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martes, 24 de marzo de 2009

Guadalcanal (Guadalcanal Diary)

Guadalcanal (1943)
La acción nos sitúa en 1942. Un grupo de infantes de la 1ª división de marines es trasladado a bordo un barco con un destino desconocido. Sin embargo, pronto se conoce que el destino es la captura de Guadalcanal, una de las más grandes islas de las Salomón, y de valor estratégico por causa de un aerodromo que los japoneses intentan poner en funcionamiento dentro de la isla. A través de las vivencias de varios de los marines participantes en la batalla, como el recluta hispano Jesús Alvarez (Anthony Quinn), el jovencisimo recluta Johnny Anderson (Richard Jaeckel); o el duro sargento "Taxi" Potts (William Bendix); la película nos narra las vicisitudes de la dura lucha que a lo largo de varios meses tuvo lugar por el control de Guadalcanal.

Durante los años de la contienda, y especialmente a partir de la entrada de Estados Unidos en guerra, todos los grandes estudios de Hollywood desarrollaron una intensa actividad propagandística en apoyo de la causa aliada. Esta labor se tradujo en un buen número de films bélicos en los cuales naturalmente se trataba de ensalzar el valor de los combatientes, aunque también de describir los hechos que se iban produciendo en el campo de batalla. Dentro de este grupo de películas, de entre las cuales pueden mencionarse, por ejemplo, "Bataan" o “30 segundos sobre Tokio”, se encuadra “Guadalcanal”.

El film, basado en el libro “Guadalcanal Diary”, relato periodístico sobre la batalla escrito por corresponsal de guerra Richard Tregaskis, se rodó con una extraordinaria rapidez e inmediatez respecto a los hechos que cuenta. Para hacerse una idea, basta con decir que la batalla de Guadalcanal concluyó en Noviembre de 1942 y la película se estrenó menos de un año después, en Octubre de 1943. Pese a lo apresurado del rodaje y las limitaciones presupuestarias, el apoyo que el ejército y el cuerpo de marines prestaron a la producción posibilitó que esta pudiera llevarse a buen término en ese tiempo record.

Y lo cierto es que “Guadalcanal” es una de esas películas que sorprenden porque dan la impresión de haberse adelantado a su tiempo en más de un aspecto. Y digo esto porque el film refleja bastante bien los hechos reales y las condiciones que rodearon a la lucha en Guadalcanal, desde el desembarco inicial sin oposición, pasando por la fácil captura del aeródromo “Henderson Field”, hasta la dura lucha por derrotar a los japoneses en el interior de la isla. Pero además la película no se queda ahí sino que se preocupa ahondar en los sentimientos y motivaciones de los personajes, lo cual dota a la película de una cierta profundidad argumental normalmente ausente otras producciones similares. El hecho de que la historia esté basada en un relato de primera mano sobre la batalla se nota, y le confiere a la película un tono de veracidad semidocumental muy de agradecer. Por otra parte las escenas de combate, pese al tiempo transcurrido, están bastante bien filmadas, y aun hoy resultan convincentes, algo que no puede decirse de muchos otros films bélicos contemporáneos.

En el aspecto interpretativo, destaca la presencia en uno de los papeles principales de un joven Anthony Quinn, que ya comenzaba a dar muestras de su carisma como actor. El resto de actores del reparto cumplen bien sus papeles, quizás un tanto arquetípicos, pero correctamente dibujados. Sorprende también la crudeza de ciertas escenas teniendo en cuenta la época de su filmacion, especialmente cuando aparecen los primeros prisioneros japoneses, de aspecto famélico y tembloroso, y un marine pregunta: ¿Y contra estos monos luchamos? o el ametrallamiento del francotirador japonés abatido. Otro aspecto que me gustó es que el film no elude en ningún momento contemplar los aspectos más duros de la lucha en la isla, y en especial la ausencia de todo triunfalismo gratuito, optando por un acentuado realismo a la hora de describir las condiciones reales de los combates en Guadalcanal.

En resumidas cuentas, y dejando de lado los aspectos propagandísticos del film y algunas limitaciones impuestas por la época de su filmación, “Guadalcanal” puede considerarse un más que digno film bélico que ha resistido bastante bien el paso del tiempo. En muchos aspectos tiene poco que envidiar a producciones más recientes como “La delgada linea Roja”. Un film que seguró que gustará a los aficionados al cine bélico en general, y un pequeño clásico del género a descubrir.

Calificación: 6,5/10

martes, 17 de marzo de 2009

Tener y no tener (To have and have not)

Tener y no tener (1944)

La acción nos sitúa en la isla francesa de la Martinica, en 1940 poco después del armisticio franco-germano. Harry Morgan (Humphrey Bogart) es un cínico capitan de barco dedicado junto a su amigo Eddie (Walter Brennan) a alquilar su embarcarción con fines de recreo para turistas. Aunque en principio Morgan solo desea cuidar de si mismo y no involucrarse en política, tras iniciar un romance con la atractiva Mary Brown (Lauren Bacall), acepta un peligroso encargo. Tras ser contactado por la resistencia, Morgan aceptará trasladar en a bordo de su barco a la isla a un importante representante de la Francia Libre del general De Gaulle.

Hay ocasiones en las que el trasfondo de la realización de una película es tan o más interesante que la película en sí. En el caso de “Tener y no tener” esto es perfectamente cierto. Primero, por como se gestó el proyecto del film, ya que al parecer tuvo su origen en una apuesta entre Ernest Hemingway y el magnate Howard Hawks, cuando éste le aseguró al escritor a que era capaz de adaptar al cine su peor relato, convirtiendolo en una gran película. Heminghway aceptó el desafio y le vendió los derechos de su novela de ambiente caribeño “To Have and to Have not” a Hawks. Este, que solía hacer siempre las cosas a lo grande, dispuso que una gran estrella como Humphrey Bogart tuviera el papel principal, además de contratar a todo un premio nobel de literatura como William Faulkner para encabezar el equipo de guionistas que iba a elaborar el guión del film. Pero sobre todo, Hawks tuvo la buena vista de contratar a una jovencísima actriz debutante para darle la réplica a Bogart: una chica delgada y de mirada penetrante llamada Lauren Bacall. La química entre los dos protagonistas no solo fue perfecta, sino que además surgió entre ellos un romance durante las primeras semanas de rodaje, y la pasión entre ambos fue tan evidente que Hawks dio ordenes de aprovechar el tirón y reescribir el guión (que se iba preparando prácticamente sobre la marcha) para darle más protagonismo a Bacall.

Además, la trama de la novela original de Heminghway, que se centraba en el tráfico de ron en torno a la isla de Cuba, fue bastante modificada para no ofender al régimen cubano de Batista, por aquel entonces aliado de EEUU. De este modo, y muy oportunamente, se trasladó la acción a la Martinica francesa, con una historia sobre la organización de la Francia Libre como trasfondo. Básicamente, se trataba de repetir el mismo esquema del gran éxito de Bogart en “Casablanca”, con la que “Tener y no tener” presenta más que evidentes paralelismos y similitudes argumentales.

En ese sentido, no puede decirse que “Tener y no tener” brille especialmente por su originalidad en cuanto a sus planteamientos, y creo que incluso resulta reiterativa con respecto a su ilustre predecesora. Bogart repite aquí su papel de hombre aparentemente cínico, egoísta y descreido, pero que acaba luchando por una buena causa, y la acción se sitúa nuevamente en el ambiente colonial de la Francia de Vichy. Sin embargo, personalmente opino que este intento de emular la fórmula de “Casablanca” resulta fallido. La historia no tiene el mismo calado de aquella, ni los personajes desprenden el mismo magnetismo. Es verdad que el carisma interpretativo de Bacall llena la pantalla, y que no faltan algunos diálogos brillantes, especialmente en las escenas que comparte el dúo protagonista. Además el ritmo narrativo es desigual, con algún que otro bajón bastante acusado en la parte central del metraje, el cual se hace un poco largo, pese a lo ajustado de su duración (95 minutos).

En definitiva, y pese a que algunas críticas hablan de “Tener o no tener” como uno de los mejores clásicos, personalmente la encuentro solo correcta, aunque digna de ser recordada por el gran debut que hizo Lauren Bacall. Pero para mi gusto está lejos de los grandes clásicos de la época.

Calificación: 6/10

viernes, 13 de marzo de 2009

Cuando hierve la sangre (Never so few)

Cuando hierve la sangre (1959)

Birmania, 1942. El Capitan Tom Reynolds (Frank Sinatra) lidera junto con su colega británico De Mortimer (Richard Johnson) un grupo operativo del OSS encargado de dirigir las operaciones de pequeñas unidades birmanas de la tribu Kachin contra las fuerzas ocupantes japonesas en el norte de Birmania. Mientras pasa unos días en el Cuartel General, Reynolds conoce a Carla Vasari (Gina Lollobrigida) una atractiva mujer emparejada con un rico comerciante, surgiendo un apasionado romance entre ambos. De vuelta a la jungla, el convoy de abastecimiento del grupo de Reynolds sufre un ataque por sorpresa, descubriendose tras el mismo que los responsables del ataque no eran japoneses, sino un grupo de soldados chinos nacionalistas en una incursión de saqueo.

Realizada por el director John Sturges, con un guión que adaptaba el Best-Seller de Tom Chamales titulado "Never So Few", una novela basada en un incidente real ocurrido en Birmania durante la guerra. “Cuando Hierve la sangre” es el típico ejemplo de una película con un reparto deslumbrante claramente desperdiciado, y que naufraga en una producción mediocre. Tras hacerse con el papel principal, Frank Sinatra quiso hacer del film un vehículo de lucimiento para él y sus compañeros del famoso “Rat-Pack”, pero unas imprudentes declaraciones en una entrevista de Sammy Davis Jr. afirmando que era mejor cantante que Sinatra, hizo que este lo descartara inmediatamente. En cierto modo fue una suerte, ya que su lugar fue ocupado por un casi debutante Steve McQueen, que prácticamente roba cada plano en el que aparece. También se contrató a la por aquel entonces jóven actriz italiana Gina Lollobrigida, que ya apuntaba maneras de Sex Symbol y que acababa de dar el salto a Hollywood. Además, el reparto se completó con una pléyade de magníficos secundarios como Charles Bronson, Richard Johnson, o Paul Henreid (el Victor Lazlo de “Casablanca”), aparte del ya citado McQueen.

Sin embargo, y pese a su espectacular reparto, la película falla en demasiados aspectos. En primer lugar, pese a un arranque bastante prometedor que muestra a los hombres de Reynolds en acción, emboscando en la jungla a una unidad japonesa, pronto la historia deriva hacia un tópico melodrama romántico (como no) entre los personajes de Sinatra y Lollobrigida. La química entre ambos actores es prácticamente nula, y el personaje de Carla carece de todo interés, más allá de ser una bonita figura decorativa. Esta subtrama romántica tiene un peso apabullante en la historia, y aparte de ser aburrida, no aporta prácticamente nada más allá de servir de excusa para lucir el palmito de la protagonista. Además los diálogos entre Sinatra y Lollobrigida son de los más espurio y superficial que uno pueda imaginar, sin que la interpretación de ambos llegue a brillar en ningún momento, lo que se traduce en bastantes minutos de aburrimiento.

Afortunadamente, los aspectos bélicos del film están más logrados y lo salvan del naufragio total. Las secuencias de acción son de tipo “no sangrientas”, pero en general resultan creíbles. Destacaría especialmente las escenas de la jungla, que logran reflejar aceptablemente bien el clima de desánimo, penalidades y aislamiento que caracterizaba ese tipo de guerra en zonas insalubres y remotas como la selva birmana. La ambientación también está muy lograda, pues no en vano la película se filmó en las localizaciones reales de Birmania, lo cual redunda en el realismo de los paisajes y escenarios exteriores.

En resumidas cuentas “Cuando hierve la sangre” ofrece una hora larga de plúmbeo melodrama romántico, y algo más de media hora de correcta película bélica. Es seguro que había mimbres para ofrecer un producto más decente, sobre todo con un director como Sturges (que poco después filmaría la estupenda “La Gran Evasión”) al frente. Pero al final la película merece más recordarse por su reparto y por la revelación de Steve McQueen como gran actor, que por la historia que cuenta. Una película fallida sobre todo por causa de su plúmbea parte romántica, aunque con algún ramalazo de buen cine bélico que la salvan del desastre total.

Calificación: 5/10

martes, 10 de marzo de 2009

Una tumba al amanecer (Counterpoint)

Una Tumba al amanecer (1967)

La acción nos sitúa en Bélgica, en Diciembre de 1944. Mientras la orquesta del director famoso director sinfónico Lionel Evans (Charlton Heston) actúa para las tropas del frente, se produce la ofensiva alemana en Las Ardenas. Cuando los miembros de la orquesta intentan escapar, son capturados por los alemanes y trasladados como prisioneros a un castillo medieval donde tiene su cuartel el General Schiller (Maximilian Schell), un autoritario oficial que resulta ser admirador de Evans. Mientras Schiller trata de reanudar la ofensiva de sus fuerzas, le propone a Evans que junto con los miembros de su orquesta le ofrezca un concierto para entretener a los oficiales alemanes. Sin embargo, la negativa de Evans a ceder a las intenciones de sus captores hará que se enfrente al resto de músicos de su orquesta, encabezados por Victor (Leslie Nilsen) quienes desean tocar para los alemanes para salvarse del despiadado Coronel Arndt, empeñado en ejecutar a todos los prisioneros.

Una tumba al amanecer” (traducción más que libre del título original “Contrapunto” que hace referencia a dicho término musical) supuso la adaptación para la gran pantalla de la novela titulada The General (“El general”), del escritor Allan Sillitoe. La película abarca una curiosa mezcla de géneros, con elementos de cine bélico, algún toque de thriller, y por supuesto, con un importante componente musical. Este último aspecto puede considerarse el más destacable de la película ya que su banda sonora del film incluye muchas de las más famosas piezas de música clasica de autores como Beethoven, Brahms o Schubert. Entrando a valorar el film, lo primero que destaca es su buen reparto pues en los papeles principales nos encontramos con Charlton Heston y Maximillian Schell (interpretando por enésima vez a un oficial alemán) acompañados por un Leslie Nielsen en un papel muy alejado de los que suele interpretar en sus más recientes comedias alocadas.

Hay que reconocer que el punto de partida de la historia es ciertamente original, y que el inicio de la historia se sigue con interes. Sin embargo, el desarrollo del argumento se me hizo un tanto envarado, y da la impresión de que no termina de fluir con naturalidad. Igualmente, el choque de caracteres entre los personajes de Evans y Schiller, a priori otro de los puntos fuertes de la historia, comienza bien, pero un guión poco imaginativo hace que no termine de resultar lo suficientemente interesante como para compensar la falta de ritmo de la trama principal. También hay que decir que algunas de las situaciones que se plantean, especialmente en lo tocante al interés de Schiller en organizar el concierto en medio de una ofensiva, no resultan del todo creíbles. Afortunadamente la película remonta algo en vuelo en su parte final, aunque en mi opinión el climax narrativo se prolonga demasiado, lo que le resta intensidad dramática al mismo.

En definitiva, “Una tumba al amanecer” se queda en un título de decente factura, pero algo fallido en lo tocante a su desarrollo argumental. No puede decirse tampoco que las intepretaciones de los protagonistas sean especialmente memorables, pese a lo cual, se puede rescatar su parte musical y lo original de su punto de partida argumental. Por lo demás, está bastante lejos de ser una película redonda. Puede considerarse un título menor dentro de la filmografía del gran Charlton Heston.

Calificación: 5,5/10

martes, 3 de marzo de 2009

Bajo diez banderas (Sotto dieci bandiere)

Bajo diez Banderas (1960)

La acción nos sitúa en 1940. El almirantazgo británico se halla desconcertado ante una serie de hundimientos de mercantes sin que se sepa la causa. Tras algunos hundimientos, se descubre que el responsable es un buque de superficie alemán que opera como corsario. Decidido a acabar con la amenaza de este buque, el Almirante Russel (Charles Laughton) moviliza a las unidades disponibles para dar caza al corsario. Sin embargo, el Capitan Rogge (Van Heflin), capitán del crucero auxiliar Atlantis, se muestra como un adversario tremendamente astuto y escurridizo usando todo tipo de argucias para enmascarar su barco haciendolo pasar por una nave mercante.

Durante los primeros meses de la II guerra mundial los buques corsarios alemanes fueron los protagonistas de una corta, pero intensa, campaña marítima contra el tráfico mercante aliado a lo largo de los océanos. Una de las naves corsarias alemanas con más éxito fue el crucero Atlantis, que a lo largo de su singladura logró destruir 22 mercantes aliados, sembrando el terror en las lineas de navegación británicas. Finalmente, enviado a reaprovisionar de combustible al submarino U-126, el Atlantis fue localizado y hundido en el Atlantico Sur el 22 de noviembre de 1941 por el crucero pesado británico Devonshire.

Realizada como coproducción italo-americana, “Bajo diez banderas” se encargó de trasladar a la gran pantalla la historia del Atlantis y de su carismático capitán, Bernhard Rogge. Este era un marino a la vieja usanza, un hombre de honor acrisolado y extremadamente respetuoso con las leyes internacionales, tal y como aparece retratado en el film, personaje, por cierto que puede considerarse uno de los primeros en romper con el tópico de "nazis fanáticos" tan recurrente en las películas bélicas coetaneas. Como era usual en aquella época la producción contó con la presencia de dos actores de Hollywood en un momento bajo de sus carreras, en este caso el gran Charles Laughton (en uno de sus últimos papeles) como almirante británico empeñado en dar caza al Atlantis, y Van Heflin, que encarna en la pantalla al capitán Rogge. Cabe señalar que la película, tanto por su temática argumental como por su desarrollo, entronca directamente con otros títulos similares como “Hundid el Bismarck” y “La Batalla del Rio de la Plata”, si bien en este caso es evidente que la promotora contó con unos medios de producción más bien modestos y que el presupuesto que se manejó para el rodaje no era demasiado holgado.

Pese a ello, no puede negarse que la película está hecha con oficio, y sabe suplir su escasez de presupuesto ofreciendo una historia bien contada y desarrollada con pulso narrativo adecuado. Por lo demás, la película ofrece, además de los elementos típicos de las películas de guerra naval, una subtrama de espionaje, que nos muestra los intentos aliados por hacerse con el mapa secreto del alto mando naval alemán en Paris. Las escenas navales no están mal, sobre todo teniendo en cuenta las limitaciones presupuestarias, que se aprecian especialmente en el uso de imágenes de relleno sacadas de documentales de combates navales reales. En cuanto a las actuaciones de los protagonistas, Van Heflin compone un creible personaje como el capitán Rogge, mientras que la interpretación de Charles Laughton en el papel del Almirante Russel me pareció un poco sobreactuada, y desde luego, lejos de los mejores papeles de este gran actor.

En resumidas cuentas, Bajo diez banderas es una película que seguramente hará pasar un buen rato a los aficionados a los temas navales y al cine de aventuras. Pese a su ausencia de pretensiones, es una película razonablemente entretenida y de aceptable factura pese a su modestia de medios.

Calificación: 6/10