucrarse políticamente, la implicación de Katharina con la “Werewolf” o movimiento de resistencia nazi frente a la ocupación aliada lo conducirá a un trágico final.

Antes de que la carrera del famoso realizador danés Lars Von Trier (auténtico enfant terrible del cine europeo reciente) evolucionara definitivamente hacia la búsqueda de la libertad absoluta creativa encarnada por el movimiento cinematográfico de vanguardia llamado “Dogma”, este nos dejó algunos títulos de una factura más convencional. En ese sentido, Europa (la tercera película de una trilogía dedicada a reflexionar sobre la historia de este continente) supone una de las obras cumbres del cine Europeo reciente, a la vez que una de los títulos más accesibles de Von Trier. Entre otros premios, la película se llevó el del jurado del festival de Cannes, consagrando a su director como uno de los grandes realizadores Europeos de las últimas décadas.

La verdad es que personalmente he de decir que la película me atrapó casi desde el primer momento, una vez superada la confusión inicial que supone la introducción de la historia mediante una serie de imágenes de tipo onírico y la voz en off (que en VO era la del actor Max Von Sydow) que dicta órdenes hipnóticas para el espectador. A partir de ese momento, la película envuelve al espectador mediante el desarrollo de la aparentemente simple historia del inocente personaje de Leo Kessler, la película desgrana todo un conjunto de complejas realidades y sensaciones a los que se enfrenta el protagonista. Así asistimos a situaciones que denuncian la dobleza moral de la población alemana y sus ocupantes, el drama de las víctimas del nazismo o el fanatismo que es capaz de mostrar el ser humano.

Todo ello se ve realzado de una manera más que estudiada, mediante el uso de una fotografía predominantemente en B/N que combina el uso del color en determinadas situaciones importantes para el personaje. De este modo, el dirctor construye un universo visual propio, cargado de imágenes sugerentes y simbólicas a la vez. Pero lo más importante, como señalaba antes, es que el aspecto formalmente innovador del film no se usa en tono de pedantería, sino que por el contrario, se pone al servicio de una historia muy bien contada y de la que pueden extraerse múltiples lecturas para el espectador.

No es exagerado afirmar que, con su película, Trier hace un auténtico viaje al corazon de Europa, personificada en la ruinosa Alemania de 1945, logrando mostrar con toda su crudeza las miserias de una sociedad cínica y moralmente destruida por la guerra mundial. Ahora bien, también es de recibo señalar algunas deficiencias que –para mi gusto- empañan los méritos innegables del film. Y es la deriva un tanto semionírica que adquiere la historia conforme se va acercando el desenlace, algo que, a mi modo de ver, viene a romper de alguna mantera el tono adecuadamente equilibrado entre realista y subjetivo que mantiene el film a lo largo de casi todo su metraje. Aparte de esto es inevitable que algunos espectadores encuentren dificilmente accesible el universo visual y narrativo que plantea Von Trier, pese a lo cual hay que insistir en que “Europa” no es especialmente complicada de entender, y, al menos en sus aspectos más convencionales puede ser apreciada por el espectador medio.

En definitiva, considero que “Europa” es uno de esos títulos imprescindibles dentro del cine Europeo, a la vez que constituye una de las reflexiones más descarnadas, pero a la par interesantes y reveladoras, sobre la posguerra Europea y las consecuencias de la II GM. Un título imprescindible para cualquier amante del buen cine.

Calificacion: 8/10

viernes, 12 de diciembre de 2008

El Buen Alemán (The Good German)

El buen alemán (2006)

Berlín, 1945. El corresponsal de guerra norteamericano, capitán Jake Geismer (George Clooney), llega a la derruida capital alemana para cubrir la información relativa a la Conferencia de Potsdam, donde los mandatarios aliados van a terminar de dar forma a la Europa de la posguerra. A su llegada a Berlin, y guiado por su chofer, el cabo Tully (Tobey McGuire), un personaje con oscuros manejos en el mercado negro, Geismer se reecuentra con un antiguo amor, Lena Brandt (Cate Blanchett), con quien se había relacionado antes de la guerra. Lena es ahora la viuda de un oficial alemán que sobrevive alternando con Tully y otros soldados norteamericanos, pese a lo cual Geismer tratará de convencerla para que abandone Berlin junto con él. Las cosas se complican cuando Tully aparece muerto flotando en un rio, con una importante cantidad de dinero en el bolsillo. A partir de ese momento Geismer tratará de esclarecer la muerte de su chofer, pero descubrirá que las autoridades americanas y rusas no están interesadas en remover el caso y que un importante secreto relacionado con Lena se esconde detrás del asesinato de Tully.

Para bien o para mal, hay que reconocerle al director Steven Sordebergh el mérito de intentar ofrecer siempre algo novedoso con cada una de sus películas, tendencia apreciable desde sus primeros títulos cercanos al cine independiente, hasta en los más recientes y comerciales como Ocean´s Eleven. En este caso, el realizador nos ofrece en plena era digital, una obra formalmente rompedora. Empleando una magnífica fotografía en B/N que recrea las técnicas tradicionales de los films de los años 40 y 50, la película consigue trasladar al espectador a la atmósfera del Berlin de la inmediata posguerra, magníficamente recreado mediante el uso de imágenes documentales de época y escenarios reconstruidos. También hay que reconocer que en su primer tercio de metraje la película sabe captar la atención del espectador mediante una acertada introducción de la trama y los personajes, una presentación que bebe nuevamente de las fuentes de los grandes clásicos del cine negro. También es reseñable el buen hacer del trio protagonista, que cumplen con bastante oficio en sus respectivos papeles, especialmente en el caso de Cate Blanchett. Sin embargo, resulta evidente que una vez transcurrida la primera media hora del film, el interes del mismo comienza a decaer de una forma bastante apreciable.

En mi opinión, Sordebergh debió darse cuenta de que la excelencia técnica unida a una buena idea de partida no es suficiente por sí sola para lograr una gran película. A medida que avanza la historia, uno tiene la sensación de que el guionista ha cogido los argumentos de grandes películas como “Casablanca”, “Vencedores o Vencidos” y “El Tercer Hombre”, los ha metido en una coctelera y removido para sacar una mezcla de esos tres clásicos, dándoles un barniz de modernidad. Pero el resultado dista de ser satisfactorio, ya que el desarrollo de la trama se ve entorpecido por un ritmo narrativo deficiente, lo que, unido a la progresiva complicación de la trama sin que esta se explique adecuadamente, hace que el conjunto aparezca excesivamente confuso para el espectador. Da la impresión de que la historia se fuerza hasta el límite para abarcar todos esos elementos argumentales, y a la vez rendir tributo a los títulos mencionados con anteriorioridad, resultando de ello un galimatías escasamente inteligible. Por esta razón, conforme avanza la trama el interés de la misma decrece para el espectador, hasta el punto de que el desenlace (casi calcado, por cierto, de “El Tercer Hombre”) no causa la más mínima impresión, y en mi caso particular, me dejó frio.

Es una pena que el buen hacer en el apartado técnico del film no se vea respaldado por el mismo oficio en el aspecto narrativo, pues había mimbres para hacer una gran película. En vez de ello, al final, “El Buen Alemán” se queda en un film correcto pero fallido, aunque por su fotografía, su recreación del Berlin de la posguerra, y por el regusto del mejor cine negro clásico, no desmerece un visionado por el buen aficionado al género.

Calificación: 5,5/10

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Los Falsificadores (Die Fälscher)

Los Falsificadores (2007)

La historia comienza en Berlin, en 1936, cuando Salomon Sorowitsch (Karl Markovics), judío y uno de los mejores falsificadores de moneda de Europa es detenido e internado en un campo de concentración de Sachsenhausen. Tras unos meses en los que Sorowitsch se las ingenia para sobrevivir realizando trabajos para los guardianes alemanes, será reclutado junto con otros expertos en la falsificación de documentos para una misión secreta. Bajo la atenta supervisión del oficial de la SS Friedrich Herzog, Sorowitsch y sus compañeros tendrán el objetivo de lograr falsificaciones perfectas de las libras esterlinas británicas, que los nazis planean usar para colapsar la economía británica. Los éxitos de Sorowitsch con la falsificación de la libra toparán, no obstante, con la oposición de uno de los miembros del equipo de falsificadores judíos, Adolf Burger, quien se opone a colaborar con los nazis e intenta sabotear la fabricación de moneda falsa por todos los medios.

A estas alturas, resultaba extraño que los hechos que rodearon a la “Operación Bernhard” una de la más extraordinarias operaciones secretas de la II GM, no hubieran sido llevados al cine. Finalmente ha sido esta producción austriaca, inesperada ganadora del Oscar de 2008 a la mejor película extranjera, la que se ha encargado de hacerlo. Bajo la dirección de Stefan Ruzowitzky, y basándose en las memorias escritas por el propio Adolf Burger, la película desgrana los hechos reales que dieron lugar a una de las mayores falsificaciones monetarias de la historia, a la vez que describe el drama personal de los judíos empleados en tales tareas.

He de reconocer que “Los Falsificadores” ha supuesto una relativa sorpresa para mi, ya que tanto por tratarse de una producción austriaca, como por algunas críticas que habia leido antes de visionarla, me esperaba un film mucho más aburrido, de estructura plana y desarrollo gris. Pero en vez de ello, me he encontrado con una pelicula que ofrece una una historia bien contada y desarrollada con pulso, asi como con una notable ambientación y puesta en escena. Además se apunta con acierto la cuestión del dilema moral que atormenta a los protagonistas ¿colaboración o supervivencia?, ¿pragmatismo o integridad moral?; dilema que es desarrollado eficazmente a lo largo de la pelicula, mediante la contraposición de los caracteres de Burger y Sorowitsch. Todo ello sustentado, además, en unas muy buenas actuaciones del elenco de actores, especialmente por parte del protagonista Karl Markovics, que compone un sólido papel como el falsificador, tahur y oportunista Sorowitsch.

También es cierto que, pese a sus virtudes, “Los Falsificadores” no destaca especialmente en cuanto a planteamiento, estructura argumental (que se ciñe a los hechos) u originalidad, y que gran parte de lo que cuenta ya ha sido mostrado antes con mayor maestria en otros títulos sobre el Holocausto. En otras palabras: “Los Falsificadores” es un interesante testimonio histórico-cinematográfico, aunque no llega a la talla de gran película. En cualquier caso, merece la pena verse.

Calificación: 6,5/10

miércoles, 26 de noviembre de 2008

El Arpa Birmana (Biruma no Tategoto)

El Arpa Birmana (1956)

Birmania, Julio de 1945. Mientras la guerra agoniza y las tropas japonesas se baten en retirada por todas partes, un pequeño destacamento japonés trata de alcanzar la frontera con Tailandia. La unidad, mandada por el capitán Inoyue (Rentaro Mikuni) se encuentra en malas condiciones, pero los hombres mantienen el espíritu gracias a los cantos que Inouye les ha enseñado y al virtuosismo con el que toca el arpa birmana uno de sus hombres, el sargento Mizushima, quien se destaca por su habilidad con ese instrumento. Pocos días más tarde la compañía de Inouye es rodeada por tropas británicas y los japoneses optan por deponer las armas al ser informados de que Japón ha presentado la rendición ante los aliados. Mizushima y sus compañeros son enviados a un campo de prisioneros británico, donde se enteran de que un grupo de soldados japoneses aun resiste en una colina cercana, negándose a aceptar la rendición. Mizushima se ofrece como mediador para convencer a sus compatriotas de que no sigan resistiendo, pero fracasa en su misión y está a punto de morir por el bombardeo británico. Tras salvar la vida de milagro, Mizushima vivirá una serie de peripecias, y tras hacerse con un atuendo de monje budista, hará todo lo posible por dar sepultura a los cuerpos de sus compatriotas caidos en combate.

En 1947, el escritor japonés Michio Takeyama comenzó a publicar por entregas en una revista su novela “El Arpa Birmana”, de claro transfondo antimilitarista, y muy seguramente inspirada por el ambiente de derrota y devastación moral que se vivía en el pais nipón en los meses inmediatamente posteriores al fin de la contienda. La historia pronto despertó el interés del director Kon Ichiwaka, quien ya había adaptado para la gran pantalla algunos clásicos de la literatura japonesa, y que se encargó de hacer lo propio con el texto de Takeyama. La película se convirtió en un éxito internacional y obtuvo varios premios en festivales cinematográficos extranjeros, dando a conocer al director fuera de sus fronteras. El éxito del film animaría al propio Ichikawa a realizar una nueva versión en color del mismo en 1985, que supuso un nuevo éxito para el ya veterano realizador.

Respecto a la valoración de la película, dice el diccionario de la RAE que “maniqueísmo” es la “Tendencia a interpretar la realidad sobre la base de una valoración dicotómica”. Personalmente opino que esta definición constituye una síntesis perfecta de esta película. No puede negarse que el mensaje de tintes pacifistas y antibelicistas, materializado en el símbolo del arpa birmana como emblema de la paz, es efectivamente desarrollado tanto a nivel estético como argumental. También hay que resaltar la calidad de una excelente fotografía en B/N, y las buenas interpretaciones del elenco de actores, además de la plasticidad de muchas de las imágenes del film.

Sin embargo, cuando uno reflexiona sobre el trasfondo de la historia que nos cuenta la película lo cierto es que la bondad del mensaje superficial queda diluida por ese maniqueísmo al que hacía referencia antes. Y digo esto porque al final, el poso que queda es que los japoneses no fueron otra cosa que víctimas como los demás, y desde luego, los soldados japoneses están lejos de ser retratados de una forma realista. Excepto el fanatismo de los defensores de la colina (brevemente esbozado) no se dice nada de la brutalidad japonesa contra la población autóctona (birmana en este caso) ni se denigra la guerra imperialista emprendida por Japón para sojuzgar a todos los pueblos asiáticos. Además hay más de una escena que roza la sensiblería más empalagosa, cuando no cae directamente en ella (por ejemplo, cuando los japoneses acaban cantado a coro con sus captores británicos). Todo ello conduce a pensar que lo que subyace en el fondo del film es más un alegato catártico y auto exculpatorio antes que un auténtico mensaje universalmente antibelicista. Este aspecto “tramposo” del film, unido a algún pasaje realmente aburrido, y a las escenas poco creíbles (por sensibleras) que trufan en gran medida las partes musicales del film oscurecen en gran medida sus otras virtudes, que radican sobre todo en el aspecto visual.

En mi opinión, Ichikawa se quedó a medio camino a la hora de denunciar la actitud japonesa ante el conflicto bélico. El retrato demasiado amable que hace de los soldados japoneses le resta contundencia a la historia, al centrar el drama de la historia en una sola de las partes implicadas, obviando el sufrimiento de las otras. Aunque hay que agradecer que por una vez una producción japonesa se apartara de la justificación de la guerra, lo cierto es que este film ofrece una nueva visión manipuladora de la intervención del ejército japonés en los paises ocupados. En resumidas cuentas, la película de Ichikawa es medianamente interesante desde el punto de vista artístico pero moralmente más que discutible.

La Crítica de Reisman

Calificación: 5,5/10

lunes, 10 de noviembre de 2008

Hasta donde los pies me lleven (So weit die füsse tragen)

Hasta donde los pies me lleven (2001)

En 1945 el prisionero de guerra alemán, teniente Clemens Forell (Bernhard Bettermann) es enviado junto con otros miles de compatriotas a un Gulag o campo de reclusión en Siberia. Alli habrá de enfrentarse no solo a las duras condiciones climáticas, sino también a la brutalidad del jefe del campo, el capitán Kamenev, decidido a no concederle ni un respiro a los prisioneros alemanes, haciendolos trabajar hasta la extenuación. Ello reforzará la determinación de Forell para, con la ayuda del médico alemán del campo, intentar un arriesgado plan de fuga que le llevará a recorrer miles de kilómetros por territorio de la URSS en busca de la libertad.

En 1955, un novelista alemán relativamente desconocido Josef M. Bauer publicó el relato So weit die Füsse tragen, (“Hasta donde los pies me lleven”) basado en una larga serie de entrevistas que el autor mantuvo con un antiguo soldado alemán, uno de los pocos que pudo evadirse de su reclusión en Rusia y regresar a Alemania años después del fin de la guerra. El libro de Bauer pronto alcanzó gran popularidad y se convirtió en un éxito de ventas siendo traducido a 15 idiomas. En él se describía la increíble odisea del protagonista, designado en el relato con el nombre ficticio de Clemens Forell, durante el largo trayecto de huida desde Siberia hasta la frontera de Irán, en busca de la libertad. Bauer aclaró que el verdadero protagonista de su relato deseaba permanecer en el anonimato por miedo a las represalias sovieticas, pero que lo que se contaba en su libro se basaba en hechos reales. El éxito del libro fue tal que en 1959, la historia de Forell fue adaptada para la TV en forma de miniserie de seis capítulos, logrando un importante éxito de audiencia y convirtiéndose en uno de los grandes eventos televisivos de la época en Alemania.

Sin embargo, tuvieron que pasar otros cuarenta años para que la historia fuera adaptada al cine, tratándose, como no podía ser de otro modo, de una producción alemana que se encargó de ofrecer una nueva revisión de la historia de Bauer. En cuanto a la valoración de la película, cuando me enfrento a un film de procedencia alemana, siempre me espero luces y sombras. Las primeras, sobre todo en el aspecto visual y formal (normalmente impecables) y las segundas, en el aspecto narrativo (generalmente muy plano y academicista). En este caso, he de decir que “Hasta donde los pies me lleven" no ha supuesto una excepción a la regla anteriormente expuesta.

Destacando en primer lugar lo positivo, me quedaría con la buena interpretación de Forell que logra el para mi desconocido actor alemán Bernhard Betterman, junto con la destacable ambientación de los paisajes naturales de Siberia y la URSS muy bien retratados con una más que cuidada fotografía de exteriores. Pero por lo demás, la película incide en los vicios propios del cine alemán, con algún ramalazo que podriamos denominar Hollywoodiense. Y digo esto por la persistencia del guión en mostrarnos el duelo casi de Western entre Forell y el oficial ruso que le persigue, Kamenev, quien se empeña en aparecer en todos los lugares por donde deambula el alemán. Por otra parte, la película tiene algún que otro bajón de ritmo a lo largo de sus casi dos horas y media de metraje, aunque en lineas generales se deja ver bien. Con un desarrollo argumental muy propio del cine de aventuras, la película desgrana las variadas peripecias de Forell en su huida a lo largo y ancho de Rusia, con un ritmo narrativo relativamente ágil pero también de una forma bastante previsible que no deja demasiado lugar para la emoción.

Si a lo anterior unimos el tipico mensaje de fondo autoexculpatorio sobre la culpabilidad alemana en los crímenes de la II GM y algún que otro pasaje poco creible (como por ejemplo, el desenlace, que me pareció un poco forzado y poco coherente), el resultado es que estamos ante un título tan atractivo en principio como fácilmente olvidable después de su visionado. Pese a ello, por su más que correcta factura y por los otros méritos mencionados antes, creo que no está de más que se vea por los aficionados a este tipo de films. Pero no me cabe duda de que este historia podría haber sido mejor contada con una producción más imaginativa.

Calificación: 5,5/10

martes, 28 de octubre de 2008

La Hora 25 (La Vingt-cinquième heure)

La Hora 25 (1967)

La Acción comienza en Rumania, en Marzo de 1939. La apacible vida del matrimonio formado por Johann Moritz (Anthony Quinn), un pacífico y bonachon campesino rumano, y su esposa Suzanna se verá alterado cuando el sargento Dobresco, jefe de la policia local, comienza a acosar a esta última. Con el fin de librarse de Johan, Dobresco lo cataloga falsamente como judio y lo envía a realizar trabajos forzados junto con miles de prisioneros hebreos para la construcción de un canal. Tras evadirse, intentando volver a reunirse con su mujer, una serie de peripecias conduciran a Moritz a ser elevado por los alemanes a la categoría de modelo del perfecto ario lo cual le acarreará su reclusión por los aliados una vez terminada la guerra.

He de admitir que “La hora 25” era una de mis grandes asignaturas pendientes sobre el cine de la II GM, ya que hasta este momento no había tenido oportunidad de verla, supongo que debido al hecho de que se trata de una película relativamente desconocida. La historia se basa en una obra del escritor rumano C. Virgil Gheorghiu quien, pese a haber servido en el cuerpo diplomático rumano durante la etapa del régimen dictatorial del general Antonescu, escribió, durante su cautividad de posguerra la novela “Ora 25”, en la que criticaba duramente la actitud colaboracionista del gobierno rumano con los nazis, y la persecución de los judios en Rumania. La novela, publicada en 1949, se convirtió en un Best Seller, que sin embargo, no libró a Gheorghiu de la polémica, al descubrirse unos escritos suyos que databan del periodo de la guerra, y en los que expresaba sus convicciones antisemitas, lo que dió lugar una polémica que persiguió al escritor hasta el final de sus dias. En cualquier caso, la historia tiene bastante interés por ser una de las escasas aproximaciones literarias que se han hecho sobre la participación de los paises satélites de Alemania en la persecución de los judios durante la II GM, un tema apenas tratado hasta la fecha.

Cuando finalmente el famoso productor italiano Carlo Ponti decidió llevar al cine la novela de Gheorgiou en los años 60, ciertamente lo hizo a lo grande. Ponti logró montar una coproducción multinacional en la que se involucraron estudios de Francia, Italia y Yugoslavia, por lo que el film pudo contar con una riqueza de medios inusuales en las producciones europeas; incluyendo un reparto internacional en el que destacaba una estrella de Hollywood como Anthony Quinn.

Todo ello ayudó a que “La Hora 25” se convirtiera en una película de factura formal hollywoodiense, pero con alma netamente europea. La película se apoya sobre todo en la colosal actuación de Quinn como Moritz, en el que supuso uno de los más brillantes papeles en la carrera cinematográfica del gran actor mejicano. Quinn llena la pantalla en cada uno de los planos en que aparece, y dota de credibilidad y de una tremenda humanidad a un personaje nada sencillo de interpretar. Además, la película cuenta con un excelente plantel de secundarios, que cumplen a la perfección en sus papeles; asi como una brillante puesta en escena y ambientación que redondean la excelente factura del film.

Posiblemente, lo único que le resta brillantez al conjunto, e impide que esta película pueda ser considerada una obra sobresaliente es el aspecto narrativo del film. Tras una primera hora bastante buena, en la que asistimos a la presentación de los personajes y la injusta reclusión de Moritz en el campo de trabajo para judios, la segunda mitad de la historia no logra mantener el nivel de la primera. Da la impresión de que por rázones de síntesis argumental el guión tuvo que recortar sustancialmente importantes partes de la novela, de forma que los hechos que presenta en esa parte aparecen demasiado esquemáticos. Pasan muchas cosas en poco tiempo, de modo que el hilo argumental principal queda un poco desdibujado en esa parte. Pese a lo cual, el film vuelve a retomar el pulso en el último tramo de la historia, con el juicio a Moritz por sus labores de propaganda en favor de los alemanes, y el desenlace, un final semitrágico que sobrecoge por la carga emotiva que transmite al espectador, y que supone un excelente colofón a una buena película.

En definitiva, “La hora 25” es una pequeña joya cinematográfica que merece ser descubierta por todo buen aficionado al cine que no haya tenido ocasión de verla. Una película muy recomendable.

Calificación: 7/10

miércoles, 22 de octubre de 2008

El Secreto de Santa Vittoria (The Secret of Santa Vittoria)

El Secreto de Santa Vittoria (1969)

La caida del gobierno fascista de Mussolinni viene a alterar la tranquila vida del pequeño pueblo vinícola de Santa Vittoria. Por aclamación, los habitantes eligen como nuevo alcade a Italo Bombolini (Anthony Quinn), uno de los mayores borrachos del lugar, cuya principal preocupación será poner a buen recaudo la reserva de botellas de vino del pueblo, para evitar que caigan en manos de las fuerzas alemanas que se dirigen a Santa Vittoria. De este modo Bombolini, con la ayuda de Fabio y de su sufrida esposa Rosa (Ana Magnani) lograrán involucrar a toda la población local para engañar al destacamento alemán mandado por el capitán Von Proum (Hardy Kruger) acerca del destino del vino.

Basándose en el best seller homónimo de Robert Crichton, el director Stanley Kramer adaptó para la gran pantalla esta historia de ambiente Italiano. Como la acción de la novela se desarrolla en el pueblo real de Santta Vitoria, la idea inicial de Kramer fue filmar alli mismo las localizaciones de exteriores. Sin embargo, para sorpresa del equipo de producción, el pueblecito descrito en el libro resultó ser una moderna ciudad de gran extensión, por lo que no hubo otro remedio que buscar un sitio alternativo para el rodaje, que recreara la apacible villa vinícola descrita en el libro, siendo finalmente elegido el pequeño pueblo de Anticoli Corrado, que reunía todas las características necesarias para servir de ambientación a la película.

La película se apoya sobre todo en el carisma del duo protagonista, un Anthony Quinn que dota a su personaje de un punto histriónico (pero adecuado), y la siempre eficaz Ana Magnani en el papel de sufrida esposa. Hay que decir, por cierto, que la relación entre Quinn y Magnani fue bastante tensa, ya que no se soportaban mutuamente, lo cual vino bien para el rodaje dado que ambos actores interpretaban a un matrimonio separado y enfrentado por las aficiones alcohólicas del marido.

Desde el punto de vista cinematográfico, puede decirse que “El Secreto de Santta Vittoria” es un film de humor costumbrista italiano made in Hollywood. La película va subiendo el tono desde la comedia ligera inicial, hacia una mayor intensidad dramatica conforme se va acercando el desenlace, el cual es, posiblemente, lo mejor del film. Personalmente no he encontrado que la parte cómica resulte excesivamente interesante, pese a la buena interpretación de Quinn como el borracho alcade del pueblo. A mi modo de ver lo mejor del film es como muestra el juego del gato y el ratón que se establece entre Bombolini y el resto de la población con el capitán alemán por cuenta de descubrir donde se esconde el preciado vino, lo que se convierte en una cuestión de orgullo para ambos. No obstante, como digo, la parte cómica del film no acaba de convencer; y por otro lado, el desarrollo de la historia resulta algo plano y falto de ritmo, por lo que el film se deja ver con agrado aunque sin excesivo interés. Todo ello sin menoscabo de la más que cuidada ambientación y producción del film, que logra retratar bastante bien los lugares y personajes de la campiña italiana de la época, presentando a toda una galería de simpáticos personajes mediterraneos.

En resumen, “El Secreto de Santa Vittoria” es un film medianamente entretenido, de más que correcta factura, pero al que le falta algo más –especialmente en su parte cómica- para llegar a ser una gran película. Con todo, aunque solo sea por ver al gran Anthony Quinn en uno de sus personajes más característicos, merece la pena verse. Un film simpático y sin pretensiones que se deja ver con agrado.

Calificación: 5,5/10

martes, 14 de octubre de 2008

El Tren de la Vida (Train de Vie)

El tren de la vida (1998)

La acción nos sitúa en 1941, en una pequeña aldea judia de Europa central, cuyos habitantes comienzan a sentirse inquietos ante las noticias que les llegan acerca de las deportaciones masivas de judios que están llevando a cabo los nazis. Para escapar de ellas, Shlomo, el loco del pueblo, propone huir a Palestina con todos los habitantes usando un tren falso de deportación como tapadera para encubrir su huida. Tras ser aceptada la idea de Shlomo por parte del Rabino de la aldea, todos los habitantes del pueblo se pondrán manos a la obra para conseguir engañar a los alemanes y llegar a Palestina en tren para comenzar una nueva vida alli.

Pocos meses antes de que Roberto Begnini comenzara a rodar su brillante “La vida es bella” fue tentado por el director de origen franco-rumano Radu Mihaileanu para participar en su proyecto que iba a ser precisamente una aproximación al tema del holocausto en tono de comedia. La negativa del italiano a participar en el proyecto no sentó nada bien al Mihaileanu quien no dudó en alegar que Begnini se había inspirado en la idea de su film para escribir la historia de “La vida es bella”.

Sea como fuere, lo cierto es que ambas películas tienen ciertas similitudes, pero en esencia son dos films bastante distintos. La película de Mihaileanu adopta un tono narrativo próximo al “realismo mágico” del cine de Kusturica, manteniendo en todo momento un tono cómico pero con un trasfondo poblado de matices dramáticos acordes con la transcedencia del tema que se retrata. Lo mejor del film es, en mi opinión, la idea que sirve de punto partida al argumento y la delicadeza del humor del que hace gala, al tratar un tema de enorme sensibilidad como el del Holocausto. Sin embargo, a la película le falta algo más de gancho a la hora de contar la historia de la huida del tren y, en especial, le falta inspiración para crear unos gags más originales u ocurrentes. Aunque las situaciones estrambóticas se hilvanan con agilidad, en el mejor de los casos resultan más simpáticas que graciosas. Las reiteradas bromas a costa de la facción del grupo de judios comunistas, por poner un ejemplo, no resultan especialmente cómicas, sino más bien pueriles. Y aunque hay momentos en los que los diálogos destilan chispazos de fina ironía, en general la parte cómica del film resulta bastante convencional y previsible.

Pese a ello, hay que reconocer que la película está contada con cierta imaginación y ritmo, y que se apoya en unas buenas interpretaciones de su elenco de actores, lo cual hace que se vea sin especial emoción aunque con agrado. En resumidas cuentas, “El Tren de la Vida” es una comedia agradable, narrada con tacto y que se deja ver bastante bien, pero está muy lejos de la genial inspiración –tanto cómica como narrativa- de la que hizo gala Begnigni con “La Vida es Bella”. Pese a ello, es un film estimable y merece la pena verse.

Calificación: 5,5/10

miércoles, 1 de octubre de 2008

1941

1941 (1979)

Diciembre de 1941. La declaración de guerra de Japón a EEUU provoca que la fiebre bélica se extienda por todo el país. Mientras tanto, en la zona de Los Angeles una serie de personajes se verá afectado por la psicosis colectiva provocada por la posibilidad de que se produzca un ataque japonés. De este modo, el piloto de caza Wild Bill Kelso (John Belushi) perseguirá aviones japoneses por todas partes, mientras que Ned Beatty (Rick Moranis) un pacífico ciudadano verá instalada una bateria antiaerea en el jardin de su casa, y un coronel desquiciado trata de descubrir agentes infiltrados japoneses. Todo ello al mismo tiempo que un submarino japonés que lleva a bordo un oficial alemán merodea la costa californiana.

A finales de la década de los 70, la carrera de Steven Spielberg estaba en la cresta de la ola. El joven pero consagrado realizador ya se había hecho acreedor del título de “Rey Midas de Hollywood” tras lograr de manera consecutiva dos éxitos arrolladores en taquilla con sus films “Tiburón” y “Encuentros en la Tercera Fase”, logrando unas cifras de recaudación apabullantes y ganándose el favor del gran público. Reforzado por estos éxitos, Spielberg decidió experimentar en su siguiente proyecto en el terreno de la comedia, con el que iba a suponer su cuarto largometraje. La escritura del guión se encargó a Robert Zemeckis un prometedor guionista y realizador a quien Spielberg había apadrinado dentro de la industria de Hollywood y que era uno de sus mas estrechos colaboradores en aquella época. El guión de Zemeckis trataba de parodiar, inspirándose lejanamente en una serie incidentes reales acaecidos en la Costa Oeste norteamericana al comienzo de la guerra, la fiebre bélica que se había apoderado de buena parte de los habitantes de la zona durante las primeras semanas del conflicto.

El hecho de que 1941 se convirtiera en un relativo fracaso comercial (el primer revés de Spielberg en taquilla) ha hecho que esta película sea una de las menos recordadas de Spielberg, y que incluso algunos la hayan calificado como su obra “maldita”. La verdad es que este film es uno de los menos brillantes de Spielberg. A pesar de lograr algún gag acertado (como la autoparodia de “Tiburón”, en este caso con el submarino japones haciendo las veces de escualo) el cambio de registro radical respecto a sus películas anteriores no le sentó nada bien a Spielberg. Se nota que este domina a la perfección los aspectos técnicos de su oficio porque en la película hace un espectacular uso de los efectos especiales, manejo de cámara y planos, al tiempo que ofrece una generosa muestra de secuencias espectaculares y multitudinarias, pero tratándose de una comedia, a la parte cómica le falta mucha sustancia y se nota que en este terreno a Spielberg le faltaba la inspiración artística de la que habia hecho gala en sus anteriores films.

Viendo la película se nota que Zemeckis y Spielberg estaban influenciados en esta época por el tipo de comedia alocada de boga en los 70 (por ejemplo, “Desmadre a la americana”) y que era del gusto del público en aquella época. El problema es que ni el realizador ni el guionista fueron capaces de trasvasar dicha comicidad a la historia de 1941. Y, pese al hecho de que Spielberg pudo manejar la producción contando con muchos medios y un reparto plagado de actores cómicos de renombre como John Belushi (genial en su papel de desquiciado piloto de P 40) o Dan Aykroid, lo cierto es que el resultado fue decepcionante. La intención evidentemente paródica del film queda deformadada por la hipertrofia de gags, a veces demasiados forzados. El ritmo que imprime Spielberg a su obra es tan frenético y alocado como un sketch de dibujos animados, cosa que no permite desarrollar adecuadamente ninguno de los ejes argumentales, y no digamos ya los personajes. La acelerada sucesión de escenas alocadas, explosiones, efectos visuales deslumbrantes (como por ejemplo la secuencia de destrucción de la noria), más que ayudar a crear comicidad lo que causa es un efecto de saturación en el espectador, por lo que la parte humorística resulta en general fallida. Y ello pese a dibujar algún que otro gag acertado (como el P-40 repostando en la estación de servicio) pero demasiado aislado en el conjunto de una comedia tremendamente irregular. El mismo Spielberg admitió, años mas tarde que “Comprendí que nos habiamos pasado cuando en los pases previos vi que gran parte de público pasaba mucho tiempo tapándose los oidos”.

Por ello personalmente opino que 1941, fue un merecido varapalo comercial para Spielberg. Una comedia excesiva en muchos aspectos, aunque por su puesta en escena, y algún que otro gag desternillante no desmerece un visionado por el aficionado al cine en general.

Calificación: 5,5/10

viernes, 26 de septiembre de 2008

¿Que hiciste en la guerra, papi? (What you did in the war, daddy?)

¿Qué hiciste en la guerra Papi? (1966)

Sicilia, año 1943. Durante la invasión de la isla italiana por los aliados, el Capitan Cash (Dick Shawn), un estirado oficial de infanteria, recibe órdenes general Bolt de tomar el mando de la compañía C, en la que se encuentran el teniente Christian, (James Coburn) y el sargento Rizzo, y marchar al frente con la misión de capturar el pueblo de Valerno, un importante objetivo del sector. Cuando los hombres de Cash llegan a Valerno, en medio de un partido de fútbol, se encuentran con que no hay resistencia. El comandante italiano, Capitán Oppo, desea rendirse junto con la guarnición, a cambio de que le dejen celebrar una fiesta, dejando la rendición formal para el dia siguiente. Sin embargo las cosas se complican cuando la novia de Oppo, Gina seduce al Capitan Cash, con el consiguiente enfado del oficial italiano, quien se niega a rendirse. Mientras tanto los altos mandos americanos y alemanes son inducidos a creer que en Valerno se combate duramente, por lo que deciden enviar refuerzos complicando aun más la situación de Oppo y Cash.

El famoso director de comedias Blake Edwards dirigió y coescribió el guión de esta comedia bélica ambientada en la campaña de Sicilia, siguiendo la estela de otra comedia bélica filmada por el años antes, “Operación Pacífico”. Al parecer la idea del film surgió cuando el hijo de Edwards le hizo a su padre la pregunta que sirvió de inspiración para el título. Pese a que Edwards no había visto demasiada acción durante su servicio en la armada (sirvió en un guardacostas) decidió recrear una historia disparatada que ocurriera en la campaña siciliana de 1943. Pese tratarse de una comedia, la ambientación está bastante cuidada en lo tocante al atrezzo militar y en la producción, cosa que se ve reflejada, por ejemplo, en el empleo de un buen número de extras. Y pese a que la película se rodó en un estudio y en decorados de exteriores construidos al efecto en Hollywood, lo cierto es que la ambientación del pueblo es bastante realista y está muy lograda a la hora de recrear los escenarios de Sicilia.

La verdad es que tenia un recuerdo lejano de esta película, la cual recordaba como una comedia ligera de tono amable, y no especialmente memorable; opinión que se ha visto refrendada con un nuevo visionado. Posiblemente lo mejor de la película radica en la actuación del reparto, al que se le nota muy a gusto explotando la vis cómica de actores tradicionalmente encasillados en papeles “duros” como James Coburn o Aldo Ray, así como del resto de intérpretes. Sin embargo, los aspectos cómicos de la película no pasan, en mi opinión, de correctos. Algunas situaciones que se plantean son bastante divertidas (como por ejemplo el simulacro de batalla en el pueblo, con las mujeres italianas aplaudiendo desde los balcones); pero en general, los diálogos y gags mantienen un tono simpático a la vez que poco hilarante. Algunas escenas comicas -en especial las de la fiesta nocturna en la que se emborracha el capitán Cash- se alargan en exceso y no resultan especialmente ingeniosas ni ocurrentes, de modo que uno tiene la impresión de que a la película le sobran varios minutos en más de una parte de su metraje. Ello se debe, en gran medida a que el guión cae en un desarrollo demasiado convencional, y a que le falta ingenio para exprimir la comicidad de las distintas situaciones que va planteando.

En resumen, ¿Qué hiciste en la guerra, Papi? es la típica comedia holliwoodyense amable y “blandita” de los años 60. No considero que esté entre los mejores títulos de Blake Edwards (cuya carrera, por cierto, sufrió un serio bajón creativo después de este film) aunque es un film aceptablemente entretenido, que se contempla con una sonrisa en la boca. Una comedia medianamente divertida, aunque no brillante.

Calificación: 5/10

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Cuando pasan las cigüeñas (Letyat Zhuravli)

Cuando pasan las cigueñas (1957)
 
Moscú, primavera de 1941. La joven pareja de novios formada por Boris y Verónica contempla una bandada de cigueñas que sobrevuela el cielo que parece saludar su romance. Sin embargo su plácida existencia pronto se ve alterada por la invasión alemana. Boris acude con entusiasmo a su llamada a filas y es enviado al frente, situación que será aprovechada por su primo Mark para intentar seducir a Verónica. Aunque esta en principio, se niega, la muerte de sus padres en un bombardeo hará que acepte casarse con Mark. Tras trasladarse a Siberia junto con su esposo y el doctor Fiodor Ivanovich, padre de Boris, Veronica se entera de que Boris ha sido dado por desaparecido en el frente, pero aun así, se niega a creer que haya muerto y prefiere no perder la esperanza de reencontrarse nuevamente con él.

En plena época de “deshielo” posestalinista, solo un año después de la denuncia del régimen del dictador sovietico por parte de Nikita Kruschev, el director ruso Mikhail Kalatozov estrenaba Cuando pasan las cigüeñas, film que alcanzó un gran éxito internacional alzándose con la Palma de Oro del festival de Cannes en la edición de 1958. Al igual que ocurría en “La Balada de un Soldado” el aspecto verdaderamente rompedor del film radica en el modo en que este aborda el conflicto. Frente al cine eminentemente triunfalista y politizado del cine bélico anterior, que ensalzaba lo que en Rusia se conoce como “Gran guerra patria” como una gloriosa cruzada contra el fascismo, la temática de película de Kalatozov supuso toda una novedad dentro del cine sovietico contemporaneo. Porque lo realmente novedoso de esta película no es solo que no tenga contenido propagandístico, sino que se trata de un film eminentemente antibelicista. El símbolo de la cigüeña es utilizado por Kalatozov como emblema de la paz, una paz que nunca debería verse quebrada por la guerra, que es la causante de destruir las vidas y sueños de la gente corriente que se ve arrastrada dentro del torbellino bélico. En ese aspecto, la película no es nada original, centrándose en la típica historia de amor en tiempos de guerra, y el sufrimiento de los amantes por su separación, mientras la guerra cambia sus vidas irremediablemente.

Este eje argumental es eficientemente desarrollado a lo largo del metraje del film, si bien con los defectos y las virtudes propias del cine ruso. Entre estas últimas, cabe destacar el original juego de camaras que exhibe el realizador, usando encuadres atípicos, movimientos de cámara compulsivos y puntos de vista subjetivos para realzar la acción. Otro aspecto cuidado es el apartado visual, con una elegante y sobria fotografía en B/N que transmite realismo. Finalmente, el film se apoya en unas interpretaciones bastante buenas de su duo protagonista, especialmente por parte de la actriz Tatyana Samojlova en el papel de Verónica, que logra una interpretación de un dramatismo sobresaliente a la vez que contenido.

Sin embargo, estos innegables méritos se ven oscurecidos por los típicos defectos que suelen ser usuales el cine ruso: un ritmo narrativo lento, que se hace demasiado plomizo en algunos momentos; unido a ciertos excesos melodramáticos que hacen que la película no resulte del todo redonda y se haga un poco larga pese a su ajutado metraje de 95 minutos. Con todo, no puede negarse que “Cuando pasan las cigueñas” es una de las películas más interesantes de su época, por ofrecer una nueva muestra de la otra cara de todo conflicto bélico.

Calificacion: 6/10

viernes, 5 de septiembre de 2008

La Balada de un Soldado (Ballada o Soldate)

La Balada de un soldado (1959)

El joven soldado Alyosha Skvortsov de solo 19 años de edad, se convierte en un involuntario héroe de guerra al quedar aislado en una posición avanzada y dejar fuera de combate a dos tanques alemanes durante su intento de huida. En reconocimiento por su hazaña, es propuesto para una condecoración, pero en vez de ella, Alyosha solicita y obtiene una licencia para volver a su aldea para visitar a su madre, y reparar el techo de su casa. En el tren que lo lleva a casa, conoce a la joven Shura, una muchacha que también se encuentra de viaje en busca de su tia. Durante el trayecto, Alyosha y Shura descubrirán el amor a la vez que irán conociendo a una serie de personajes cuyas vidas se han visto afectadas por la guerra.

"La Balada de un Soldado" fue una de las películas realizadas durante uno de los periodos más peculiares de la historia sovietica, concretamente los años del post estalinismo. Este breve periodo, que abarcó menos de una década entre mediados de los 50 y principios de los 60, se caracterizó por una cierta apertura ideológica del régimen comunista, impulsada desde arriba por el premier sovietico Nikita Kruschev. Ciertamente este periodo supuso un autentico soplo de aire fresco para las artes en la URSS, ya que momentáneamente los artistas, escritores y cineastas volvieron a gozar de cierta libertad creativa, de la que habían carecido durante el férreo mandato de Stalin. En este contexto favorable, el director Grigori Chukhrai llevó al cine esta historia que, alejada de toda intención política y exenta de cualquier atisbo triunfalismo, ofrece una sincera muestra de los devastadores efectos morales que la guerra produjo en la población rusa. A través de las sencillas y breves historias personales que Alyosha va presenciando, el film nos ofrece un muestrario de los desastres de la guerra: el soldado lisiado que tiene miedo al reencuentro con su esposa, los civiles expuestos a todo tipo de penalidades, el alejamiento de los seres queridos, o la esposa adultera que ha abandonado al marido mientras este lucha en el frente.

Debido en gran parte a esa honestidad narrativa, y al mensaje universal que transmite el film (toda guerra es detestable, porque al final destroza las vidas de las personas comunes), la película tuvo un gran reconocimiento internacional. Entre otros premios, fue galardonada en el festival de Cannes de 1960, asi como en los festivales de cine de Roma, Londres y San Francisco, recibiendo por añadidura la nominación al mejor guión para los oscars de Hollywood correspondientes a ese año.

En cuanto a la valoración de la película, he de decir que esta me llenó solo a medias. Aunque muchos críticos han considerado que "La Balada de un Soldado" es una de las mejores películas rusas del S. XX, en mi opinión creo que es exagerado atribuirle tales méritos. Ciertamente, como apuntaba antes, lo mejor del film es la universalidad de su mensaje, su asepsia política, y la honestidad moral que transmite la historia. Además, la película se apoya en unas magníficas interpretaciones del duo protagonista, y una excelente fotografia en B/N, visualmente impecable.

No obstante, en mi opinión, la película adolece también de una serie de defectos que le restan brillantez al conjunto. En primer lugar, lo inverosímil de la hazaña de Aloysha (dejar fuera de combate a dos “Tigers” con un ligero fusil antitanque) chirría demasiado a quien entiende minimamente de técnica militar. Por otra parte, la historia experimenta un acusado bajón de ritmo en la parte central de su metraje, bajón que coincide con las reiterativas escenas del enamoramiento de los jóvenes protagonistas a bordo del tren que los lleva a retaguardia. En esa parte, en más de un momento la película roza la sensiblería, aunque, por fortuna, sin llegar a caer en ella. Finalmente, encuentro que el desarrollo argumental tiene un problema de fondo, y es que el tono generalmente amable e incluso levemente humorístico que envuelve a la narración, no termina de casar bien con el trasfondo marcadamente melodramático que enmarca toda la historia, aspecto en el cual la película se queda a medias.

En definitiva, “La Balada de un Soldado” es una película más que estimable, que nos cuenta una historia humana de valor universal, y de una factura casi impecable. No obstante, por los aspectos comentados, no creo que sea una obra maestra ni uno de los mejores films rusos de todos los tiempos. En esta linea me quedo más con la magnífica “La infancia de Iván”. Pese a ello, es una película que merece la pena verse y desde luego, una de las mas interesantes producidas durante el periodo soviético.

Calificación: 6,5/10

lunes, 1 de septiembre de 2008

Embajadores en el Infierno

Embajadores en el Infierno (1956)

Un grupo de prisioneros españoles de la División Azul encabezado por el Capitán Adrados es conducido a un campo de reclusión soviético. Alli son obligados a realizar trabajos forzados, aparte de sufrir todo tipo de privaciones y penalidades por negarse a realizar propaganda pro sovietica, gracias a la resistencia moral de Adrados. Este será trasladado a otro campo donde se reecuentra con otros compañeros de armas, que viven en las mismas malas condiciones. Como Adrados se niega a realizar trabajos forzados, es recluido junto a otros compañeros en celdas de castigo. Después de unos años, tras sufrir todo tipo de penalidades y la presión de los captores para que hagan propaganda, se niegan a trabajar en el campo acogiéndose a Convención de Ginebra. Tras ser acusados de agitación política, un tribunal los condena a veinticinco años de trabajos forzados en Siberia. Pese a ello, Adrados y sus compañeros seguirán mostrandose rebeldes frente a sus captores rusos.

En 1954, tras más de una década de cautiverio en la URSS, regresaron a España en barcos de la Cruz Roja los prisioneros españoles integrantes de la División Azul que habían estado retenidos en campos de prisioneros soviéticos desde el final de la contienda. El periodista Torcuato Luca de Tena se propuso entrevistar a varios de estos retornados para documentar sus experiencias durante su reclusión en Rusia. Entre ellos se encontraba el Capitán Palacios, al que los hombres señalaban como un auténtico heroe de cautiverio. La serie de entrevistas que el periodista mantuvo con Palacios le sirvieron a Luca de Tena para escribir el libro “Embajador en el infierno” basándose en los recuerdos de áquel como prisionero de guerra. Gracias al éxito del libro, que fue publicado en 1955, la figura de Palacios fue elevada a la categoria de héroe anticomunista y Tena no tardó en llevar la historia al cine.

Obviamente el personaje del Capitan Adrados es el trasunto de Palacios, cuyas experiencias plasmadas en el libro sirvieron de hilo conductor de la historia. Sin embargo, como había ocurrido con “La Patrulla”, al régimen le interesaba dar una imagen de los divisionarios como cruzados anticomunistas en vez de militantes fascistas. Consecuentemente, en la película, tras varias fricciones con los ministros falangistas, se suprimieron la mayor parte de las referencias a La Falange que contenía el libro, procurando que estas quedaran reducidas al mínimo, lo cual provocó algunas voces airadas dentro de la prensa falangista. Pero lo cierto es que el film, siguiendo el éxito del libro, tuvo una muy buena acogida por parte del público español.

En cualquier caso, “Embajadores en el infierno” es considerada -a mi modo de ver, con razón- el mejor film que se ha hecho sobre la División Azul hasta la fecha. El director Jose María Forqué, aun manejando un presupuesto relativamente reducido para una producción de este tipo, pudo contar con respaldo total del Ejército para la ambientación del film, especialmente apreciable pues le permitió usar material ruso capturado en la Guerra Civil española. La historia, además, se beneficia del realismo que le confiere el estar basada en hechos reales que describen los aspectos más oscuros del régimen sovietico: los maltratos de sus campos de prisioneros, los intentos de obligarlos a realizar propaganda comunista o los juicios farsa a los que someten a algunos prisioneros.

Lo malo del film, como era de esperar, radica en el descarado tono propagandístico que adopta desde un primer momento. Se trata, con poco o ningún disimulo, de demonizar al régimen soviético ensalzando el valor moral de los prisioneros españoles; de forma que el argumento se vuelve demasiado reiterativo en ese aspecto, a la vez que las situaciones que nos va presentando resultan bastante previsibles y monótonas en el mayor de los casos. Además, el personaje central, el Capitán Adrados, es dibujado de una forma tan heroica y perfecta que parece más bien un personaje sobrehumano por lo impasible que se muestra ante todas las penalidades que sufre junto a sus compañeros, lo cual le resta credibilidad (y dramatismo) a lo que el film nos cuenta. No cabe duda de que si la historia hubiese adoptado un tono menos maniqueo y más realista, podría haberse convertido en una gran película.

Con todo, y pese a sus deficiencias, “Embajadores en el Infierno” es una película de una buena factura para los estándares del cine español, con unas actuaciones correctas por parte del elenco de actores, y bien ambientada. Un film interesante porque constituye el unico testimonio cinematográfico dedicado íntegramente a la División Azul.

Calificación: 5,5/10

lunes, 25 de agosto de 2008

La Patrulla

La Patrulla (1954)

Madrid, 1939. Mientras las tropas nacionales se preparan para tomar la ciudad, un grupo de cinco soldados amigos se fotografía en la Casa de Campo. Uno de ellos, el más joven muere poco después durante una patrulla nocturna. Los cuatro restantes, Matías, Enrique, Vicente y Paulino, ya concluida la guerra, prometen volverse a ver diez años después en el mismo sitio donde se fotografiaron. Sin embargo el destino les irá separando. Un tiempo después Paulino es detenido por contrabando de medicinas; Vicente marcha al extranjero como corresponsal de prensa; Matías vuelve a su pueblo; mientras que la invasión de la URSS hará que Enrique se aliste en la División Azul para combatir en Rusia, aplazando sus planes de boda con su novia, Lucia. Su amigo Vicente, también enamorado de Lucía, aprovechará la ausencia de Enrique para cortejarla, cuando este es dado por desaparecido en Rusia.

Contrariamente a lo que pueda parecer, el cine del franquismo no fue especialmente prolífico en el género que podriamos denominar “histórico-patriotero” ni hizo especial hincapié en rememorar los episodios bélicos de la historia española. Aunque, naturalemente se produjeron títulos de estas características (el mejor ejemplo es el de "Los ultimos de Filipinas") el cine de la época derivó bastante más hacia el folklore y la comedia costumbrista que al cine histórico. En el caso de la División Azul, es especialmente llamativa la escasez de títulos que traten sobre la misma y la forma tan tangencial en la que se hace. Esto se explica en parte porque, sobre todo porque a partir de los años 50, el intento de progresivo acercamiento a las potencias occidentales aconsejó una cierta suavización ideológica, al menos externa, de la dictadura. Consecuentemente, las producciones sobre la División Azul, cuya participación en la guerra al lado de la Alemania nazi era una incomodidad política en el contexto internacional de la posguerra, fueron bastante escasas pese a las ínfulas militaristas del régimen de Franco. Y cuando se retrató a la División Azul en el cine español, se hizo desde la perspectiva de la lucha anticomunista (cosa conveniente, dada la coyuntura internacional de la Guerra Fria) y omitiendo todos aquellos componentes ideológicos que pudieran hacer referencia al fascismo español.

Este es el caso de “La Patrulla”, obra de uno de los realizadores que se atrevió a tratar el tema de la participación española en el Frente ruso, el director Pedro Lazaga. No en vano, Lazaga había sido un activo militante falangista y había servido personalmente como voluntario en la División Azul. Sin embargo la película apenas trata la lucha de los divisionarios en el frente, tema por el que pasa de puntillas y que se salda con apenas un par de escenas (por cierto, muy curiosa la juerga folklórica de los divisionarios en uniforme alemán), y se centra mucho más en la parte de drama romántico y la crítica hacia el régimen soviético, describiendo las penalidades y maltratos que sufren los prisioneros españoles durante su reclusión en la URSS (un tema que se volverá a tratar en la posterior “Embajadores en el infierno").

La película tiene un arranque interesante con la presentación de los personajes durante la Guerra Civil, antes de la incursión nocturna en Madrid. No está mal tampoco como se va describiendo el destino de los cinco protagonistas de la foto después de la guerra. Sin embargo, la película empieza pronto a flojear, especialmente porque el apartado bélico es excesivamente breve, y la historia va discurriendo lentamente por los previsibles cauces del drama facilón, centrado en el triángulo amoroso de turno de Vicente y Enrique con la protagonista femenina, aderezado con una poco sútil carga de crítica anticomunista, que no resulta especialmente interesante ni añade tampoco gran cosa a la historia.

En definitiva, "La Patrulla", pese a pertenecer a las obras más serias del posteriomerte prolífico director de comedias ligeras y de escasa calidad cinematográfica Lazaga, es una película mediocre, ideológicamente demasiado tendenciosa, y no demasiado original en su desarrollo. Solo merece verse por ser uno de los escasos testimonios cinematográficos (si bien fugaz) sobre la División Azul.

Calificación: 4/10

miércoles, 20 de agosto de 2008

El Ojo de la Aguja (The Eye of the Needle)

El Ojo de La Aguja (1981)

Inglaterra, 1944. El espía aleman infiltrado Heinrich Faber (Donald Sutherland) conocido por su nombre en clave de “La Aguja” (debido a su método de asesinar empleando un estilete), es localizado por agentes del contraespionaje británico y emprende la huida. Sin embargo, antes de salir de Inglaterra tendrá tiempo de fotografiar las falsas concentraciones de tropas aliadas frente a Calais, una información crucial de cara al desarrollo de la Operación Overlord. Tras llegar a Escocia, Faber intenta dirigirse al punto donde habrá de recogerlo un submarino para llevarlo de vuelta a Alemania. Sin embargo, durante el trayecto su buque naufraga en una tempestad y Faber irá a parar a la Isla de las Tormentas, un aislado e inhóspito islote habitado por David y Lucy Ross (Kate Nelligan), un matrimonio en crisis debido a la parálisis del marido, que quedó lisiado en un accidente de tráfico. Lucy pronto se verá atraída por Faber, con quien comienza un peligroso romance mientras aquel trata de contactar nuevamente con el submarino alemán y transmitir la vital información que posee.

Basándose en el Best Seller del famoso escritor Ken Follet titulado “Eye of the Needle”, el director Richard Marquand llevó a la gran pantalla esta adaptación de la novela de Follet con guión de Stanley Mann. Esta película es, sin duda, uno de los mejores thrillers de espionaje ambientados en la II GM, además de ser una de las más logradas dentro del subgénero de espias. El gran pilar que sustenta la historia es claramente el sólido personaje central, Faber, brillantemente interpretado por un Donald Sutherland en estado de gracia. El actor británico refleja a la perfección la doble cara del espía: un asesino frio y despiadado, pero a la vez, un hombre lleno de encanto personal y gentileza externa.

Por otra parte, la película ofrece una rica gama de subtramas muy bien hilvanadas entre si, incluyendo la historia de amor de Faber con Lucy, una mujer atrapada en un matrimonio frustrado; junto con elementos clásicos del mejor cine de suspense y acción, mezcla que logra construir una atmósfera de tensión emocional muy lograda. Ello se ve resaltado, además, por la cuidada ambientación de los escenarios (la película se filmó en escenarios reales de Inglaterra y Escocia) y la adecuada banda sonora de Miklos Rozsa. Como apuntaba antes, lo mejor del film es como integra las distintas situaciones que se plantean y las va desarrollando manteniendo un ritmo sostenido y creciente, que logra mantener en vilo al espectador conforme se acerca al climax final. Los paisajes desolados y el inclemente tiempo de la Isla de las Tormentas crean el entorno perfecto que sirve de escenario a la historia, que logra en todo momento transmitir una sólida sensación de verosimilitud y dramatismo a partes iguales.

En resumen, “El Ojo de La Aguja” es un film de muy buena factura, convincente guión y muy buenas actuaciones, no solo de Sutherland sino también de los secundarios. Una película bastante completa que no defraudará a los buenos aficionados al cine en general.

Calificación: 7,5/10

jueves, 31 de julio de 2008

El Dia mas largo (The Longest Day)

El Dia mas largo (1962)

Cuidada reconstrucción del desembarco en Normandia que dio comienzo a la invasión de Europa por los aliados occidentales, el 6 de Junio de 1944. Narrada desde distintos punto de vista de muchos de los participantes en los combates de aquella histórica jornada, que en palabras de Rommel iba a ser decisiva para el resultado de la contienda, y “El Dia mas largo”.

Si hubo algo que caracterizó las producciones del famoso magnate de Hollywood Darryl F. Zanuck fue la grandiosidad de sus películas, así como su espectacular puesta en escena. En ese sentido, “El Dia más largo”, no fue una excepción. Para llevar a la gran pantalla la adaptación del famoso libro de Cornelius RyanThe Longest Day”, Zanuck no escatimó medios de ninguna clase para dotar a la historia de realismo. Con un presupuesto de 10 millones de dólares, miles de extras y un apabullante reparto plagado de estrellas internacionales como John Wayne, Henry Fonda, Curd Jurgens, Robert Mitchum…etc. La dirección de la pelicula se encargó a 3 directores distintos, cada uno de los cuales iba a encargarse de filmar los episodios británicos, norteamericanos y alemanes, respectivamente: Ken Annakin, Andrew Marton y Bernard Wicki. Asimismo, para dotar de la mayor veracidad posible a la película se contó con la colaboración como asesores históricos de muchos de los militares que estuvieron realmente implicados en el Dia D, como los generales alemanes Blumentritt y Pemsel, el norteamericano James Gavin, o el jefe de comandos francés Philippe Kieffer.

Pero el auténtico responsable y alma mater de la película fue en todo momento el propio Zanuck, cuya implicación en las tareas de producción fue tan intensa que sus colaboradores más cercanos lo apodaron, de forma bastante apropiada dado el contexto, “General Zanuck”. De hecho, fue bastante provechoso para la Fox el haber contado con la colaboración del poderoso magnate, ya que la compañía estaba al borde la quiebra por los problemas financieros que estaban causando el muy complicado rodaje de “Cleopatra”. Ante esta situación, Zanuck se comprometió a reconducir la situación financiera del estudio, a cambio de sacar adelante su ambicioso proyecto para la realización de “El dia Más Largo”.

Y lo cierto que Zanuck, que siempre pensaba a lo grande, supo dotar a la película de un aura de realismo impactante, además de filmar algunas de las escenas bélicas más espectaculares de la historia del cine. De estas, personalmente destacaría tres: el dramático descenso de los paracaidistas norteamericanos sobre St. Mere Eglise; el ataque de los Rangers contra la bateria pesada alemana situada en la cima del acantilado de Pointe-du-hoc; y el asalto de los comandos franceses contra la posición fortificada del casino Ouistreham, escenas que destacan por su espectacular puesta en escena e intensidad dramática. Esto, unido a unas localizaciones y ambientación muy cuidadas hacen que la película apenas haya perdido su fuerza visual pese al tiempo transcurrido desde su estreno. No obstante, la película no llega a la categoría de obra maestra debido a varios aspectos que le restan brillantez al conjunto. En primer lugar, la naturaleza episódica de la historia y la variedad de personajes que aparecen hace que la narración resulte algo deslavazada y confusa en algunos momentos. Por otra parte, el dilatado metraje de casi 3 horas de duración provoca que el ritmo del film resulte irregular, y otro tanto puede decirse de las actuaciones del elenco de estrellas; algunas buenas (Richard Burton) y otras solo regulares (por ejemplo las de Mitchum y Wayne).

Pese a ello, no cabe duda que “El Dia más largo” es una de las grandes películas bélicas de todos los tiempos y, desde luego, era el mejor film que se había hecho sobre el Dia D hasta que fue recientemente desbancada por Spielberg y su “Salvar al Soldado Ryan”. Una película imprescindible para los amantes del género bélico.

Calificación: 7,5/10

La Crítica de Reisman

lunes, 28 de julio de 2008

Dia D, 6 de Junio (D-Day, the sixth of June)

Dia D, 6 de Junio (1953)

En vísperas del desembarco en Normandia, un convoy naval destinado a encabezar los desembarcos del Dia D transporta a dos oficiales uno británico el Coronel Winter (John Todd) y otro americano, el Capitan Parker (Robert Taylor). Ambos encabezan un contingente de asalto que tiene el objetivo de destruir una bateria alemana de cañones costeros antes de que se produzcan los desembarcos principales. Durante la ruta, los dos hombres rememorarán su relación con Valery, la mujer del coronel Winter, en los meses previos al comienzo de OVERLORD.

Pese a que el título de "Dia D, 6 de Junio" podría inducir a pensar que estamos ante un film bélico centrado en la Operación Overlord, lo cierto es que esta producción de los años 50 responde más al modelo de drama romántico con trasfondo bélico. Más de dos tercios del metraje son dedicados al típico triángulo amoroso en tiempos de guerra, en este caso de una mujer con un oficial americano, pues piensa que su marido, ha desaparecido en combate. Esta parte romántica es bastante tópica y presenta un interés limitado, si bien sí que me gustó como se muestran las fricciones que surgieron entre las tropas norteamericanas acantonadas en Inglaterra con la población local, un aspecto que aparece en pocas películas. La parte bélica, que ocupa los últimos diez minutos de metraje, se centra en el desembarco de una fuerza especial aliada con el objetivo la destrucción de una importante bateria costera alemana, y la verdad es que las secuencias de combate están muy bien filmadas para la época y resultan bastante realistas, algo que no era precisamente una constante en las producciones bélicas de los años 50.

Como decia antes, lo mejor de la película es como se muestra la realidad cotidiana de Inglaterra en los meses previos a la invasión de Europa y las relaciones que se entablaron entre los soldados estadounidenses y la población británica, con la guerra como tema de fondo, un esquema argumental muy parecido al que se usaría en un título posterior como “La Calle del Adiós”. El trabajo de los actores resulta bastante bueno y creible, y como curiosidad, es interesante apuntar que John Todd, el actor británico que interpreta al Coronel Winter, era un veterano de la II GM y participó realmente en el Dia D como soldado paracaidista.

Es una pena que la película no contenga una parte bélica de mayor calado, pues podría haber resultado un interesante drama bélico. En cambio, al centrarse casi en exclusiva en la trama romántica que viven los protagonistas, la historia se queda excesivamente circunscrita y resulta bastante convencional en su desarrollo. En definitiva, "Dia D, 6 de Junio" es una película no carente de interés pero que con un poco de más acción y menos romance habría sido más redonda.

Calificación: 5,5/10

jueves, 24 de julio de 2008

Dia D, Hora H (Breakthrough)

Dia D, Hora H (1950)

La acción nos sitúa en Inglaterra en 1944. A través de la historia de teniente Mallory, un joven jefe de pelotón de la 1ª división de infantería norteamericana (la célebre Big Red One) y su jefe de compañía, el estricto Capitán Hale, la película nos muestra el proceso de entrenamiento de la unidad y su posterior participación en el Dia D y en los duros combates de la Campaña de Normandia.

Comienzo con esta reseña un bloque dedicado a las películas relacionadas con la Operación OVERLORD y el desembarco en Normandia. En este caso, "Dia D hora H" supone una temprana revisión del desembarco en Normandia. La verdad es que tratándose de una película de los años 50 y de bajo presupuesto no está del todo mal. La primera parte del film nos muestra de una forma general el entrenamiento intensivo de los soldados americanos de cara al desembarco en Omaha, y el desembarco en la playa; mientras que la segunda muestra la sangrienta y dura batalla en el Bocage normando, así como las tensiones que sufren los oficiales que ostentan el mando de una unidad de combate que lucha en el frente.

Aunque la historia que sirve de hilo conductor del argumento no es excesivamente original, pues se centra en el típico enfrentamiento entre el oficial superior severo (Hale) contra el subordinado de menos experiencia que siente apego por sus hombres (Mallory), hay que reconocer que está desarrollada con eficacia. Los personajes también resultan bastante típicos: el soldado novato, el sargento experimentado, el suboficial “gracioso”…etc, pero en general resultan creíbles pese a estar estereotipados. Todo estos elementos se integran bien en una película sin excesivas pretensiones que cumple eficazmente su intención de ofrecer una visión general, razonablemente realista dada la época, de la campaña de Normandia.

De entre lo que más me gustó destacaría el atrezzo militar, que dada la cercania temporal a los hechos, es bastante real, de manera que los alemanes portan MP-40 y MGs-42, y los americanos las BAR, los fusiles Garand…etc, incluso los tanques alemanes que aparecen están modificados externamente para tener la apariencia de Tigers. La ambientación de los escenarios del campamento, la playa OMAHA y el Bocage es asimismo bastante buena y convincente. Las secuencias de combates resultan igualmente creibles, y son especialmente realistas las escenas que transcurren en el Bocage cuando el pelotón norteamericano tiene que neutralizar un cañón antitanque alemán, ya que tácticamente la escena es perfecta, recreando con bastante realismo el tipo de enfrentamiento a corta distancia que se dio en el terreno de setos vivos normandos.

Por ponerle algunos “peros” al film, puede criticarse el uso extensivo que se hace de imágenes sacadas de material documental de archivo, y que las escenas del desembarco en la playa OMAHA resultan bastante decepcionantes, ya que, aparte de está rodadas con muy pocos extras, parece que los americanos vencen fácilmente la resistencia en las playas, cuando en realidad costó horas de duros combates abrirse paso hacia el interior. Esa es, sin duda, la parte más floja de la película, aunque se entiende que la cortedad del presupuesto impuso limitaciones a la hora de recrear en el desembarco.

En resumen “Dia D, hora H” es un título aceptablemente entretenido, pero más interesante desde el punto de vista militar que cinematográfico. Una película discreta y sin pretensiones, pero bastante correcta en todos sus aspectos. No desmerece un visionado por parte de los buenos aficionados a la historia militar.

Calificación: 5/10

lunes, 21 de julio de 2008

Evasion en Atenea (Escape to Athena)

Evasión en Atenea (1979)

La acción nos sitúa en una isla griega del Egeo en algún momento de 1944. El mayor Otto Hecht (Roger Moore) es el comandante de un campo de prisioneros aliados donde se recluyen a varios especialistas formando un equipo para la recuperación de tesoros arqueológicos griegos. Los prisioneros aliados, liderados por el profesor Blake (David Niven) intentan fugarse y apoderarse de los fabulosos tesoros que se esconden en un monasterio cercano al monte Atenea. Al mismo tiempo, el lider de la resistencia griega Zeno (Telly Savalas) planea liberar a los prisioneros para asaltar el monasterio donde se sospecha que los alemanes tienen una base de cohetes V-2.

En lo que al cine bélico se refiere, los años 70 fueron terreno abonado para las producciones un tanto extravagantes e impregnadas de un cierto aire sicodélico propio de la época. Es el caso de “Evasión en Atenea”, realizada por el director estadounidense de origen griego George P. Cosmatos, quien contó con un deslumbrante reparto de estrellas internacionales, gracias en gran medida a que el hijo de David Niven era uno de los responsables de la producción y pudo convencer a su padre y a otras estrellas de renombre internacional para actuar en el film. Pero lo cierto es que, aparte del reparto, poco más puede rescatarse de esta película. Para empezar, el argumento es un refrito de varias tramas en las que pueden observarse reminiscencias de películas como “La Gran Evasión” o “Los cañones de Navarone” pero, por supuesto, con un desarrollo bastante más chapucero que el de aquellos grandes clásicos del cine bélico.

Por otro lado, los personajes resultan bastante inverosímiles y no hay por donde cogerlos, desde el corrupto coronel Hetch, hasta el cómico charlatán interpretado por Eliott Gould, todos parecen personajes de un vodevil de baja estofa. Por este motivo, los actores aparecen bastante desdibujados en sus respectivos papeles, y ni Roger Moore, ni David Niven ni Claudia Cardinale pueden hacer mucho por salvarse del naufragio impuesto por un guión bastante flojo. Pero sin duda, lo peor que puede decirse de una película de acción como esta es que, en líneas generales, resulta bastante aburrida. Y no por falta de tramas, porque estas van desde la voladura de una base de submarinos, pasando por el robo de un tesoro, y terminando en el sabotaje de una bomba V-2. Pero ninguna de estas tramas está suficientemente desarrollada, ni existe un hilo conductor adecuado para engarzarlas de una manera que resulte interesante para el espectador.

En definitiva, y exceptuando una trepidante secuencia de persecución en moto por las estrechas calles de un pueblo griego y la fotografía de exteriores, que se beneficia de los bellos escenarios de la isla de Rodas, donde tuvo lugar el rodaje, la película ofrece muy pocos puntos interés. En conjunto estamos ante una película que destila un aire de producto poco pulido y poco serio. Más allá de la curiosidad por ver a tantos actores buenos en una producción de baja calidad como esta, Evasión en Atenea resulta más bien un título infumable. Prescindible.

Calificación: 3,5/10