Arenas Sangrientas (1949)
La película nos narra la historia de un pelotón de marines norteamericanos mandados por el Sargento John Stryker (John Wayne), un hombre amargado que parece pagar su fracaso matrimonial con el alcohol y descargando su furia contra los hombres que tiene bajo su mando. Tras entrenar concienzudamente a su pelotón de marines, Stryker los liderará en los duros y sangrientos combates por la isla de Tarawa y más tarde, en la encarnizada batalla por Iwo Jima.
Pese a ser una película de tintes claramente propagandísticos, “Arenas sangrientas” supuso un espaldarazo en la carrera de John Wayne, pues la película obtuvo un gran éxito comercial, y gracias a ella, “The Duke” recibió la primera nominación al Oscar de su ya dilatada carrera, en 1949. Por cierto, ese fue un año marcado por las nominaciones a películas Bélicas ambientadas en la II GM, pues “Fuego en la Nieve” y “Almas en la hoguera” acapararon varias nominaciones para los premios de la Academia de Hollywood.
Aunque naturalmente tanto reconocimiento por parte de público y crítica parece (y seguramente es) excesivo dada la calidad cinematográfica del film, hay que reconocer que este tiene varios aspectos meritorios, sobre todo teniendo en cuenta la época en que se rodó. Principalmente la película está bien hecha en su primera parte, donde muestra el entrenamiento de los marines y sobre todo, el asalto a Tarawa. Esta pequeña isla, fue escenario de duros combates entre americanos y japoneses que son muy bien reflejados en la película. Las escenas del desembarco, cuando los marines quedan clavados en la playa debido al fuego procedente de los blocaos japoneses está muy lograda y resulta bastante realista para la época, si bien con la limitación de se muestran las muertes “dulces” o no sangrientas de los soldados que caen en combate. El otro gran acierto de la película es que, gracias al apoyo del ejército a la producción, contó con armamento real de la II GM, por lo que la recreación del material de los marines es perfecta, desde los tanques a las armas portátiles, todo el atrezzo militar es rigurosamente realista.
Pero por lo demás, la película cojea en varios aspectos. El guión es un tanto irregular, mezclando elementos de drama romántico un poco pasteloso, con los típicos enfrentamientos del “padrazo” Stryker con sus subordinados díscolos. A ello se le unen las escenas de acción épico-heroicas, con soldados que mueren exhalando frases pretendidamente emotivas… demasiados tópicos al uso. Y como no podía ser menos, también se recrea el mítico plano de la Bandera de EEUU plantandose en la cima del Monte Suribachi, el icono fotográfico por excelencia de la batalla de Iwo Jima y una de las imágenes mas conocidas de la II GM.
En cuanto a los actores, Wayne muestra oficio en el papel de “American Hero” duro pero sensible a la vez, valiente, pero imperfecto, en el que tan a gusto se sentía, en un personaje muy parecido al que interpretaria en varias películas. Aunque, eso sí, no considero que su interpretación fuera merecedora del Oscar (el cual, por cierto, no ganó). De los secundarios, no hubo ninguno que me llamara especialmente la atención.
En definitiva “Arenas Sangrientas” no es precisamente una joya del Séptimo Arte, y mas allá de su éxito coyuntural, se puede decir que no ha resistido demasiado bien el paso del tiempo, aunque sí hay que reconocerle que el filme debió resultar bastante realista cuando se estrenó. Recomendable como precedente de otros títulos más recientes como “Banderas de nuestros Padres”.
La película nos narra la historia de un pelotón de marines norteamericanos mandados por el Sargento John Stryker (John Wayne), un hombre amargado que parece pagar su fracaso matrimonial con el alcohol y descargando su furia contra los hombres que tiene bajo su mando. Tras entrenar concienzudamente a su pelotón de marines, Stryker los liderará en los duros y sangrientos combates por la isla de Tarawa y más tarde, en la encarnizada batalla por Iwo Jima.
Pese a ser una película de tintes claramente propagandísticos, “Arenas sangrientas” supuso un espaldarazo en la carrera de John Wayne, pues la película obtuvo un gran éxito comercial, y gracias a ella, “The Duke” recibió la primera nominación al Oscar de su ya dilatada carrera, en 1949. Por cierto, ese fue un año marcado por las nominaciones a películas Bélicas ambientadas en la II GM, pues “Fuego en la Nieve” y “Almas en la hoguera” acapararon varias nominaciones para los premios de la Academia de Hollywood.
Aunque naturalmente tanto reconocimiento por parte de público y crítica parece (y seguramente es) excesivo dada la calidad cinematográfica del film, hay que reconocer que este tiene varios aspectos meritorios, sobre todo teniendo en cuenta la época en que se rodó. Principalmente la película está bien hecha en su primera parte, donde muestra el entrenamiento de los marines y sobre todo, el asalto a Tarawa. Esta pequeña isla, fue escenario de duros combates entre americanos y japoneses que son muy bien reflejados en la película. Las escenas del desembarco, cuando los marines quedan clavados en la playa debido al fuego procedente de los blocaos japoneses está muy lograda y resulta bastante realista para la época, si bien con la limitación de se muestran las muertes “dulces” o no sangrientas de los soldados que caen en combate. El otro gran acierto de la película es que, gracias al apoyo del ejército a la producción, contó con armamento real de la II GM, por lo que la recreación del material de los marines es perfecta, desde los tanques a las armas portátiles, todo el atrezzo militar es rigurosamente realista.
Pero por lo demás, la película cojea en varios aspectos. El guión es un tanto irregular, mezclando elementos de drama romántico un poco pasteloso, con los típicos enfrentamientos del “padrazo” Stryker con sus subordinados díscolos. A ello se le unen las escenas de acción épico-heroicas, con soldados que mueren exhalando frases pretendidamente emotivas… demasiados tópicos al uso. Y como no podía ser menos, también se recrea el mítico plano de la Bandera de EEUU plantandose en la cima del Monte Suribachi, el icono fotográfico por excelencia de la batalla de Iwo Jima y una de las imágenes mas conocidas de la II GM.
En cuanto a los actores, Wayne muestra oficio en el papel de “American Hero” duro pero sensible a la vez, valiente, pero imperfecto, en el que tan a gusto se sentía, en un personaje muy parecido al que interpretaria en varias películas. Aunque, eso sí, no considero que su interpretación fuera merecedora del Oscar (el cual, por cierto, no ganó). De los secundarios, no hubo ninguno que me llamara especialmente la atención.
En definitiva “Arenas Sangrientas” no es precisamente una joya del Séptimo Arte, y mas allá de su éxito coyuntural, se puede decir que no ha resistido demasiado bien el paso del tiempo, aunque sí hay que reconocerle que el filme debió resultar bastante realista cuando se estrenó. Recomendable como precedente de otros títulos más recientes como “Banderas de nuestros Padres”.
Califiación: 5,5/10