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martes, 28 de abril de 2009

Sin destino (Sorstalanság)

Sin destino (2005)

Gyorgy Köves, es un joven judío hungaro de catorce años residente en Budapest, cuya vida se ve repentinamente sacudida cuando su padre es enviado a un campo de concentración. Gyorgy comienza entonces a trabajar en una fábrica, hasta que un día es apresado en un control de carretera y enviado junto con otros judios al campo de concentración de Auschwitz. A partir de ese momento, el protagonista iniciará un duro periplo por varios campos de exterminio nazis, donde conocerá el horror, el hambre y las penalidades, aunque también aprenderá la importancia de valores como la esperanza, la dignidad o la amistad.

A estas alturas, teniendo en cuenta la cantidad de películas y documentales que se han hecho sobre el holocausto judío y el genocidio nazi, resulta bastante difícil ofrecer algo minimamente original o novedoso respecto a este infame episodio de la historia del S. XX. Pese a ello, el director de fotografía y realizador húngaro Lajos Koltai, ha ofrecido una de las más recientes aproximaciones al tema del genocidio nazi, adaptando la novela homónima de tintes autobiográficos escrita por el premio Nobel húngaro Imre Kertész, basándose en sus propias experiencias cuando fue deportado a un campo de concentración en 1944.

Apuntaba antes la dificultad de ofrecer algo novedoso a la hora de tratar el tema de holocausto, hecho por el que resulta doblemente meritorio el que “Sin destino” lo haya logrado en buena medida. En primer lugar, llama la atención el hecho de que no solo se denuncie la barbarie nazi, sino también la colaboración de buena parte de la población húngara, (ejemplificada en la escena en la que el policía húngaro trata de extorsionar a sus prisioneros judíos a cambio de agua) y también de aquellos presos de los campos que abusaron de sus privilegios a costa de sus compañeros. También es destacable que en su enfoque, y aun viviendo el horror de los campos, el personaje del joven Gyorgy aun encuentra lugar para la amistad, la ternura e incluso la alegría, unos matices que dotan de una inusitada humanidad a los personajes. Finalmente, también hay que reseñar la excelente recreación de los escenarios y la puesta en escena, la cual, unida a una magnífica fotografía (se aprecia aquí el oficio técnico de Koltai), la cual sirve para realzar el ambiente opresivo que se retrata, mediante el uso predominante de unos tonos de color apagados y cenicientos, que dotan de un innegable halo de veracidad a la narración.

Sin embargo, no todo alcanza la excelencia en este film. Lo cierto es que la historia acusa una marcada falta de ritmo en su primera hora, y también se resiente por el excesivo uso que se hace de las elipsis y “fundidos a negro” en su segunda mitad. Sin embargo, hay que reconocer que, tras el inicio un tanto plomizo, la película sabe remontar el vuelo conforme avanza la trama e ir captando gradualmente la atención del espectador, aunque el tono desapasionado de la narración hace que la historia no termine de fascinar completamente al espectador.

Por otra parte, el film se apoya en una muy buena interpretación del joven protagonista Marcell Nagy, bien secundado por el resto de actores; así como en unas secuencias bastante logradas. De entre estas destaca la que nos muestra la larga espera de los prisioneros en formación para un recuento obligados a permanecer en pie durante horas, mientras sus cuerpos extenuados se agitan intentando no perder el equilibrio, una bellísima metáfora visual soberbiamente filmada mediante la alternancia de planos cenitales y travellings laterales, secuencia que me pareció lo mejor del film.

Además, la buena factura estética de la película se ve respaldada por la banda sonora compuesta por Ennio Morricone, que acompaña bastante bien los momentos culminantes del film. En resumidas cuentas, “Sin destino” nos ofrece una nueva visión alternativa acerca del drama que sufrieron millones de seres humanos recluidos en los campos de concentración. Y lo hace ofreciendo una historia honesta y de hondura humana, y en la que se echa en falta principalmente algo más de continuidad en el ritmo de la narración, lo que hubiera elevado aun más su categoría cinematográfica. Con todo, no cabe duda de que se trata de una película bastante estimable y que resulta aleccionadora en más de un sentido.

Calificación: 6,5/10

martes, 21 de abril de 2009

El tambor de hojalata (Die Blechtrommel)

El tambor de hojalata (1979)

Oscar Matzerah es un niño alemán que nace en la ciudad libre de Danzig en 1924. Pronto, Oscar dará muestras de ser muy especial, no solo por sus poderes vocales para romper vidrios con sus gritos, sino también por su rechazo al mundo del los adultos y su decisión de no seguir creciendo cuando cumple 3 años. Con la permanente compañía de un tambor de hojalata que le prometieron al nacer, Oscar será testigo privilegiado de toda una serie de acontecimientos incluyendo el advenimiento del nazismo, la invasión alemana, y las penalidades de la guerra.

Las adaptaciones cinematográficas de novelas y textos literarios en general siempre han sido difíciles, en parte porque no es lo mismo una historia contada para ser leida que para ser vista, y también porque tanto el cine como la literatura tienen sus propios lenguajes y recursos narrativos, no siempre compatibles y, en ocasiones, antagónicos. Viene a cuento esta reflexión porque viendo películas como “El tambor de hojalata” uno se da cuenta de lo difícil que es convertir una gran novela, como lo es el texto homónimo del escritor Gunter Grass (muy probablemente, su mejor obra) en una gran película.

Y ciertamente eso es lo que ocurre en este caso. Porque el film del realizador alemán Volker Schlöndorff no peca precisamente por apartarse del texto literario en el que se inspira, sino que más bien falla por querer ser demasiado fiel al mismo. Y esto es un problema porque es casi imposible trasvasar al cine una novela de una extensión considerable y con una estructura tan compleja y rica en matices como la que nos ocupa, sin que se pierda algo en el proceso. Mucho de esto ocurre en el caso de “El tambor de hojalata”, a todas luces una película bastante irregular y que se divididir en dos partes claramente diferenciadas.

Lo mejor de la película está en sus primeros tres cuartos de hora, con un arranque muy bien narrado que sirve de introducción a los personajes y la historia. En ese tramo, la película refleja a la perfección el espíritu de la novela, con una mezcla de elementos surrealistas y satíricos, empleando un tono narrativo que puede encuadrarse dentro del realismo mágico. También contiene esa parte las escenas más logradas del film como el sabotaje por parte de Oscar del mitín nazi, o cuando rompe las vidrieras de la iglesia con sus gritos. Sin embargo, conforme avanza el metraje, da la sensanción de que la película pierde fuelle, a la vez que va decayendo el interés de la historia, quizás porque quiere reflejar con demasiado detalle la novela, dejando de lado la precisión narrativa. Otro problema añadido es que da la impresión de que en su primera parte, que abarca la mitad de la novela, la película haya querido copiar minuciosamente los hechos que se cuentan en la novela, para luego precipitar de una manera bastante brusca los acontecimientos que se narran en la segunda mitad del libro. Por ello, el desenlace (al que se dedican apenas 40 minutos de los 140 totales) resulta un tanto deslavazado, incoherente y apresurado, especialmente si no se ha leído la novela.

Además, en más de un aspecto “El tambor de hojalata” es un film que no ha envejecido bien. Sin duda, en la época de su estreno debió impactar por su aroma de cine de vanguardia, y la escabrosidad de algunas de sus escenas, sacadas directamente del libro. Pero hoy día, para un público mucho más acostumbrado a los excesos visuales de todo tipo, lo cierto es que resulta mucho menos impactante. Con todo hay que reconocer que la película tiene aspectos bastante buenos como la ambientación, la fotografía, y el trabajo de los actores principales, todos ellos muy convincentes en sus respectivos papeles, con especial mención del niño David Bennent que da vida a un personaje sumamente complicado de interpretar como el de Oscar.

En definitiva, y pese a sus innegables defectos, “El tambor de hojalata” supone una digna adaptación de una de las novelas capitales del S. XX. No obstante, es una película que no termina de resultar redonda por los motivos antes expuestos. Un film que llenará a medias a los lectores de la novela, y que, muy posiblemente, dejará fríos al resto de espectadores.

Calificación: 6/10

lunes, 13 de abril de 2009

Espias en la sombra (Les femmes de l'ombre)

Espias en la sombra (2008)

La acción nos sitúa en Mayo de 1944 pocas semanas antes del desembarco en Normandia. Louis Desfontaines (Sophie Marceu) es una agente francesa del SOE británico, llamada para encabezar una peligrosa misión en suelo francés. Liderando junto a su hermano Pierre un comando formado por cinco mujeres, deberá liberar a un geólogo del servicio secreto, conocedor de los secretos del Día D, enviado por error a un hospital alemán en Normandia. Al mismo tiempo, un oficial de contraespionaje de la SS, el coronel Heindrich, intentará por todos los medios localizar al geólogo para sacarle la información que necesita para confirmar sus sospechas acerca de que Normandia será el lugar elegido por los aliados para desembarcar en Francia.

Las historias sobre la resistencia y las redes espionaje en la Europa ocupada por los nazis han sido tradicionalmente una  fuente casi inagotable de inspiración para decenas de títulos ambientados en la II GM. Siguiendo esta corriente,  esta producción francesa del director Jean Paul Salóme supone una nueva aproximación a dicho tema, con la particularidad de que se trata de una historia protagonizada por mujeres que quiere rendir homenaje a la participación femenina en la contienda, y su contribución a la victoria aliada. Una historia, por cierto, que parece más que inspirada en una novela de Ken Follet titulada “Alto Riesgo” con la que la película comparte muchas similitudes argumentales. Aunque, eso sí, las nacionalidades del jefe y miembros del comando (norteamericano y británicas, en la novela) han sido convenientemente cambiadas para que sea una historia netamente francesa.

Lo primero que llama la atención del film es comprobar –para sonrojo de la industria cinematográfica patria- como un pais europeo como Francia puede igualar a las más caras producciones hollywoodienses en lo tocante a los aspectos técnicos. En ese sentido, la película resulta sobresaliente en cuanto ambientación, fotografía y efectos especiales, y demuestra que el cine europeo no tiene nada que envidiar al norteamericano a la hora de producir films con una puesta en escena espectacular. Sin embargo, y curiosamente, al menos en este caso, “Espias en la sombra” no solo trasvasa al cine europeo los mejores aspectos del norteamericano, sino también sus defectos. Y digo esto porque, entrando a valorar la calidad intrínseca del film, lo cierto es que este presenta más de un aspecto fallido.

En primer lugar, la historia tiene un desarrollo bastante convencional y plano, con una sucesión de escenas acción y fuegos de artificio que no están debidamente conectadas con una parte discursiva medianamente elaborada o algún tipo de tensión dramática que sirva de engarce para las sucesivas escenas de acción. Los personajes, asimismo, resultan bastante estereotipados (el coronel nazi malvado, la abnegada luchadora, la mujer dispuesta al sacrifico torturada por su pasado… etc) y no aportan nada nuevo. Finalmente –y lo que es peor tratándose de un film de acción- pese a que pasan muchas cosas en pantalla a lo largo de sus casi dos horas de metraje, lo cierto es que el interés de la historia decae muy rápidamente, e incluso se hace aburrida en más de un momento. Por lo demás, el desarrollo de la trama no aporta nada (absolutamente, nada) nuevo al género, por lo que el espectador asiste más con resignación que con interés al mismo.

Por ello, y pese a la brillante factura formal que presenta el film, “Espías en la sombra” se queda en un tópico film de acción y aventuras bélicas al uso, que sirve también de vehículo para el lucimiento de la belleza de Sophie Marceau, y del resto de actrices, que en general cumplen bien sus papeles, aunque estos no den demasiado de si. Pero quien espere encontrar cierto rigor histórico o profundidad argumental, mejor que elija otra película. Si algo demuestra este tipo de cine, es que –como apuntaba antes- las producciones europeas pueden ya igualar a las norteamericanas en cuanto a medios de producción, ahora solo faltan buenas historias que respalden y den profundidad a la excelencia técnica.

Calificación: 5,5/10

miércoles, 8 de abril de 2009

El Ogro (Der Unhold)

El ogro (1996)

Abel Tiffauges (John Malkovich) es un niño huerfano introvertido y apocado que pierde a su único ámigo debido a un incendio en el hospicio. Años después, ya de adulto, Abel vive trabajando como mecánico en las afueras de París, relacionándose casi únicamente con niños y animales. La vida de Abel se ve truncada cuando es acusado de agredir sexualmente a una niña, pero la invasión alemana hace que sea enviado al frente en vez de ir a la cárcel. Sin embargo pronto es capturado y enviado como prisionero de guerra a realizar trabajos forzados en Prusia Oriental. Alli, de manera casual trabará conocimiento con el jefe de guardabosques del Reich, y a través de este, acabará siendo miembro del pabellón de caza del mariscal del aire Herman Goering. Finalmente, tras una serie de peripecias, Abel terminará por actuar como reclutador en la Napola del Castillo de Kaltenborn, donde cientos de jovenes alemanes reciben formación para ser la futura élite del III Reich.

Realizada en forma de coproducción europea entre Alemania, Francia y Gan Bretaña, “El ogro” supuso la adaptación para la gran pantalla de una novela del escritor francés Michel Tournier titulada “El rey de los alisios”, bajo la direccion del realizador alemán Volker Schlöndorff. Lo primero que llama la atención de “El ogro” es que se trata de un film un tanto atípico, quizás por el tono marcadamente poético que adopta la historia, y porque supone un viaje a las entrañas de Alemania durante la II GM, además de constituir una ácida reflexión sobre la naturaleza humana en general y el nazismo en particular. Toda la historia gira en torno al personaje central, Abel, muy bien interpretado por John Malkovich, dando vida al “ogro”, que es también narrador en primera persona, a la vez que eje fundamental de la historia.

En cuanto a la valoración del film, he de decir que este me ha parecido un tanto irregular. No cabe duda que el marco histórico que abarca y la perspectiva usada para narrar la II GM y la caida de la Alemania nazi desde dentro es bastante interesante a la vez que relativamente novedosa. Sin embargo, en mi opinión, la película no termina de hilvanar bien los distintos temas que apunta, ni tampoco sabe encontrar el tono adecuado de la narración, que se queda a medio camino entre la fábula poética y lo realista sin terminar de decantarse por ninguno de los dos estilos. Asimismo, el personaje de Abel da la impresión de resultar un tanto plano, algunos matices más a la hora de describir su personalidad habrían sido de agradecer. A esto se le añade que –como suele ser habitual en el cine alemán- el ritmo de la narración no es demasiado vivo, y aunque sus dos horas de duración no llegan a hacerse pesadas, si que acusa algún que otro bajón, aunque en el ultimo tercio de metraje vuelve a levantar el vuelo.

No obstante, hay que reconocer que la película tiene una ambientación sobresaliente, y algunas escenas logradas como por ejemplo las de la fiesta de caza en el pabellón de Goering o el desfile nocturno de antorchas en Kaltenborn y el subsiguiente diálogo del Conde con Abel acerca del nazismo. También es destacable el poético monólogo final que sirve de epílogo a la historia, posiblemente lo mejor de la misma:

Había una vez un marinero que en medio de una tormenta marina, teniendo miedo de morir en pecado, cargó sobre sus hombros a un niño, esperando que al salvar al muchacho se salvaría a sí mismo, pues la inocencia del niño le ayudaría a obtener la misericordia de Dios. Recordad siempre que estáis bajo el signo de san Cristobal: sois portadores de niños. Recordad que mientras llevéis a un niño, podréis eludir el mal refugiándoos bajo el manto de la inocencia, atravesaréis ríos, tempestades, podréis atravesar incluso las llamas del pecado.

En resumen, “El Ogro” es una típica producción europea que se sigue con interés, aunque no con apasionamiento. Un film quizás un tanto fallido en cuanto a sus planteamientos, pero de más que correcta factura y con una temática bastante atractiva. Por ello, aunque no termine de desarrollar plenamente todo lo que apunta, merece la pena verse.

Calificación: 6,5/10

miércoles, 1 de abril de 2009

Morituri

Morituri (1965)

La acción no sitúa en 1942. Robert Crain, (Marlon Brando) es un pacifista alemán exiliado en la India, que es reclutado a la fuerza por el Servicio Secreto Británico, para una misión secreta. La misión de Crain consistirá en infiltrarse, haciéndose pasar por un oficial de la SS, en el Ingo, un mercante que transporta una importante carga de caucho cuya confiscación interesa mucho a los aliados, con la finalidad de sabotear el barco para facilitar su captura. Pronto Crain descubrirá que además de a los peligros de su arriesgada misión, habrá de enfrentarse también al Capitán Mueller (Yul Brynner), el oficial al mando del buque, un hombre de ideas antinazis, pero decidido a cumplir su misión de conducir el barco hasta su destino a toda costa.

Morituri te salutant! era la frase con la que los gladiadores se dirigían al emperador romano antes de lanzarse a luchar a muerte, y de cuyo enunciado la película toma su título. Dirigida por competente realizador austríaco Bernard Wicki (director de la magnífica "El puente"), con guión basado en una novela de Werner Luedecke. Hay que decir que Morituri es una de esas películas que, a priori, reunía todos los elementos necesarios para convertirse en un clásico. En primer lugar, por el hecho de contar con un reparto sobresaliente con dos grandes de la pantalla como Brando y Brynner, amén de contar en la dirección con un realizador de talento como Bernard Wicki. Todo ello aderezado con una Banda sonora compuesta para la ocasión por el maestro Jerry Goldsmith, y una excelente fotografía en B/N merecedora de una nominación al oscar.

Sin embargo, y pese a contar con tan buenos mimbres, Morituri pasó bastante desapercibida para crítica y público en la época de su estreno, y aun hoy día es uno de los títulos menos conocidos dentro de la filmografía de Brando, lo cual, viendo la película resulta bastante comprensible. No se puede negar que la historia tiene un punto de partida interesante y que tiene escenas y diálogos bastante logrados. No obstante, la película falla en varios aspectos, que impiden que esta sea redonda. En primer lugar hay que señalar que el desarrollo de la trama se va haciendo más intrincado conforme avanza el film, mezclando una serie de elementos de espionaje, acción, antibelicistas… etc. Pero esta mayor densidad narrativa repercute negativamente en cuanto al interés de la historia, de forma que esta se va haciendo más complicada, a la par que monótona y reiterativa. A mi modo de ver, le falta algo más de pulso narrativo para enganchar al espectador, y sobre todo, para mantener el interés lo largo de sus más de dos horas de metraje, que llegan a hacerse largas.

Por otro lado, el aspecto interpretativo no es todo lo brillante que cabría esperarse. Yul Brynner cumple con corrección en su papel (un tanto arquetípico) de hombre atrapado en el dilema que se plantea entre su sentido del deber y su moralidad, aunque lo hace sin excesivo lucimiento. Marlon Brando, por su parte, estaba en una de las fases más bajas de su carrera interpretativa cuando participó en esta película, y la verdad es que su actuación no pasa de discreta, excesivamente hierática y muy alejada, desde luego, de sus mejores papeles.

En definitiva, “Morituri” se queda en un título correcto, filmado, eso sí, con unos medios bastante importantes. Sin embargo tales medios no ocultan el hecho de que la historia que cuenta, en principio interesante, quede sepultada por la hipertrofia narrativa que atenaza el desarrollo argumental del film. Una película que puede considerarse fallida, aunque posiblemente gustará a los mitómanos seguidores de Brando, pero que no pasa de discreta en cuanto a su calidad cinematográfica.

Calificación: 5,5/10