La condicion humana (II): El Camino a la Eternidad (1959)
Tras verse expulsado de la empresa minera donde trabajaba por haber intentado proteger a los prisioneros chinos, Kaji es reclutado por el ejército y enviado a un campo de entrenamiento para recibir la instrucción como soldado de infantería. Pese a sus ideas pacifistas, Kaji se mostrará como un recluta ejemplar, si bien pronto chocará con sus superiores debido a la brutalidad del trato que de los veteranos reciben muchos de los reclutas, en especial el soldado más débil del grupo, que acabará suicidándose por los continuos desprecios que recibe. Esto hará que Kaji, ya ascendido a cabo, se enfrente decididamente a los métodos de adiestramiento empleados por los suboficiales con los reclutas novatos.
Tras denunciar en No hay amor más grande la brutalidad de ocupación japonesa de Manchuria, Masaki Kobayashi dedicó esta segunda parte de su trilogía sobre La condición humana, a la crítica del militarismo, los abusos de poder dentro del ejército, y el deliberado proceso de deshumanización al que se ve sometido el recluta por parte de sus superiores. Algunos críticos han señalado –bastante atinadamente, a mi modo de ver- que muchas de las escenas de este film fueron aprovechadas por Stanley Kubrick para recrear las escenas que transcurren en el campo de entrenamiento de La Chaqueta Metálica. Y lo cierto es que las similitudes son bastante acusadas, especialmente en lo tocante al destino del “recluta patoso” de turno.
En cualquier caso, esta segunda parte de la trilogía mantiene el tono claramente humanista y antibelicista de la primera entrega, centrándose ahora en la denuncia de las maldades del ejército como una organización inhumana, brutal, y cruel, donde la dignidad de las personas es dejada de lado con demasiada frecuencia. En ese sentido, lo mejor del film radica en sus primer tercio de metraje, que muestra el adiestramiento de Kaji, sus problemas con los compañeros que sospechan de sus ideales pacifistas, y las humillaciones que reciben los reclutas de parte de los veteranos. Sin embargo, la película peca del mismo gran defecto de la primera parte: le falta capacidad de síntesis, y en demasiadas ocasiones ofrece secuencias reiterativas. En ese aspecto, hay que decir que el ritmo de la narración resulta menos sostenido que en No hay amor más grande, lo cual redunda en que la parte central de la narración se haga especialmente lenta para el espectador. Afortunadamente, la historia remonta el vuelo al llegar a la parte bélica, que se condensa en la última media hora del film, y que muestra el enfrentamiento de los japoneses con las divisiones blindadas rusas en la frontera de Manchuria y como la unidad de Kaji es aniquilada por los tanques soviéticos. Unas escenas de acción no especialmente espectaculares, pero filmadas con solvencia, que sirven para cerrar esta segunda entrega de la trilogía.
En definitiva El Camino a la Eternidad, ofrece nuevamente bastantes destellos de buen cine, si bien resulta algo inferior –especialmente en cuanto ritmo narrativo- a No hay amor más grande. Pese a ello, es una más que digna continuación de la trilogía, que sirve además para abordar un escenario bélico muy poco tratado en el cine como es el de la Ofensiva sovietica en Manchuria en 1945. Un interesante alegato antibélico que claramente sirvió de inspiración para bastantes de las secuencias de La Chaqueta Metálica.
Calificación: 7/10