La Hora 25 (1967)
La Acción comienza en Rumania, en Marzo de 1939. La apacible vida del matrimonio formado por Johann Moritz (Anthony Quinn), un pacífico y bonachon campesino rumano, y su esposa Suzanna se verá alterado cuando el sargento Dobresco, jefe de la policia local, comienza a acosar a esta última. Con el fin de librarse de Johan, Dobresco lo cataloga falsamente como judio y lo envía a realizar trabajos forzados junto con miles de prisioneros hebreos para la construcción de un canal. Tras evadirse, intentando volver a reunirse con su mujer, una serie de peripecias conduciran a Moritz a ser elevado por los alemanes a la categoría de modelo del perfecto ario lo cual le acarreará su reclusión por los aliados una vez terminada la guerra.
He de admitir que “La hora 25” era una de mis grandes asignaturas pendientes sobre el cine de la II GM, ya que hasta este momento no había tenido oportunidad de verla, supongo que debido al hecho de que se trata de una película relativamente desconocida. La historia se basa en una obra del escritor rumano C. Virgil Gheorghiu quien, pese a haber servido en el cuerpo diplomático rumano durante la etapa del régimen dictatorial del general Antonescu, escribió, durante su cautividad de posguerra la novela “Ora 25”, en la que criticaba duramente la actitud colaboracionista del gobierno rumano con los nazis, y la persecución de los judios en Rumania. La novela, publicada en 1949, se convirtió en un Best Seller, que sin embargo, no libró a Gheorghiu de la polémica, al descubrirse unos escritos suyos que databan del periodo de la guerra, y en los que expresaba sus convicciones antisemitas, lo que dió lugar una polémica que persiguió al escritor hasta el final de sus dias. En cualquier caso, la historia tiene bastante interés por ser una de las escasas aproximaciones literarias que se han hecho sobre la participación de los paises satélites de Alemania en la persecución de los judios durante la II GM, un tema apenas tratado hasta la fecha.
Cuando finalmente el famoso productor italiano Carlo Ponti decidió llevar al cine la novela de Gheorgiou en los años 60, ciertamente lo hizo a lo grande. Ponti logró montar una coproducción multinacional en la que se involucraron estudios de Francia, Italia y Yugoslavia, por lo que el film pudo contar con una riqueza de medios inusuales en las producciones europeas; incluyendo un reparto internacional en el que destacaba una estrella de Hollywood como Anthony Quinn.
Todo ello ayudó a que “La Hora 25” se convirtiera en una película de factura formal hollywoodiense, pero con alma netamente europea. La película se apoya sobre todo en la colosal actuación de Quinn como Moritz, en el que supuso uno de los más brillantes papeles en la carrera cinematográfica del gran actor mejicano. Quinn llena la pantalla en cada uno de los planos en que aparece, y dota de credibilidad y de una tremenda humanidad a un personaje nada sencillo de interpretar. Además, la película cuenta con un excelente plantel de secundarios, que cumplen a la perfección en sus papeles; asi como una brillante puesta en escena y ambientación que redondean la excelente factura del film.
Posiblemente, lo único que le resta brillantez al conjunto, e impide que esta película pueda ser considerada una obra sobresaliente es el aspecto narrativo del film. Tras una primera hora bastante buena, en la que asistimos a la presentación de los personajes y la injusta reclusión de Moritz en el campo de trabajo para judios, la segunda mitad de la historia no logra mantener el nivel de la primera. Da la impresión de que por rázones de síntesis argumental el guión tuvo que recortar sustancialmente importantes partes de la novela, de forma que los hechos que presenta en esa parte aparecen demasiado esquemáticos. Pasan muchas cosas en poco tiempo, de modo que el hilo argumental principal queda un poco desdibujado en esa parte. Pese a lo cual, el film vuelve a retomar el pulso en el último tramo de la historia, con el juicio a Moritz por sus labores de propaganda en favor de los alemanes, y el desenlace, un final semitrágico que sobrecoge por la carga emotiva que transmite al espectador, y que supone un excelente colofón a una buena película.
En definitiva, “La hora 25” es una pequeña joya cinematográfica que merece ser descubierta por todo buen aficionado al cine que no haya tenido ocasión de verla. Una película muy recomendable.
Calificación: 7/10
La Acción comienza en Rumania, en Marzo de 1939. La apacible vida del matrimonio formado por Johann Moritz (Anthony Quinn), un pacífico y bonachon campesino rumano, y su esposa Suzanna se verá alterado cuando el sargento Dobresco, jefe de la policia local, comienza a acosar a esta última. Con el fin de librarse de Johan, Dobresco lo cataloga falsamente como judio y lo envía a realizar trabajos forzados junto con miles de prisioneros hebreos para la construcción de un canal. Tras evadirse, intentando volver a reunirse con su mujer, una serie de peripecias conduciran a Moritz a ser elevado por los alemanes a la categoría de modelo del perfecto ario lo cual le acarreará su reclusión por los aliados una vez terminada la guerra.
He de admitir que “La hora 25” era una de mis grandes asignaturas pendientes sobre el cine de la II GM, ya que hasta este momento no había tenido oportunidad de verla, supongo que debido al hecho de que se trata de una película relativamente desconocida. La historia se basa en una obra del escritor rumano C. Virgil Gheorghiu quien, pese a haber servido en el cuerpo diplomático rumano durante la etapa del régimen dictatorial del general Antonescu, escribió, durante su cautividad de posguerra la novela “Ora 25”, en la que criticaba duramente la actitud colaboracionista del gobierno rumano con los nazis, y la persecución de los judios en Rumania. La novela, publicada en 1949, se convirtió en un Best Seller, que sin embargo, no libró a Gheorghiu de la polémica, al descubrirse unos escritos suyos que databan del periodo de la guerra, y en los que expresaba sus convicciones antisemitas, lo que dió lugar una polémica que persiguió al escritor hasta el final de sus dias. En cualquier caso, la historia tiene bastante interés por ser una de las escasas aproximaciones literarias que se han hecho sobre la participación de los paises satélites de Alemania en la persecución de los judios durante la II GM, un tema apenas tratado hasta la fecha.
Cuando finalmente el famoso productor italiano Carlo Ponti decidió llevar al cine la novela de Gheorgiou en los años 60, ciertamente lo hizo a lo grande. Ponti logró montar una coproducción multinacional en la que se involucraron estudios de Francia, Italia y Yugoslavia, por lo que el film pudo contar con una riqueza de medios inusuales en las producciones europeas; incluyendo un reparto internacional en el que destacaba una estrella de Hollywood como Anthony Quinn.
Todo ello ayudó a que “La Hora 25” se convirtiera en una película de factura formal hollywoodiense, pero con alma netamente europea. La película se apoya sobre todo en la colosal actuación de Quinn como Moritz, en el que supuso uno de los más brillantes papeles en la carrera cinematográfica del gran actor mejicano. Quinn llena la pantalla en cada uno de los planos en que aparece, y dota de credibilidad y de una tremenda humanidad a un personaje nada sencillo de interpretar. Además, la película cuenta con un excelente plantel de secundarios, que cumplen a la perfección en sus papeles; asi como una brillante puesta en escena y ambientación que redondean la excelente factura del film.
Posiblemente, lo único que le resta brillantez al conjunto, e impide que esta película pueda ser considerada una obra sobresaliente es el aspecto narrativo del film. Tras una primera hora bastante buena, en la que asistimos a la presentación de los personajes y la injusta reclusión de Moritz en el campo de trabajo para judios, la segunda mitad de la historia no logra mantener el nivel de la primera. Da la impresión de que por rázones de síntesis argumental el guión tuvo que recortar sustancialmente importantes partes de la novela, de forma que los hechos que presenta en esa parte aparecen demasiado esquemáticos. Pasan muchas cosas en poco tiempo, de modo que el hilo argumental principal queda un poco desdibujado en esa parte. Pese a lo cual, el film vuelve a retomar el pulso en el último tramo de la historia, con el juicio a Moritz por sus labores de propaganda en favor de los alemanes, y el desenlace, un final semitrágico que sobrecoge por la carga emotiva que transmite al espectador, y que supone un excelente colofón a una buena película.
En definitiva, “La hora 25” es una pequeña joya cinematográfica que merece ser descubierta por todo buen aficionado al cine que no haya tenido ocasión de verla. Una película muy recomendable.
Calificación: 7/10