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miércoles, 14 de diciembre de 2016

Land of Mine (Under Sandet)

Land of Mine - Bajo la arena (2015)
 
Dinamarca, mayo de 1945. Recien finalizada la guerra en Europa, cientos de jovenes prisioneros de guerra alemanes son forzados por el ejército danés a retirar miles de minas terrestres que habían sido colocadas a lo largo de la costa oeste danesa durante ocupación alemana.  Uno de esos grupos se le asigna al sargento Carl Rasmussen (Ronald Moller), un duro veterano de las fuerzas paracaidistas que guarda un enorme rencor hacia los alemanes como consecuencia de la ocupación de su país por la Werhmacht.  Pese a ello, las duras experiencias que vivirá el sargento Rasmussen junto a sus prisioneros  harán que con el transcurso de las semanas la inicial hostilidad del sargento de paso a un sentimiento de fraternidad e incluso afecto hacia estos.
 
Land of Mine es una reciente coproducción germano-danesa que aborda, en clave de drama bélico, unos hechos  verídicos y poco conocido hasta la fecha, concretamente el empleo masivo de prisioneros de guerra alemanes para la desactivación y retirada de las minas terrestres que las fuerzas de ocupación alemanas habían colocado en territorio danés.  Se calcula que de los 2.000 prisioneros empleados en dicha tarea al menos la mitad murieron o sufrieron graves heridas en los meses posteriores al fin de la guerra. Partiendo de esta premisa argumental, el director Martin Zandvliet construye un sólido alegato antibélico y a favor de la fraternidad humana, que se hizo acreedor de varios premios del público en distintos festivales del cine Europeo.
Entrando a valorar el film, considero que estamos ante una película que sin duda cuenta una historia de manera sólida, con un argumento que se desarrolla efizcamente a lo largo del film. En ese sentido, opino que lo más logrado es como se muestra la evolución del personaje principal, el duro Sargento Rasmussen, y como este evoluciona desde su inicial e indisimulado odio hacia sus prisioneros, pasando por la comprensión, hasta llegar finalmente a sentir afecto por los adolescentes a los que envía diariamente a realizar una tarea que equivale a una muerte casi segura. También me gustaron otros aspectos técnicos de la producción como la fotografía (que realza magníficamente los escenarios exteriores donde se desarrolla la historia), el vestuario, y la ambientación del film. En el apartado interpretativo, es reseñable el buen trabajo del actor principal, Ronald Moller, que logra dotar de mucha humanidad a su personaje, estando bien respaldado por el resto de jóvenes interpretes que dan vida a los prisioneros alemanes.
 
No obstante, Land of Mine también adolece de una serie de puntos débiles que impiden que estemos ante una película totalmente redonda. En primer lugar, el desarrollo de los personajes (exceptuando el del Sargento) resulta totalmente esquemático y unidimensional, de modo que en ese aspecto se echa en falta algo más de profundidad en el retrato que se ofrece del resto de protagonistas y personajes secundarios, lo que hubiera resultado en una mejor visión de conjunto. Tampoco habría estado de más, como contrapeso de la victimización de los alemanes, que se hubiera esbozado de alguna manera el origen del odio hacia estos, y los rigores de la ocupación, cosa que se echa en falta en el desarrollo de la historia. Pero por lo demás, no cabe duda que la película ofrece al espectador una historia que se sigue con interés que no decae a lo largo de su ajustado metraje (algo menos de 100 minutos), y que tiene un par de momentos especialmente conmovedores en lo que a carga emotiva se refiere.
En definitiva, Land of Mine es una película que pese a no ser del todo redonda, sí que sirve para conocer unos hechos muy poco difundidos hasta la fecha, y que sin duda será apreciada por los buenos aficionados al cine bélico, pese a no ser propiamente una pelicula de acción bélica.  Sin duda, uno de los títulos bélicos del cine europeo más interesantes de los últimos tiempos.
 
Calificación: 6,5/10

domingo, 23 de febrero de 2014

Emperor


Emperor (2013)

Japón, 1945. Poco después de producirse la rendición nipona, el General Douglas McArthur (Tommy Lee Jones) llega a Tokyo para hacerse cargo del ejército de ocupación estadounidense. Además, McArthur  trae consigo un encargo especial de la Casa Blanca: detener a los principales criminales de guerra japoneses y determinar si el emperador Hirohito puede ser procesado como resposanble del ataque a Pearl Harbor. Para esta espinosa tarea McArthur confiará en uno de sus expertos en asuntos japoneses, el general Bonner Fellers (Matthew Fox), quien, de forma paralela a la investigación sobre el Emperador tratará de averiguar el paradero de Aya, una mujer japonesa con la que Fellers mantuvo un breve romance antes del inicio de la guerra.
 
Emperor es una muy reciente coproducción entre Japón y Estados Unidos que aborda uno de los episodios quizás más poco tratados en el cine sobre la II GM, como es el de la posguerra en Japón.  El guión se basa en un libro escrito por el autor japonés Shiro Okamoto  titulado “His Majesty Salvation” (La Salvación de su Majestad) que ahondaba en el papel que jugó Hirohito en  la rendición de Japón y en la inmediata posguerra.  Hay que decir que pese a tratarse de una producción relativamente modesta, Emperor resulta un título mejor de lo que puede esperarse a priori, introduciendo la historia de un modo bastante interesante, y desarrollando la investigación del general Fellers como una trama en forma de Thriller, lo que sirve para dotar de una más que estimable agilidad al relato, sobre todo en su primera mitad. La ambientación de Tokyo arrasada por los bombardeos y del resto de escenarios exteriores también resulta bastante convincente, y facilita que el espectador se sumerja de lleno en la historia.  
 
No obstante, la película adolece igualmente de un par de puntos débiles que impiden que la narración termine de resultar redonda en su conjunto. El primero –y quizás, mas importante- es el poco vuelo de la subtrama romántica que se introduce para contar la historia de amor entre Fellers y la japonesa Aya. Una trama afortunadamente breve en cuanto a minutos de metraje, pero que entorpece más que enriquece la narración principal, y que no aporta absolutamente nada de valor a la historia. Una trama, por tanto, que perfectamente podría haberse suprimido del guión.

El otro aspecto que no me terminó de convencer radica en la elección del reparto.  Tommy Lee Jones cumple con corrección en su papel de McArthur, pero da la impresión que en algún momento sobreactúa, y además su caracterización física no termina de encajar con la del personaje real. Por encima de ello, la interpretación de Matthew Fox  (famoso por su participación en la serie “Perdidos”) en el papel principal del general Fellers, me pareció un completo fiasco, dada la poca credibilidad que el actor imprime a su personaje, haciendo gala de unos recursos interpretativos más bien limitados.  Por añadir otro pequeño “pero”, hay que decir que es una pena que el guión no ahonde más en el desarrollo algunas de las cuestiones que apunta: el choque entre culturas, el verdadero significado de la justicia entre naciones que han sido enemigas, o la responsabilidad de quien ostenta el mando supremo de una nación o un ejército.  De haberlo hecho, muy posiblemente habríamos estado ante una de las grandes películas de la década.
En cualquier caso, no cabe duda que “Emperor” es un título que resultará sin duda intereante para los aficionados al cine histórico, y un título más que asequible para el público en general. Una historia interesante, aunque no del todo bien desarrollada, que tiene momentos y algunas líneas de diálogo bastante apreciables. En definitiva, un film de pulcra factura que no desmerece un visionado.

Calificación: 6/10

viernes, 29 de julio de 2011

Los Juicios de Nuremberg (Nuremberg)

Los Juicios de Nuremberg (2000)

Tras el fin de la II GM y la derrota de la Alemania Nazi, los principales dirigentes del III Reich, con Hermann Goering (Brian Cox) a la cabeza son capturados por los aliados y enviados a la prisión de Nuremberg, para ser sometidos a juicio por crímenes de guerra y contra la humanidad. El fiscal jefe del proceso, el norteamericano Robert Jackson (Alec Baldwin), ayudado por su asistente Elsie Douglas y el psicólogo Gustav Gilbert (Matt Craven) serán los encargados de encabezar la acusación contra los procesados, y en especial contra la astuta defensa adoptada por Göring frente a las acusaciones.

Esta producción televisiva, coproducida entre estudios de EEUU y Canada, reconstruye -mediante un formato a medio camino entre el telefilm y el docudrama-, el episodio histórico de los célebres Procesos de Nuremberg, un conjunto de juicios que se siguieron en dicha ciudad alemana contra los integrantes de la cúpula dirigente del III Reich entre 1945 y 1946. Con un guión basado en un libro de John E. Persico titulado “Nuremberg Infamy on Trial” ("Nuremberg: La infamia procesada"), el film reconstruye los principales episodios que rodearon el juicio seguido contra los principales responsables de la mayor destrucción sufrida por Europa y el mundo en toda la Historia de la humanidad. Un tema, por cierto, que ya había sido abordado en el clásico de 1961 Vencedores o Vencidos, si bien esta última no trataba sobre el proceso principal contra los dirigentes nazis.

En el caso que nos ocupa, Los Juicios de Nuremberg tiene varios elementos bastante atractivos para el espectador. En primer lugar es destacable la buena labor de ambientación y puesta en escena, así como la fidelidad histórica con la que se reproducen las sesionas del juicio. También acierta el guión al centrarse en el duelo dialéctico y de personalidades que se establece entre el fiscal Jackson y Hermann Goering, quien pronto se erige en el principal cabecilla de los acusados, y el más peligroso de ellos, tanto por su inteligencia y como por su ascendiente moral sobre el resto de encausados. Eso, únido a la brillante actuación de un Brian Cox, (de lejos, el más entonado del reparto) metido de lleno en el personaje del Reichsmarshall alemán, Göring, condesan los aspectos más destacables del film. Una interpretación, por cierto, que le valió al actor para hacerse con un merecido Premio Emmy a la mejor interpretación masculina en un papel secundario en la edicion de dichos premios correspondiente al año 2001.

Por lo demás, Los Juicios de Nuremberg no ofrece nada especialmente novedoso o destacable. Se limita a contar la historia del juicio desde una perspectiva más bien lineal, que no llega a transcender más allá de los hechos históricos ya sobradamente conocidos por el público mínimamente instruido en ellos. Quizás en ese sentido se echa de menos algo más de profundidad a la hora de analizar las motivaciones de los dirigentes nazis y las causas que llevaron a una nación civilizada como Alemania a ir directa a la hecatombe.

En definitiva, Los Juicios de Nuremberg es una pulcra producción televisiva, con elementos típicos del thriller judicial, que se sigue con interés por parte del espectador aficionado a los temas históricos. Quizás en el plano narrativo podría haber ofrecido algún aspecto más estimulante, pero en lineas generales entretiene contando con fidelidad los hechos que relata. Un telefilm no especialmente brillante, pero sí recomendable.

Calificación: 6/10

lunes, 11 de abril de 2011

A diez segundos del infierno (Ten seconds to hell)

A diez segundos del infierno (1959)

Tras el fin de la II GM, un grupo de seis ex prisioneros de guerra alemanes especialistas en la desactivación de bombas llega a Berlin para trabajar como artificieros en las ruinas de la ciudad, repletas de proyectiles sin estallar. El grupo, liderado por Erick Koertner (Jack Palance) establece un pacto en base al cual la mitad del sueldo de los artificieros será destinado a un fondo que recibirá aquel que logre sobrevivir a la peligrosa tarea encomendada. Esto hará que surja una acendrada rivalidad entre Erick y el ambicioso Karl Witz (Jeff Chandler), decidido a sobrevivir a cualquier precio para llevarse el dinero del fondo.

A diez segundos del infierno fue uno de los primeros trabajos en la carrera cinematográfica del realizador Robert Aldrich, quien años más tarde alcanzaría la fama con la dirección de Doce del Patíbulo. Sin embargo, el nombre de Aldrich no figura en los títulos de crédito, ya que en el montaje final de la película, los responsables del estudio entendieron que la duración del film era demasiado larga, por lo que decidieron eliminar 30 minutos de metraje. Esta decisión, adoptada de manera unilateral por parte de la productora indignó a Aldrich, que exigió la restitución del material eliminado. Como finalmente el estudio no accedió a los deseos del director, el nombre de este fue eliminado de los créditos.

Curiosamente, y al igual que en el caso de El Único Evadido, A diez segundos del infierno fue una producción auspiciada por los estudios británicos Hammer Films –famosos principalmente por haber producido algunos de los títulos míticos del género de terror de los años 50 y 60- cuyos protagonistas eran soldados alemanes. El eje central de la narración gira en torno a la tensión que viven los protagonistas y el duelo latente de personalidades antagónicas que se establece entre el personaje de Erik Koertner, lider natural del grupo de artificieros, y el individualista y cínico Karl Wirtz. Este punto de partida argumental es bien desarrollado a lo largo de la trama, si bien esta peca de un punto de previsibilidad y cierta falta de pulso narrativo, y ello pese al importante recorte de metraje que, como apuntaba antes, sufrió el film en la fase de posproducción. Por otra parte, la subtrama romántica que se introduce en la historia, por medio del personaje de la atormentada viuda Margot Hofer, tampoco aporta demasiado, pues esta resulta más bien tópica y redundante antes que enriquecedora, y se antoja como un elemento más bien insustancial y accesorio de la trama.

Lo mejor de la película, aparte de la lograda recreación del Berlin derruido y deprimente de la posguerra, radica en su desenlace, algunas secuencias de tensión dramática bien resuelta y en las buenas interpretaciones del dúo formado por Jack Palance y Jeff Chandler, que sostienen un digno e interesante duelo interpretativo a lo largo del film. Por lo demás, A diez segundos del infierno no puede considerarse uno de los mejores trabajos dentro de la filmografía de Robert Aldrich. Pese a ello, es una historia que puede considerarse un antiguo referente de la reciente y oscarizada En tierra hostil. Un título interesante, aunque algo fallido en el aspecto narrativo.

Calificación: 5,5/10

viernes, 28 de enero de 2011

El médico de Stalingrado (Der Artz von Stalingrad)

El médico de Stalingrado (1958)

La historia comienza en 1943. Tras la derrota de Stalingrado, el médico militar Fritz Böhler (O.E. Hasse) es capturado por los rusos junto con cientos de soldados, siendo enviados a un campo de prisioneros. Años después del final de la guerra, ya en 1949, Böhler y sus compañeros de reclusión, aun en manos de sus captores, tratan de sobrevivir a las duras condiciones de su cautiverio. Cuando uno de los prisioneros alemanes sufre un ataque de apendicitis, Böhler, pese a la prohibición de los rusos, decide arriesgarse a operarlo, lo cual complicará aun más la situación de los alemanes, expuestos a nuevas represalias de sus captores.

En 1956 aparecía publicada en Alemania la novela titulada Der Artz Von Stalingrad, del escritor alemán Heinz G. Konsalik, antiguo corresponsal de guerra alemán, que en los años posteriores a la contienda se dedicó a escribir una serie de relatos literarios basados en sucesos ocurridos en los frentes de batalla. En este caso, Konsalik se basó en la experiencia personal de un médico militar alemán capturado por los rusos en Stalingrado, el Doctor Ottmar Kohler, quien había sido repatriado a Alemania en 1953, tras diez años de cautiverio en la URSS. El libro pronto se convirtió en un arrollador éxito de ventas, siendo traducido a varios idiomas y alcanzando una gran difusión en Europa Occidental. No es de extrañar, por tanto, que las productoras cinematográficas alemanas se apresuraran a trasladar la historia de la novela al cine. La dirección del film recayó sobre el realizador húngaro Géza von Radványi, mientras que para el papel protagonista del doctor Böhler se eligió al solvente actor alemán O.E. Hasse, quien cuatro años antes, había ofrecido una muy buena actuación en Almirante Canaris, encarnando al famoso jefe del Abwerh.

Entrando a analizar el film, hay que decir que “El médico de Stalingrado” aborda un conjunto de temas interesantes a la hora de narrar la historia. Me gustó especialmente como la película desgrana el complejo entramado de relaciones humanas que se establecen entre los guardianes rusos y sus cautivos alemanes; unas relaciones que oscilan entre la desconfianza y el odio mutuos, pasando por el pragmatismo de unos y otros a la hora de sacar provecho de las circunstancias, e incluso los romances que surgen entre los prisioneros alemanes y las mujeres rusas destinadas en el campo. Igualmente, es interesante señalar que, pese a tratarse de una película de los años 50, tanto por el lenguaje que usan los personajes como por la forma de abordar los temas que se tratan, dan la sensación de que fue un film adelantado a su tiempo en más de un aspecto. También hay diálogos que son muy buenos, como cuando Böhler, ante las quejas de un subordinado por el trato que les dan los rusos, le recuerda que “Somos huéspedes aquí… de hecho, vinimos sin que nadie nos invitara”. En el apartado interpretativo, brilla especialmente O.E. Hasse, estando bien secundado por el resto de actores, entre los que se cuentan varios secundarios ilustres del cine alemán de la época, como Johannes Messemer y Eva Bartok.

Por ponerle algunos “peros” a la película habría que señalar que no termina de ahondar en los temas controvertidos respecto a los sentimientos de culpabilidad por la destrucción causada en la URSS o el odio entre los bandos antagonistas; así como la impresión que transmite de cierta idealización de algunas situaciones y del comportamiento de los personajes principales. Pese a ello, hay que concluir que El médico de Stalingrado, es un film de muy esmerada factura, buen guión y que cuenta con oficio una historia no exenta de interés. Sin llegar a ser una película muy destacada, sí que deja un buen sabor de boca al espectador. Recomendable.

Calificación: 6/10

domingo, 23 de enero de 2011

In Tranzit

In Tranzit (2008)

La historia comienza a principios de 1946, unos meses después del fin de la contienda. Un grupo de prisioneros de guerra alemanes llega a un campo de tránsito femenino situado a las afueras de Leningrado. Pese a tratarse de un campo para mujeres, el coronel Pavlov (John Malkovich), jefe del NKVD de la zona, ordena que los prisioneros alemanes permanezcan allí con un fin oculto. Con la ayuda de la doctora del campo Natalia (Vera Farmiga), Pavlov quiere localizar a los oficiales de la SS que se esconden con nombre falso entre los prisioneros alemanes, amenazando a Natalia con deportar a Siberia a su marido Andrei, mentalmente incapacitado a consecuencia de las heridas sufridas durante la guerra. Sin embargo, la situación se complica cuando surge un atisbo de romance entre la doctora y uno de los prisioneros alemanes, Max.

In Tranzit es el típico caso en el que un guión con una muy interesante idea de base, se desaprovecha al no saber desarrollarla adecuadamente. Porque lo cierto es que la historia, basada en hechos reales, de los prisioneros alemanes enviados al campo de Leningrado, a ser custodiados por las mujeres que habían vivido en primera persona el asedio de la ciudad y cuyos familiares y amigos habían muerto durante la guerra, ofrecía mucho margen para dar lugar a una buena película. Cosa que confirma el arranque de la película, mostrando la tensa llegada de los prisioneros alemanes al campo, así como el desprecio y la violencia física que sufren a cargo de sus antiguas víctimas, convertidas ahora en verdugos.

No obtante, transcurridos los primeros veinte minutos de metraje, la historia se va diluyendo inevitablemente, a la par que el director pierde el pulso de la narración. Ello es debido principalmente a que el tono de la narración, adecuadamente oscuro y opresivo en el primer tramo de la historia, evoluciona conforme avanza esta, hasta el punto de llegar a hacerse extrañamente almibarado –con la inclusión de varias tramas románticas muy mal desarrolladas– e incluso un tanto inverosímil. A esto hay que sumarle el hecho de que las líneas narrativas que se intentan abarcar (drama carcelario, la historia de espionaje, y la trama romántica), resultan más bien planas, de modo que ninguna de las historias que se intercalan resulta plenamente satisfactoria para el espectador. Y esto es algo que ni la decente ambientación, ni el correcto trabajo interpretativo del reparto, en especial de los protagonistas John Malkovich y Vera Farmiga, puede solucionar. En todo momento, da la sensación de que la película, quitando sus primeros minutos, no termina de encontrar el tono adecuado, y al final se queda en un producto fallido, que malbarata el buen punto de partida argumental, al que podría habérsele sacado un mayor jugo dramático.

En definitiva, In Tranzit, ofrece cierto interés por abordar un tema interesante historícamente hablando, y además, poco trillado desde el punto de vista cinematográfico. Pero aparte de eso, y quitando el oficio interpretativo de su buen reparto, no ofrece demasiados aspectos de interés. Una película pasable, pero que decepciona en más de un sentido.

Calificación: 5/10

martes, 18 de mayo de 2010

The Pacific (X): Home

The Pacific. Capitulo X: Home

15 de agosto de 1945. Mientras Leckie se recupera en el hospital de las heridas sufridas en Peleliu, llegan noticias de la rendición japonesa. El final de la guerra hace que los marines sean desmovilizados y que la mayor parte de ellos regresen a sus casas. Mientras Leckie consigue recobrar su puesto como periodista en un periodico local e iniciar una relación con una antigua conocida suya, Sledge aun traumatizado por las experiencias vividas en el frente, descubre que retomar la vida civil puede ser muy complicado para un joven veterano de guerra.

Al igual que ocurrió con el último episodio de Hermanos de Sangre, el décimo capítulo de la saga “The Pacific” ha venido a poner el cierre y epílogo a la serie. Y la verdad es que, vistos los precedentes de los anteriores episodios dedicados a la vida en retaguardia, me temía lo peor para este último capítulo de la serie. Temores que –por desgracia- se han visto confirmados. La verdad es que la comparación de este finale, con el capítulo titulado Puntos, que servia de cierre a Hermanos de Sangre no tiene color. Mientras que en este último se mostraban al espectador de una forma clara y fidedigna las inquietudes y problemas del soldado aun movilizado una vez terminada la guerra, en este caso, Home ha tratado de retratar el aspecto de la reincorporación a la vida civil del soldado desmovilizado. El problema, sin embargo, ha sido el mismo que el que se ha apreciado en capítulos anteriores cuando se trataba de abordar la dimensión humana de los personajes. Esto es, al final, este episodio se limita a mostrar una historia contada sin ritmo, y lo que es peor, desarrollada de una manera bastante insulsa. Y la verdad es que el tema daba para bastante más, pero al final todo se queda en agua de borrajas.

La parte dedicada a Leckie me ha parecido del todo insustancial, el personaje recobra su vida anterior, su empleo, y logra readaptarse sin problemas e incluso iniciar una relación sentimental. Y a eso le dedican veinte minutos del capítulo. En cuanto a la parte dedicada a Sledge, que a priori ofrecía un mayor interés (sobre todo por el retrato previo que se ha hecho del personaje a lo largo de la serie) finalmente se solventa con un par de escenas más bien tópicas, que nos muestran el trauma interno que vive el personaje. Nada que nos enseñe el sindrome de estrés postraumático (por ejemplo, mediante la típica escena de un sueño que muestre un flashback de los combates), las dificultades de readaptación a la vida civil, el recuerdo de los camaradas… en fin, nada en absoluto. Da la impresión como si los guionistas hubieran querido “suavizar” en cierta medida el tono de este episodio para no mostrar a unos personajes torturados por los recuerdos y el horror de la guerra. Algo, por cierto, que se deja claramente entrever en los testimonios de los veteranos que aparecen al comienzo del episodio.

En definitiva, “Home” solo ha servido para mantener el tono, marcadamente bajo, de los capítulos de la serie dedicados a profundizar en los aspectos personales de los protagonistas. Y a modo de valoración final, puede decirse que la serie ha sido de notable alto en cuanto a sus escenas bélicas, pero de apenas aprobado en el apartado discursivo. La conclusión final no puede ser más clara: considerada en su conjunto, The Pacific ha estado ciertamente lejos de igualar la calidad de Hermanos de Sangre. Pese a ello, la serie ha mantenido el sello de calidad formal y visual de aquella, lo que, unido a algunos episodios notables (en especial, Peleliu Hills) hace que no sea un producto fallido, aunque sí, algo decepcionante para los muchos espectadores que disfrutaron con su predecesora.

Calificación: 5/10

lunes, 13 de julio de 2009

El Lector (The reader)

El Lector (2008)

La acción nos sitúa en Alemania una década después del fin de la II GM. El adolescente de 15 años Michael Berg, enferma en el camino de vuelta a su casa y es ayudado por Hanna Schmitz (Kate Winslet), una mujer que trabaja como revisora de tranvía y que le dobla la edad. Semanas después, y ya recuperado, Michael vuelve a visitar a Hanna con lo que comienza un apasionado idilio, marcado por sus encuentros sexuales, y por las sesiones de lectura de libros con las que Michael entretetiene a Hanna. Un día, esta desaparece repentinamente dejando a su joven amante totalmente abatido. Sin embargo unos años más tarde, Michael, ya estudiante de derecho en la universidad, volverá a reencontrarse con Hannah cuando asiste como espectador a un juicio donde se la juzga, junto con otras mujeres, por haber sido una de las guardianas de un campo de concentración y estar implicada en la muerte de 300 prisioneras judías.

Aunque no es una película ambientada en la II GM, ni en puridad, en la posguerra, me ha parecido interesante abordar el comentario de “El Lector” por ser una de las producciones más recientes que se han aproximado al tema del nazismo desde la perspectiva de la sociedad alemana. La película, basada en el best seller de Bernhard Schlink, titulado Der Vorleser (“El lector en voz alta”) y dirigida por el realizador británico Stephen Dauldry, cosechó muy buenas críticas en su estreno y recibió 5 nominaciones a los Oscar, aunque solo acabó recibiendo una estatuilla, la que ganó Kate Winslet como actriz principal.

Entrando a valorar el film, hay que decir que como ocurre con prácticamente toda adaptación literaria (sobre todo, reciente) que se precie, “El Lector” resulta una película que da la impresión de no haber sabido trasladar a la pantalla todos los matices del texto en que se inspira. En ese sentido, la historia que se mueve en un triple plano: el amor, el sentimiento de culpa, y los dilemas morales, comienza de una forma bastante sólida, mostrando como se entabla la relación prohibida entre el adolescente y la enigmática mujer analfabeta, fascinada por las lecturas que escucha de su joven amante. En esa primera mitad, el film avanza con pulso firme gracias sobre todo a la muy buena interpretación de Winslet en el papel de Hannah, bien secundada por la de su compañero de reparto David Kross, que da vida al jóven Michael, además de tener algunos momentos muy logrados, realzados por una elegante factura formal y visual.

Sin embargo, en la segunda mitad del film, la que muestra el procesamiento de Hannah y su posterior encarcelamiento, la historia pierde claramente fuelle. En esa parte, la historia deviene en un típico (y manido) drama judicial en el que los elementos sentimentales y morales que afectan a los protagonistas se mezclan de una forma un tanto confusa y se desarrollan de manera un tanto desdibujada, anulando el buen hacer de la primera mitad del film. De modo que la película navega hacia un desenlace que no termina de llenar al espectador, dejando muchas preguntas en el aire, amén de dar la sensación de que la historia en esa parte se ha contado omitiendo importantes matices que habrían dotado de más coherencia al relato en su conjunto. En particular, eché en falta que se ahondara algo más en el pasado nazi de la protagonista y su visión de los acontecimientos, aspecto por el que el film pasa de puntillas. Finalmente, habría que añadir que la interpretación de Ralph Fiennes como el maduro Michael flojea bastante respecto a la de sus compañeros de reparto.

En definitiva “El Lector” se queda en un título interesante en su primera mitad, y correcto en lineas generales, pero es una película a la que le falta “alma” y algo más para transmitir al espectador todo lo que apunta. Como apuntaba antes, y pese a que no he leido la novela, da la sensación de que no ha sabido reflejar en pantalla todo lo que el libro contenía. Lo mejor, con diferencia, la magnífica interpretación de Kate Winslet.

Calificación: 6/10

martes, 16 de junio de 2009

Objetivo: Patton (The Brass Target)

Objetivo Patton (1978)

La acción comienza semanas después del fin de la guerra, en 1945. Un tren fuertemente custodiado por tropas norteamericanas que transportaba las reservas de oro alemanas del Reichsbank es asaltado, desapareciendo su cargamento valorado en 250 millones de dólares. Como el robo ha ocurrido en la zona controlada por el ejército del general Patton, este decide supervisar personalmente la investigación para encontrar a los culpables, lo cual hará que estos urdan una conspiración para asesinarle. Paralelamente, el Mayor Joe De Lucca (John Cassavetes) un oficial de inteligencia encargado del caso intentará, con la ayuda de su antigua amante Mara (Sophia Loren), esclarecer los hechos a la vez que proteger la vida del general Patton.

Los años 70 fueron la época del esplendor del thriller de acción y espionaje con trasfondo político, dando lugar a títulos de gran éxito como: “Ha llegado el águila” o “Chacal”. En ese contexto no es de extrañar que el Best Seller de Frederick Nolan titulado “The Algonquin Project”, que especulaba con la posibilidad de que la muerte del general Patton hubiera sido debida en realidad a un complot para acabar con su vida, tuviera igualmente su adaptación para la gran pantalla. Se nota además que los productores quisieron aprovechar el tirón del éxito que había tenido el anterior film sobre el famoso general a principios de la década. Por cierto que, por una vez, el título en español me parece más adecuado que el original, ya que este (Brass Target) podría traducirse como “El objetivo de latón”.

Entrando a valorar el film, la verdad es que, tras un arranque prometedor, la película se desinfla bastante pronto. Dejando de lado lo inverosímil y poco plausible del argumento, lo cierto es que la película flojea en demasiados aspectos, siendo el primero y principal la endeblez de un guión que avanza a trompicones, y que solo sirve para desarrollar torpemente la trama argumental. También es remarcable la floja dirección de que hace gala John Hough, que en ningún momento sabe imprimirle a la historia la dosis necesaria de intriga o suspense. Y pese a que el reparto incluye bastantes actores de primera fila como Max Von Sydow, (en el papel de despiadado asesino a sueldo), Sophia Loren o John Cassavetes, lo cierto es que los interpretes lucen más bien poco en sus respectivos papeles, debido a la mediocridad del guión. Por otra parte, la actuación de George Kennedy como Patton, simplemente está a años luz de la lograda por George C. Scott siete años antes, lo cual no contribuye precisamente a elevar la calidad del film.

Al menos, lo que sí puede decirse es que la historia avanza de manera razonablemente coherente hasta transcurridas tres cuartas partes del metraje. Lo malo es que en ese punto se produce un amago de desenlace que luego, en una pirueta bastante forzada del guión, da otro giro (supuestamente sorprendente) a la trama para terminar esta de manera un tanto brusca. Por salvar algo de la quema, al menos hay que decir que la ambientación de la Europa de la posguerra, las localizaciones (la película se filmó en gran parte en los escenarios reales) y la fotografía son bastante correctas. Pero por lo demás “Objetivo: Patton” resulta un producto fallido, bastante poco creible desde el punto de vista histórico y –lo que es peor, tratándose de una historia basada en un best seller- no del todo entretenido para el espectador. Una película claramente prescindible.

La Crítica de Reisman

Calificación: 3,5/10

martes, 9 de junio de 2009

Los últimos dias de Patton (The last days of Patton)

Los últimos dias de Patton (1986)

La acción comienza en junio de 1945 cuando, una vez terminada la guerra en Europa, Patton es nombrado gobernador militar de Baviera, en el sur de Alemania. Sin embargo su decisión de mantener en sus puestos a los antiguos funcionarios del partido nazi pronto le hará chocar frontalmente con la política de desnazificación de Eisenhower, quien acabará destituyéndolo y poniéndolo al frente del XV ejército, una unidad de oficinistas encargados de escribir la historia oficial de la contienda. Poco después Patton sufrirá un grave accidente de tráfico, y ya en el hospital, el general irá recordando alguno de los pasajes de su vida como joven oficial del ejército en los años anteriores a la guerra.

Dieciséis años después de haber realizado la mejor interpretación de su carrera encarnando el papel protagonista de “Patton”, George C. Scott volvió a meterse en la piel del famoso general norteamericano, en este telefilm que se emitió como miniserie, y que adaptaba el libro homónimo de Ladislas Farago sobre los últimos días del carismático militar. Sin embargo, en esta ocasión el resultado fue mucho menos memorable que el de su anterior interpretación del personaje. En principio, el tema no carecía de interés, pues se trataba de mostrar la otra cara del heroe, la de su adaptación a los tiempos de paz. Pero en esto la película se queda bastante a medias, ya que aunque muestra superficialmente los problemas de Patton con sus superiores, lo hace de manera un tanto superficial, e incluso diría que insustancial, pues pasa de puntillas por los problemas que llevaron a su destitución y marginación del mando para centrarse más en el aspecto personal del general.

A tal efecto, se intercalan en la narración toda una serie de flashbacks sobre la juventud de Patton, pretendidamente profundos pero que en realidad aportan más bien poco a la trama principal, amén de resultar un tanto reiterativos. Personalmente, eché en falta alguna que otra referencia a la actuación de Patton en la II GM, aspecto que no aparece reflejado en el desarrollo de la historia. Por otro lado, ni los diálogos ni las interpretaciones resultan especialmente brillantes, y por momentos el film transmite la impresión de ser un docudrama más que una película. En cuanto a la actuación de George C. Scott, esta resulta correcta, pero está muy lejos de transmitir la fuerza y el magnetismo que supo imprimirle al personaje en la película de 1970, con el inconveniente añadido de que el aspecto físico del actor aparece bastante avejentado respecto a su anterior representación de Patton. Con todo, la película tiene un par de momentos logrados, como cuando Patton le dice comenta a otro militar: “Los políticos de Washington no me quieren, en la guerra les era de utilidad, pero en la paz, me he convertido en un grano en su culo”. También está muy bien reflejada la reconstrucción del accidente que le costaría la vida a Patton.

Pero por lo demás, “Los últimos dias de Patton” se queda en un film simplemente pasable, y que intenta ofrecer una semblanza más personal del personaje histórico, aunque a mi modo de ver, lo hace de una forma muy poco imaginativa. Un título muy por debajo de su predecesor.

La Crítica de Reisman

Calificación: 4/10

viernes, 6 de febrero de 2009

Alemania, año cero (Germania anno zero)

Alemania, año cero (1948)

Berlin, 1947. En el periodo más duro de la posguerra, millones de personas se afanan entre las ruinas de la capital alemana por sobrevivir como pueden en medio de la destrucción causada por la guerra. Entre ellas se encuentra Edmund Moeschke, un niño de 12 años, cuya familia se encuentra en una difícil situación. Acogidos de mala gana en una casa ajena, con su padre gravemente enfermo, el hermano mayor veterano de la Werhmacht ocultandose de la policía, y su hermana alternando con soldados aliados, Edmund deberá asumir responsabilidades de adulto para ayudar a sus parientes. En sus andanzas en busca de comida por la ciudad Edmund volverá a encontrarse con un antiguo profesor, el Señor Enning, quien le inculcará ideas nazis, precipitando una serie de trágicos acontecimientos.

Con Alemania año cero, el director italiano Roberto Rosselini cerraba su trilogía neorralista dedicada a la II GM. Una trilogia que Rosselini habia iniciado con “Roma ciudad abierta” y continuado con “Paisà”. En esta ocasión Rossellini abandona el ambiente italiano para retratar las ruinas de la Alemania devastada por la guerra, tanto material como moralmente. Fiel a su estilo hiperrealista, Rossellini vuelve a ofrecernos las mismas constantes estilísticas de sus anteriores trabajos. Esto se aprecia principalmente en el uso de escenarios y decorados reales (es destacable el largo plano secuencia inicial mostrando las ruinas de Berlin), la iluminación natural, y el empleo de actores no profesionales que más que interpretar, se relacionan entre sí con una naturalidad que traspasa la pantalla.

Sin embargo, pese a que Rossellini no se apartó ni un ápice de su manual de estilo habitual, en mi opinión el resultado final está muy lejos de igualar la calidad de su magnífica “Roma, ciudad abierta”. En esta ocasión, la mirada del cineasta italiano se dirige hacia la desolación que acompaña a los perdedores de la guerra, pero también hacia los causantes de la devastación de Europa, y eso se nota. El cuidado dibujo de las situaciones y de los personajes de los films anteriores del director está aquí totalmente ausente; y su lugar lo ocupa una fría y descarnada visión de la sociedad alemana de la posguerra. Cualquier atisbo de humanidad u optimismo brilla por su ausencia, y en lugar de ello asistimos, a través de la historia del protagonista, a una visceral y descendente espiral de horror, rematada con un trágico desenlace. Una historia que muestra bien a las claras la poca esperanza de redención que Rosselini expresa hacia Alemania en su conjunto, lo cual deja en el espectador cierta sensación de revanchismo latente en forma de testimonio cinematográfico.

En ese aspecto opino que “Alemania año cero” es una película que no ha envejecido bien. Aun reconociendo que las situaciones cotidianas que plantea, mostrando todas las penurias de la posguerra, son muy creíbles, el conjunto de la historia resulta extremadamente desolador. En ese sentido, creo que este film se deja llevar demasiado por los excesos dramáticos e incluso en algún momento (sobre todo en el tramo final del film) bordea el efectismo puro y duro. Contemplada desde un punto de vista meramente documental no puede negarse que el film ofrece un testimonio tremendamente aleccionador sobre las consecuencias de la guerra, pero desde el punto de vista cinematográfico opino que está bastante lejos de ser uno de los mejores trabajos de Rossellini. En mi opinión, una película que es mejor por su forma que por su fondo, aunque indudablemente nos cuenta una historia que impacta por su crudeza y que es difícil de olvidar, a mi no me terminó de convencer en términos cinematográficos.

Calificación: 6,5/10

martes, 23 de diciembre de 2008

Los mejores años de nuestra vida (The best years of our lives)

Los mejores años de nuestra vida (1946)

Recien terminada la contienda mundial, 3 veteranos se conocen en el avión que los lleva de vuelta a sus casas, en Boone City, una pequeña ciudad del Medio Oeste de EEUU. Durante el viaje de regreso los tres hombres traban amistad y comparten sus inquietudes de cara a la reincoporación a la vida civil. Aunque los tres son muy bien recibidos a su llegada por sus respectivas familias, pronto cada uno se enfrentará a sus propias dificultades. Al Stephenson (Frederich March), un sargento de infantería, de posición acomodada y directivo de banca se ve superado por como la sociedad que conocía ha cambiado durante su ausencia. Homer Parrish (Harold Russell), es un marinero que ha perdido sus dos manos, sustituidas por prótesis metálicas, que se enfrenta a retomar su vida como lisiado de guerra y a su miedo al rechazo. Por último, Fred Derry (Dana Andrews), es un heroe de guerra y antiguo piloto de bombarderos, que sufre de estrés postraumático y que, tras verse imposibilitado para conseguir un nuevo empleo, ha de volver a su antiguo puesto como dependiente en unos almacenes.

En agosto de 1944, un reportaje gráfico aparecido en la revista Time, describiendo las dificultades para la readaptación a la vida civil de los veteranos de guerra llamó la atención del productor Samuel Goldwin. Ese mismo artículo serviría de inspiración para la novela titulada “Glory for me” ("Gloria para mi"), escrita por MacKinlay Kantor, cuyos derechos fueron adquiridos inmediatamente por Goldwin, de cara a su adaptación para la gran pantalla. El elegido por el productor para dirigir el proyecto fue William Willer, quien durante la contienda habia filmado varios documentales bélicos, destacando entre ellos el titulado “Memphis Belle”, a la vez que encargaba al prestigioso guionista Robert E. Sherwood la adaptación del texto de Kantor para el guión del film.

Ya desde su mismo título (el cual sugiere con ironía que “Los mejores años de nuestra vida” fueron los de la guerra) la película apunta todo lo que desarrolla con posterioridad. Porque, lejos de cualquier atisbo de triunfalismo inducido por la victoria obtenida por EEUU en la II GM, (y de la que salía, además, convertida en superpotencia), la película se ocupa de mostrar los dramas humanos particulares que se esconden detrás de las victorias en los frentes de batalla. Porque el triunfo de una nación no se logra sin los sacrificios individuales de miles de hombres, cuyas vidas se ven indefectiblemente alteradas por la guerra. Una realidad que se plasmaría en otros films del periodo inmediatamente posterior al fin de la contienda (por ejemplo, "Almas en la hoguera", o incluso en "Objetivo: Birmania") hasta que, a comienzos de la década de los 50, el inicio de la Guerra Fria y el McArtismo se encargaran de borrar este impulso autocrítico, dándole un nuevo giro patriotero al cine bélico; el cual volvería a centrarse en gran medida en loar la épica de las hazañas militares y la exaltación de las virtudes castrenses de las Fuerzas Armadas de EEUU.

Volviendo a la película, creo que el mayor mérito de esta consiste en mostrar no ya solo con realismo, sino con absoluta naturalidad, la realidad cotidiana de la vuelta a la vida civil de los veteranos de guerra. Así, a través de la historia, asistimos junto a los personajes a las dificultades de la reinserción laboral, sus cuitas domésticas, el desarraigo producido por la larga ausencia del hogar, y los problemas familiares derivados de ésta. Todo ello apoyado en un sólido guión que es desarrollado con pulso, haciendo muy llevaderas las casi tres horas de duración del film. Por ponerle algun “pero” a la historia, bajo mi punto de vista, podría haberse evitado la deriva excesivamente melodramática que adquiere la parte en que se narra el romance de Fred Derry con Peggy, la hija de Al Stephenson; de lejos lo más flojo del film.

Otro punto fuerte de la película radica en el trabajo de sus actores, dentro de un reparto en el que no se encontraba ninguna gran estrella de Hollywood, pero pese a lo cual –o quizás precisamente por ello- todos los actores brillan a gran altura con unas interpretaciones que rezuman naturalidad. Se da la circunstancia de que Harold Russel, el actor que interpreta al marinero de las manos amputadas, era realmente un lisiado de guerra, descubierto durante el rodaje de un documental sobre la rehabilitación de soldados mutilados. Pese a no aparecer siquiera en los principales créditos de la película la actuación de Russel marcó un hito, al ser el único actor que ha ganado dos Oscars por un mismo papel: uno por su actuación, y otro honorífico, que la Academia le concedió por servir ejemplo de coraje y superación para los veteranos. Además de los dos oscars de Russel, la película se alzó con otras 5 merecidas estatuillas en la edición de ese año, convirtiéndose además en gran éxito comercial, uno de los mayores de su época.

Para concluir, no puede dejar de reseñarse la mejor secuencia del film, y una de esas secuencias memorables de la historia del Cine. Me estoy refiriendo, naturalmente, a los planos que nos muestran el paseo del ex capitán de las Fuerzas Aereas Fred Derry por el desolado cementerio de aviones listos para desguazar; una poderosa metáfora visual que resume a la perfección el contenido de toda la cinta.

En resumidas cuentas, “Los mejores años de nuestra vida” es una historia que sorprende y seduce a la vez por su tremenda sinceridad y realismo, sobre todo teniendo en cuenta que se estrenó en plena década de los 40. Ciertamente es un título que aun hoy en dia no ha perdido un ápice de su vigencia, lo cual es la mejor muestra de su calidad y que sirve para comprender que estamos ante un clásico atemporal cuyo mensaje no pasa de moda. Imprescindible.

La Crítica de Reisman

Calificación: 8/10

viernes, 19 de diciembre de 2008

Europa (Zentropa)

Europa (1991)

Año 1945. El joven norteamericano de origen alemán Leo Kessler (Jean-Marc Barr) llega a Alemania para trabajar, por mediación de su tio, como revisor en uno de los trenes de la empresa de ferrocarriles Zentropa. A través de sus viajes a lo ancho de un país devastado por la guerra, Leo pronto comprobará la fractura moral que ha producido la contienda entre la población alemana, que conocerá de primera mano gracias a su relacion sentimental con Katharina Hartmann, hija del poderoso magnate del ferrocarril Max Hartmann. Pese a que Leo procura no involucrarse políticamente, la implicación de Katharina con la “Werewolf” o movimiento de resistencia nazi frente a la ocupación aliada lo conducirá a un trágico final.

Antes de que la carrera del famoso realizador danés Lars Von Trier (auténtico enfant terrible del cine europeo reciente) evolucionara definitivamente hacia la búsqueda de la libertad absoluta creativa encarnada por el movimiento cinematográfico de vanguardia llamado “Dogma”, este nos dejó algunos títulos de una factura más convencional. En ese sentido, Europa (la tercera película de una trilogía dedicada a reflexionar sobre la historia de este continente) supone una de las obras cumbres del cine Europeo reciente, a la vez que una de los títulos más accesibles de Von Trier. Entre otros premios, la película se llevó el del jurado del festival de Cannes, consagrando a su director como uno de los grandes realizadores Europeos de las últimas décadas.

La verdad es que personalmente he de decir que la película me atrapó casi desde el primer momento, una vez superada la confusión inicial que supone la introducción de la historia mediante una serie de imágenes de tipo onírico y la voz en off (que en VO era la del actor Max Von Sydow) que dicta órdenes hipnóticas para el espectador. A partir de ese momento, la película envuelve al espectador mediante el desarrollo de la aparentemente simple historia del inocente personaje de Leo Kessler, la película desgrana todo un conjunto de complejas realidades y sensaciones a los que se enfrenta el protagonista. Así asistimos a situaciones que denuncian la dobleza moral de la población alemana y sus ocupantes, el drama de las víctimas del nazismo o el fanatismo que es capaz de mostrar el ser humano.

Todo ello se ve realzado de una manera más que estudiada, mediante el uso de una fotografía predominantemente en B/N que combina el uso del color en determinadas situaciones importantes para el personaje. De este modo, el dirctor construye un universo visual propio, cargado de imágenes sugerentes y simbólicas a la vez. Pero lo más importante, como señalaba antes, es que el aspecto formalmente innovador del film no se usa en tono de pedantería, sino que por el contrario, se pone al servicio de una historia muy bien contada y de la que pueden extraerse múltiples lecturas para el espectador.

No es exagerado afirmar que, con su película, Trier hace un auténtico viaje al corazon de Europa, personificada en la ruinosa Alemania de 1945, logrando mostrar con toda su crudeza las miserias de una sociedad cínica y moralmente destruida por la guerra mundial. Ahora bien, también es de recibo señalar algunas deficiencias que –para mi gusto- empañan los méritos innegables del film. Y es la deriva un tanto semionírica que adquiere la historia conforme se va acercando el desenlace, algo que, a mi modo de ver, viene a romper de alguna mantera el tono adecuadamente equilibrado entre realista y subjetivo que mantiene el film a lo largo de casi todo su metraje. Aparte de esto es inevitable que algunos espectadores encuentren dificilmente accesible el universo visual y narrativo que plantea Von Trier, pese a lo cual hay que insistir en que “Europa” no es especialmente complicada de entender, y, al menos en sus aspectos más convencionales puede ser apreciada por el espectador medio.

En definitiva, considero que “Europa” es uno de esos títulos imprescindibles dentro del cine Europeo, a la vez que constituye una de las reflexiones más descarnadas, pero a la par interesantes y reveladoras, sobre la posguerra Europea y las consecuencias de la II GM. Un título imprescindible para cualquier amante del buen cine.

Calificacion: 8/10

viernes, 12 de diciembre de 2008

El Buen Alemán (The Good German)

El buen alemán (2006)

Berlín, 1945. El corresponsal de guerra norteamericano, capitán Jake Geismer (George Clooney), llega a la derruida capital alemana para cubrir la información relativa a la Conferencia de Potsdam, donde los mandatarios aliados van a terminar de dar forma a la Europa de la posguerra. A su llegada a Berlin, y guiado por su chofer, el cabo Tully (Tobey McGuire), un personaje con oscuros manejos en el mercado negro, Geismer se reecuentra con un antiguo amor, Lena Brandt (Cate Blanchett), con quien se había relacionado antes de la guerra. Lena es ahora la viuda de un oficial alemán que sobrevive alternando con Tully y otros soldados norteamericanos, pese a lo cual Geismer tratará de convencerla para que abandone Berlin junto con él. Las cosas se complican cuando Tully aparece muerto flotando en un rio, con una importante cantidad de dinero en el bolsillo. A partir de ese momento Geismer tratará de esclarecer la muerte de su chofer, pero descubrirá que las autoridades americanas y rusas no están interesadas en remover el caso y que un importante secreto relacionado con Lena se esconde detrás del asesinato de Tully.

Para bien o para mal, hay que reconocerle al director Steven Sordebergh el mérito de intentar ofrecer siempre algo novedoso con cada una de sus películas, tendencia apreciable desde sus primeros títulos cercanos al cine independiente, hasta en los más recientes y comerciales como Ocean´s Eleven. En este caso, el realizador nos ofrece en plena era digital, una obra formalmente rompedora. Empleando una magnífica fotografía en B/N que recrea las técnicas tradicionales de los films de los años 40 y 50, la película consigue trasladar al espectador a la atmósfera del Berlin de la inmediata posguerra, magníficamente recreado mediante el uso de imágenes documentales de época y escenarios reconstruidos. También hay que reconocer que en su primer tercio de metraje la película sabe captar la atención del espectador mediante una acertada introducción de la trama y los personajes, una presentación que bebe nuevamente de las fuentes de los grandes clásicos del cine negro. También es reseñable el buen hacer del trio protagonista, que cumplen con bastante oficio en sus respectivos papeles, especialmente en el caso de Cate Blanchett. Sin embargo, resulta evidente que una vez transcurrida la primera media hora del film, el interes del mismo comienza a decaer de una forma bastante apreciable.

En mi opinión, Sordebergh debió darse cuenta de que la excelencia técnica unida a una buena idea de partida no es suficiente por sí sola para lograr una gran película. A medida que avanza la historia, uno tiene la sensación de que el guionista ha cogido los argumentos de grandes películas como “Casablanca”, “Vencedores o Vencidos” y “El Tercer Hombre”, los ha metido en una coctelera y removido para sacar una mezcla de esos tres clásicos, dándoles un barniz de modernidad. Pero el resultado dista de ser satisfactorio, ya que el desarrollo de la trama se ve entorpecido por un ritmo narrativo deficiente, lo que, unido a la progresiva complicación de la trama sin que esta se explique adecuadamente, hace que el conjunto aparezca excesivamente confuso para el espectador. Da la impresión de que la historia se fuerza hasta el límite para abarcar todos esos elementos argumentales, y a la vez rendir tributo a los títulos mencionados con anteriorioridad, resultando de ello un galimatías escasamente inteligible. Por esta razón, conforme avanza la trama el interés de la misma decrece para el espectador, hasta el punto de que el desenlace (casi calcado, por cierto, de “El Tercer Hombre”) no causa la más mínima impresión, y en mi caso particular, me dejó frio.

Es una pena que el buen hacer en el apartado técnico del film no se vea respaldado por el mismo oficio en el aspecto narrativo, pues había mimbres para hacer una gran película. En vez de ello, al final, “El Buen Alemán” se queda en un film correcto pero fallido, aunque por su fotografía, su recreación del Berlin de la posguerra, y por el regusto del mejor cine negro clásico, no desmerece un visionado por el buen aficionado al género.

Calificación: 5,5/10

martes, 6 de marzo de 2007

Un Mundo Azul Oscuro (Dark Blue World)

Un Mundo Azul Oscuro (2001)

 
Tras la invasión de Checoslovaquia por Alemania, dos pilotos militares checos Frantisek Sláma (apodado "Franta") y Karel Vojtisek, huyen de su país con destino a Inglaterra para luchar contra los alemanes enrolados la RAF. Sin embrago, la buena amistad y camaradería existente entre ambos se verá empañada cuando los dos se enamoran de la misma mujer, Susan Whitmore, cuyo marido ha sido dado por desaparecido en la guerra. A partir de ese momento, los amigos se convertirán en rivales, y su amistad se convertirá en abierta hostilidad.

Con un presupuesto cercano a los 5 millones de dólares, Un mundo Azul Oscuro se convirtió en la producción checa más cara de su época. Con este ambicioso proyecto el realizador Jan Sverak, quiso rendir homenaje a los pilotos checos que combatieron en la RAF durante la II GM, y que tras la caida de Checoslovaquia bajo la órbita comunista, fueron proscritos de la historia oficial del país. La historia, narrada a partir de los flashbacks que el protagonista  va rememorando después de la guerra, mientras es prisionero del régimen comunista checo, resulta  bastante irregular.

En principio, la narración apunta cualidades, como un fino sentido del humor, una buena ambientación, y unas actuaciones bastante creíbles. Pero en mi opinión la película resulta fallida porque no acaba de cuajar bien todos los elementos de la historia que nos cuenta. La historia de amor del trio protagonista resulta algo tópica y más bien folletinesca, y por otro lado el componente bélico no pasa de anecdótico, ya que las escenas de combates aereos, pese a estar bien hechas (no en vano se alquilaron para el rodaje de las secuencias aereas varios aviones Spitfire auténticos), son escasas y se echan en falta algunas escenas de acción adicionales. Personalmente, me convenció más la parte de la historia narrada en la posguerra, cuando Franta, recluido en la cárcel por las autoridades comunistas, reflexiona con otro prisionero, un ex oficial médico de la SS, acerca de su historia personal y de las circunstancias que estropearon su amistad con Karel.

En resumidas cuentas, “Un mundo azul oscuro” tiene destellos de buen cine europeo, pero no acaba de resultar una gran película, principalmente por algunas deficiencias del guión que no acaba de encajar bien todas las piezas que esboza al principio de la narración. Una película correcta y con buenas, aunque breves, escenas de combate. Se deja ver con cierto interés, pero sin llegar a entusiasmar.

Calificación: 5,5/10

miércoles, 21 de febrero de 2007

Vencedores o Vencidos (Judgement at Nuremberg)

Vencedores o Vencidos (1961)

Permitirme apartame por un momento del cine estrictamente bélico para comentar esta película cuyo título original (Judgement at Nuremberg, El Juicio de Nuremberg) es bastante elocuente a la hora de entender el argumento. Tras la condena de los altos cargos nazis, en el año 1948 los jucios de Nuremberg por crímenes de guerra continuan, ahora contra personalidades importantes pero secundarias del III Reich. Para presidir el tribunal que ha de juzgar a 4 jueces alemanes por su colaboración con los crímenes nazis llega a Nuremberg un juez norteamericano de provincias, el juez Haywood (Spencer Tracy), que comprobará en primera persona como el trauma de la guerra y el nazismo ha afectado a Alemania.

Desde este punto de partida argumental, Vencedores o Vencidos transciende de la mera trama judicial para plantear todo tipo de cuestiones morales sobre el fenómeno del nazismo. Se trata de una película profunda y llena de matices, en la que a través de los alegatos de defensa (Maximilian Schell está enorme en su papel de abogado defensor) y del fiscal, se plantean todo tipo de reflexiones sobre la justicia, la legalidad y el deber de obediencia contrapuesto a los principios morales y de humanidad. El papel de los actores es muy creible, y tiene escenas muy logradas. Algunos de los discursos de testigos y acusados ponen la piel de gallina. Recomiendo especialmente el testimonio de Montgomery Clift, como una victima de la politica de esterilización nazi, y el del Dr. Jenning, admitiendo la culpa colectiva de los alemanes por los crímenes nazis.

También es de remarcar el papel de Marlene Dietrich (que por cierto rinde homenaje a la famosa canción Lili Marlene) como esposa de un general alemán fusilado por los americanos, y su sentimientos de negación de la responsabilidad del pueblo alemán. Pero sobre todo, la interpretación de Spencer Tracy como juez, es deslumbrante, sus gestos, sus silencios y sus actitudes ante los dramas que va conociendo dotan de una profundidad a su personaje pocas veces vista en una película. En definitiva, quien quiera entender mejor los sentimientos de los alemanes tras es nazismo y la atmósfera de la Alemania de posguerra, no debería perderse esta grandísima pelicula.