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viernes, 14 de diciembre de 2007

Adios Muchachos (Au Revoir, Les Enfants)

Adios Muchachos (1987)

A finales de 1943, el Colegio católico de los Padres Carmelitas en Fontainebleau será el escenario del nacimiento de una estrecha amistad entre dos niños de 13 años de edad, Julien Quentin (Gerard Manesse), un muchacho católico, hijo de una rica familia parisina, y el recien llegado Jean Bonnet, (Raphael Fejtö), un chico judio que en realidad se apellida Kippenstein y que se oculta en el colegio de la persecución nazi. Con trasfondo del ambiente desolador de la guerra que se libra lejos del colegio, Julián y Jean vivirán el paso de la infancia a la adolescencia así como el descubrimiento de los sentimientos adultos y de la verdadera amistad.

Más de una década después de sacudir conciencias tratando el tema del colaboracionismo en “Lacombe Lucien”, Malle volvió a tocar nuevamente el tema del comportamiento de la sociedad francesa durante la época de la ocupación alemana. También en este caso el ritmo de la narración es pausado, y se presentan los hechos de una forma bastante aséptica, pero, a diferencia de lo que ocurría en “Lacombe…”, la carga emocional que transmite el film es bastante mayor, así como el ritmo narrativo es mucho más vigoroso que en aquel film. Con “Adios muchachos” Malle ofrece una lección magistral de cómo hacer cine con aparente sencillez, pero rico en matices; contando una historia interesante con un ritmo pausado, y sobre todo, de cómo ser sensible sin caer en la sensiblería. Como el mismo Malle comentó: “A través de este muchacho que se me parece, he intentado reencontrar aquella primera amistad –la más fuerte- bruscamente destrozada, y representar mi descubrimiento del mundo absurdo de los adultos, con su violencia y sus prejuicios”.

Si “Lacombe Lucien” era una visión descarnada acerca de la realidad del colaboracionismo, “Adios Muchachos” es todo un canto a la amistad y, simultáneamente, una denuncia de las enormes cotas de maldad que es capaz de alcanzar el ser humano. La película tiene varias escenas magistrales (desde la inicial despedida de la madre de Julien en la estación, o la lectura de “Las mil y una noches”, cuando Julien descubre el secreto de Bonnet, y por encima de todas las sobrecogedoras escenas finales). Otro aspecto que me gustó mucho es el tratamiento que se ofrece de los alemanes, mostrando que no todos eran “nazis malos”. Asi la película nos muestra a dos soldados bávaros que rescatan a los niños en el bosque o a un oficial alemán que expulsa a la policía francesa de un restaurante donde estaban acosando a un cliente judío; pero naturalmente sin ocultar la crueldad de la GESTAPO. Esa honestidad de Malle al retratar a los “amigos” y “enemigos” con justicia es algo inusual en el cine.

Por lo demás, aparte de una sólida dirección y guión, la película se apoya en unas magníficas interpretaciones del dúo de niños protagonistas, que rezuman naturalidad y espontaneidad ante las cámaras, logrando que sus interpretaciones resulten absolutamente creibles. Y es precisamente la humanidad que transmiten todos los personajes la que hace de esta película tenga una profundidad desascostumbrada.

En definitiva, “Adios Muchachos” es un directo a la mandibula de la emotividad, además de un sentido y bonito homenaje a la inocencia juvenil, a la tolerancia y a la amistad verdadera, así como una contundente denuncia de la injusticia que es capaz de perpetrar el ser humano. En mi opinión, una pequeña Obra Maestra. Imprescindible.

Calificación: 8,5/10

10 comentarios:

Major Reisman dijo...

Buenas

Totalmente de acuerdo con tu magnífico comentario.

Un saludo

Pepe dijo...

Kleist:

Me ha gustado mucho tu post. Interesante película. Otra más para volver a ver.

Saludos

Anónimo dijo...

Hola Kleist:

Coincido contigo en que es una buena película; quizá sea un poco lenta pero es cierto que presenta multitud de matices.

Muy buen comentario.

Saludos

Steiner

Von Kleist dijo...

Buenas

Gracias por los comentarios. Sobre lo que dice Steiner, yo soy el primero en no tener demasiado aprecio por las películas lentas, pero hay veces que el ritmo pausado se ve más que compensado cuando la historia que se nos cuenta es interesante y profunda. Ese es el caso -a mi modo de ver- de "Adios, muchachos", cine del bueno cocinado a fuego lento.

Saludos

Alfredo P. dijo...

Excelente comentario sobre esta pequeña joya del cine francés.
Ví por primera vez esta película en la televisión, lamentablemente pasaban una versión ya traducida al español; junto con los elementos ya anotados por Von Kleist, me llamó mucho la atención la vida en el internado y especialmente ese profesor que aprovechaba las clases para pasarles noticias radiales a los niños sobre el avance de la guerra. Pareciera que esa era la única actitud para muchos franceses, sentarse a escuchar radio.
Felízmente años después pude ver esta película en su idioma original en una muestra organizada por la Alianza Francesa aquí en Lima, así esta película "se completó" para mí.

Saludos desde Lima.

Alfredo a´"Comisionado".

Von Kleist dijo...

Buenas Alfredo

Gracias por tu comentario. Sin duda, ver las películas en V.O. le añaden un plus de veracidad y sobre todo, se conservan matices interpretativos que de otro modo se pierden con la traducción. Me alegro de que ambos coincidamos en el gusto por esta excelente película.

Saludos

Anónimo dijo...

El trauma del colaboracionismo hasta donde tengo entendio en francia, no fué sólo el colaboracionismo directo sino la caza de brujas de franceses contra franceses donde la palabra colaboriacionista era como una patente de corso para cobrarse cuentas pendientes con quien fuera que te cayera mal teniendo siempre la razón de tu parte. Y como muchos se protegían su propio pasado atacando al vecino, por extraño que pudiera parecer, los casos que se vieron debieron de parecer muy tristes. Un acierto hacer una película de amistad sobre tan feo telón de fondo.

Por cierto, recuedro haber visto una película de Hopikins de un abogado que está entre prisioneros a los que van a ejecutar como represalia por un atentado: le toca la china, pero se escapa comprando un voluntario muy enfermo que lo sustituye a cambio de todos sus bienes, que van a parar a su familia.

Después Hopkins sale libre y conoce a los familiares del tipo. Pero no pude ver el final.

¿Alguien podría decirme el título para buscarla? no me acuerdo.

Von Kleist dijo...

Buenas Zeitzler

Creo que Malle en sus películas logra algo bastante raro: muestra una visión REAL y JUSTA de la sociedad francesa durante la ocupación. Eso hace que tanto Lacombe Lucien como "Adios Muchachos" a su calidad cinematográfica añadan una honestidad moral desacostumbrada.

Sobre el film que mencionas, lo conozco y recuerdo perfectamente el argumento (aunque creo que Hopkins no era el actor principal), pero lamentablemente no he retenido el título.

Saludos

Anónimo dijo...

Creo que se llamaba El Décimo Hombre. (Por lo menos así la ví en la tele) y se basaba en una obra de Graham Greene.

Hopkins sí era el actor que más escenas tenía, pero el que aparece al final es el personaje de más peso...no digo porqué para no evitar echarsela a perder al que la vea.

En mi opinión lo malo es que la descripción de cómo los prisioneros acuerdan elegir y pactar quién se lleva la china es insuficientemente desarrollado, en el sentido de que se podía hacer un excelente filme de suspenso sicólógico SOLAMENTE con esa parte de la película...pero claro, entonces no hubiera quedado metraje para contar la otra mitad de la historia.

Mucho mejor dos películas: hasta la ejecuciòn de el rehén, y la otra para la segunda parte, cuya historia de amor esta un poco flojilla: demasiado tématica Graham Greene; pecado-expiación-etc.

Anónimo dijo...

Era un segmento de una serie.