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jueves, 28 de abril de 2011

La Señora Miniver (Mrs. Miniver)

La Señora Miniver (1942)

La señora Kay Miniver (Greer Garson), una ama de casa de clase media acomodada residente en un tranquilo pueblo a las afueras de Londres, verá como la apacible vida que lleva junto a su marido Clem (Walter Pidgeon) y sus tres hijos, se ve alterada por el estallido de la guerra mundial. Mientras Clem se alista en el servicio auxiliar de patrullas fluviales, el hijo mayor de la familia se enrola en la RAF, y toda la familia, como el resto de la población de la zona, comienza a verse sometida a los bombardeos alemanes del verano de 1940.

Al hablar sobre La Señora Miniver Winston Churchill afirmó que la película había contribuido más el esfuerzo bélico de Gran Bretaña que una flotilla de destructores. Puede argumentarse que quizás Churchill fue un poco exagerado al hacer tal afirmación, pero ciertamente el éxito de La Señora Miniver entre el público anglosajón (y especialmente en EEUU) supuso un notable espaldarazo propagandístico para la lucha en solitario que Gran Bretaña había mantenido contra el III Reich hasta finales de 1941. El éxito de película entre el público estadounidense –el mismo presidente Roosevelt elogió públicamente el film- le valió para se reconocida con la nominación a 12 Oscars en la edición de 1943, de los cuales ganó 6, incluyendo los de mejor película, dirección, guión, y actriz principal. Un éxito que satisfizo enormemente a su director, William Wyller, ciudadano estadounidense de origen alemán, que admitió abiertamente que había realizado la película con una finalidad propagandística, y especialmente para acercar las simpatías del público estadounidense a la lucha del pueblo británico frente al nazismo. Y desde luego puede decirse que Wyller consiguió plenamente su objetivo. Pero la contribución de Wyller a la causa aliada no terminaría con este film, sino que continuaría desde 1942 hasta el final de la guerra, con la realización de una serie de documentales bélicos de propaganda que Wyller se encargó de filmar en los principales escenarios bélicos de la contienda donde combatian las tropas aliadas.

Entrando a valorar el film, hay que señalar ante todo que La Señora Miniver es, como su propio prólogo aclara, una historia de gente común cuyas vidas se ven de pronto alteradas por la guerra. Un enfoque ciertamente novedoso, al hacer una aproximación al conflicto no desde la perspectiva de los combatientes en el frente, sino desde el espíritu de resistencia y sacrificio de la población civil en la retaguardia. En ese sentido, el mayor mérito de Wyller es el de construir una historia sólida a partir de unos personajes más bien arquetípicos, como la madre de familia ejemplar, el jóven rebelde, la aristócrata engreida…etc. Wyller también supo plasmar en la pantalla una serie de situaciones emotivas que captan la atención del espectador, como la inquietante escena de la Sra. Miniver con el piloto alemán derribado, la de la familia pasando la noche en el refugio antiaéreo mientras en el exterior estallan las bombas, o el sermón del pastor homenajeando a los civiles muertos por los bombardeos en el escenario de la iglesia semiderruida.

Ahora bien, lo anterior tampoco puede ocultar el hecho de que el mensaje del film resulte, valorado en conjunto, bastante de simplista, y que el panorama que la película dibuja acerca de la sociedad británica de la época resulte más que edulcorado y excesivamente idílico. Aunque eso no oscurece los otros aspectos meritorios del film, como la excelente labor de los actores, la cuidada puesta en escena y la elegante fotografía, lo cierto es que el éxito de La Señora Miniver tuvo un importante componente coyuntural, y que claramente estamos ante una de esas películas sobrevaloradas por la Academia de Hollywood. Pese a lo cual, La señora Miniver puede considerarse uno de los títulos clásicos del cine propagandístico, un título de obligado visionado que sirve para redondear la entrada número 300 de este blog.

Calificación: 6/10

sábado, 23 de abril de 2011

Sangre, sudor y lágrimas (In which we serve)

Sangre, sudor y lágrimas (1942)

Tras ser botado en las semanas previas al estallido de la II guerra mundial, el destructor de la Royal Navy HMS Turrin recibe la llegada de su tripulación con su comandante, el Capitán Kinkrass (Noel Coward) al frente. Pronto, el Turrin entrará en acción en aguas de Noruega, para colaborar más tarde en la evacuación de Dunkerke, hasta ser gravemente dañado durante las operaciones navales contra la isla de Creta. Entretanto, el capitán Kinkrass y algunos de sus hombres irán recordando sus experiencias anteriores al estallido de la guerra.

Sangre sudor y lágrimas (traducción que hace referencia a la fámosa frase de Churchill y que poco tiene que ver con el título original, que viene a significar “En la cual servimos”) es una película propagandística británica, producida en el periodo inicial de la contienda, cuyo interés reside más en el trasfondo de su gestación que en la historia que cuenta. El proyecto salió adelante gracias al empeño del comediante Noel Coward, amigo personal de Churchill y de Lord Mountbatten que, deseoso de contribuir al esfuerzo bélico de su país saliéndose del ámbito de la comedia, se inspiró en las experiencias de Mountbatten al frente del destructor HMS Kelly durante los primeros meses de la guerra, las cuales sirvieron de base para elaborar el guión del film. Además, este supuso el primer trabajo en la dirección de uno de los grandes realizadores del siglo XX, David Lean.

Como Coward, que en principio iba a ser el director además del protagonista del film, no tenía experiencia en la dirección le preguntó a un amigo quien podría ayudarle como codirector, y la repuesta que obtuvo fue: “puedes contar con el mejor editor del país: David Lean”. Una vez que este accedió a participar en el proyecto, su diligencia durante los primeros días de rodaje fue tal que Coward decidió dejar enteramente en manos de Lean las labores de dirección, centrándose él en la interpretación. El rodaje pudo concluirse en un plazo relativamente breve gracias al total respaldo que el ministerio de información dio al film, de modo que Coward pudo contar con cientos de marineros reales para que actuaran como extras en la película. Después de su estreno, además, Coward recibió una felicitación oficial del almirantazgo británico por el retrato altamente realista que la película hacia de la guerra en el mar.

En ese sentido, puede decirse que lo mejor de Sangre, sudor y lágrimas es, sin duda, su alto grado de realismo. Se nota que el guión bebe directamente de las experiencias bélicas de un capitán de navío ya que el aspecto bélico de la producción –bastante logrado desde el punto de vista técnico pese a las evidentes limitaciones de la época- resulta bastante realista, especialmente en las secuencias que muestran el hundimiento del destructor en Creta tras ser bombardeado por aviones de la Luftwaffe.

Tampoco está mal la interpretación de Noel Coward en el papel de capitán Kinkrass, sobre todo teniendo en cuenta el cambio de registro que tuvo que hacer el actor, anteriormente encasillado en papeles de comedia. La técnica narrativa puede considerarse igualmente bastante novedosa para la época, ya que la historia está narrada en gran medida mediante una serie de flashbacks, que nos retrotraen a las semanas anteriores al estallido de la guerra, y nos muestran la vida de los protagonistas durante esos días que precedieron al estallido de la contienda. Sin embargo, la película también tiene aspectos mejorables, en especial la falta de ritmo de la que adolecen buena parte de dichos flashbacks –muchos de los cuales se pierden en diálogos y anécdotas más bien insustanciales- y quizás el hecho de que el mensaje propagandístico resulta demasiado poco sútil. Se trata ante todo de resaltar el espíritu de abnegación y sacrificio del pueblo británico ante la guerra, sin introducir mayores matices, por lo que en ese aspecto, la trama resulta bastante plana para el espectador actual.

En cualquier caso, por ser una película más que correcta en el aspecto técnico y por haber supuesto el debut en la dirección del gran David Lean, Sangre, sudor y lágrimas es de esos títulos clásicos que no desmerece un visionado. Pese a no ser de lo mejor dentro del género propagandístico tiene su punto de interés.

Calificación: 5,5/10

lunes, 11 de abril de 2011

A diez segundos del infierno (Ten seconds to hell)

A diez segundos del infierno (1959)

Tras el fin de la II GM, un grupo de seis ex prisioneros de guerra alemanes especialistas en la desactivación de bombas llega a Berlin para trabajar como artificieros en las ruinas de la ciudad, repletas de proyectiles sin estallar. El grupo, liderado por Erick Koertner (Jack Palance) establece un pacto en base al cual la mitad del sueldo de los artificieros será destinado a un fondo que recibirá aquel que logre sobrevivir a la peligrosa tarea encomendada. Esto hará que surja una acendrada rivalidad entre Erick y el ambicioso Karl Witz (Jeff Chandler), decidido a sobrevivir a cualquier precio para llevarse el dinero del fondo.

A diez segundos del infierno fue uno de los primeros trabajos en la carrera cinematográfica del realizador Robert Aldrich, quien años más tarde alcanzaría la fama con la dirección de Doce del Patíbulo. Sin embargo, el nombre de Aldrich no figura en los títulos de crédito, ya que en el montaje final de la película, los responsables del estudio entendieron que la duración del film era demasiado larga, por lo que decidieron eliminar 30 minutos de metraje. Esta decisión, adoptada de manera unilateral por parte de la productora indignó a Aldrich, que exigió la restitución del material eliminado. Como finalmente el estudio no accedió a los deseos del director, el nombre de este fue eliminado de los créditos.

Curiosamente, y al igual que en el caso de El Único Evadido, A diez segundos del infierno fue una producción auspiciada por los estudios británicos Hammer Films –famosos principalmente por haber producido algunos de los títulos míticos del género de terror de los años 50 y 60- cuyos protagonistas eran soldados alemanes. El eje central de la narración gira en torno a la tensión que viven los protagonistas y el duelo latente de personalidades antagónicas que se establece entre el personaje de Erik Koertner, lider natural del grupo de artificieros, y el individualista y cínico Karl Wirtz. Este punto de partida argumental es bien desarrollado a lo largo de la trama, si bien esta peca de un punto de previsibilidad y cierta falta de pulso narrativo, y ello pese al importante recorte de metraje que, como apuntaba antes, sufrió el film en la fase de posproducción. Por otra parte, la subtrama romántica que se introduce en la historia, por medio del personaje de la atormentada viuda Margot Hofer, tampoco aporta demasiado, pues esta resulta más bien tópica y redundante antes que enriquecedora, y se antoja como un elemento más bien insustancial y accesorio de la trama.

Lo mejor de la película, aparte de la lograda recreación del Berlin derruido y deprimente de la posguerra, radica en su desenlace, algunas secuencias de tensión dramática bien resuelta y en las buenas interpretaciones del dúo formado por Jack Palance y Jeff Chandler, que sostienen un digno e interesante duelo interpretativo a lo largo del film. Por lo demás, A diez segundos del infierno no puede considerarse uno de los mejores trabajos dentro de la filmografía de Robert Aldrich. Pese a ello, es una historia que puede considerarse un antiguo referente de la reciente y oscarizada En tierra hostil. Un título interesante, aunque algo fallido en el aspecto narrativo.

Calificación: 5,5/10

lunes, 4 de abril de 2011

El Único Evadido (The Only that Got Away)

El único evadido (1957)

La historia comienza en Septiembre de 1940. Tras ver como su avión es derribado en Kent, el teniente Franz Von Werra (Hardy Kruger) es enviado a Londres e interrogado por el servicio de inteligencia de la RAF. Poco después Von Werra es enviado a una prisión del noroeste de Inglaterra, de donde no tarda en fugarse. Tras ser nuevamente capturado y trasladado a otra prisión, un nuevo intento de fuga fallido hará que sea enviado en barco, junto a otros prisioneros alemanes conflictivos, con destino a un campo de prisioneros en Canadá, lo cual, no obstante, no impedirá que Von Werra persista en sus planes de fuga para regresar a Alemania.

Como su propio título indica, El único Evadido relata la historia de una evasión, aunque curiosamente, esta producción británica no versa sobre la fuga de prisioneros de guerra aliados, sino sobre la huida de un aviador alemán. Concretamente, la película reconstruye los hechos que rodearon la fuga de Franz Von Werra, teniente de la Luftwaffe que pasó a la historia anecdótica de la II GM por ser el único prisionero de guerra germano que logró fugarse de sus captores, mientras era trasladado a un campo de prisioneros en Canadá, y regresar a Alemania. La evasión de Von Werra tuvo, además, unas consecuencias perniciosas para la inteligencia aliada, ya que de vuelta en Alemania, Von Werra advirtió al mando de la Luftwaffe acerca de las sutiles técnicas de interrogatorio con las que la RAF sacaba información de los pilotos alemanes derribados. De este modo, gracias al testimonio de Von Werra, la Luftwaffe pudo instruir a sus pilotos para que evitaran las preguntas comprometedoras de los interrogadores británicos.

En cuanto a la calidad del Film, hay que decir que “El Único Evadido” es una película sencilla y sin pretensiones, pero también muy amena para el espectador. Y ello es en gran medida debido a la estupenda interpretación de su protagonista, el actor alemán Hardy Kruger, que realmente consigue que el espectador empatice y, además, simpatice con su personaje. Porque, aparte del notable parecido físico que Kruger compartía con Von Werra, lo cierto es que actor sabe dotar a su personaje de las dosis justas de arrogancia, simpatía, y carisma, que hacen muy creíble su interpretación, que es de las que realmente llegan al espectador. Hasta el punto de que esta puede compararse con la no menos memorable actuación de Steve McQueen en La Gran Evasión, un papel, por cierto, que parece bastante inspirado en el de Kruger. Especialmente interesante es la parte dedicada a la captura y posterior interrogatorio de Von Werra, y como muestra el duelo entre el astuto interrogador británico y el inteligente prisionero, que termina dándose cuenta de las tretas de sus captores para sonsacarle información militar.

Es una pena que la película no profundice algo más en la parte dedicada a las dos fugas fallidas del protagonista y el duelo de astucia que se establece con sus captores británicos, porque de lo contrario podríamos haber estado ante un relato mucho más atractivo. Pese a ello, en la parte dedicada a las evasiones del protagonista, los paralelismos con La Gran Evasión son tan evidentes que no resulta descabellado pensar que John Sturges se inspiró en más de un aspecto en esta historia a la hora de preparar el guión de su famoso film. En cualquier caso, y a pesar de ser una producción relativamente modesta y sin pretensiones, El Único Evadido funciona perfectamente como un intenso relato de aventuras, entreteniendo al espectador gracias a la agilidad de su ritmo narrativo y a la precisión con la que se nos cuenta la historia del protagonista. En ese sentido, es de agradecer la objetividad con la que se aborda la figura de Von Werra, evitando en todo momento el recurso fácil de caer en el alegato antinazi, y optando en cambio por ofrecer un retrato equilibrado del personaje que es muy de agradecer.

En resumidas cuentas, El Único Evadido es una película con el típico sello artesanal propio del cine británico, a la par que un relato ameno y bastante estimulante dentro de sus limitaciones artísticas. Un titulo que, sin duda, merece la pena descubrir.

Calificación: 6,5/10