Naufragos (1944)
Tras el hundimiento de un carguero norteamericano que de dirigía a las Islas Bermudas, así como el del submarino alemán responsable del hundimiento, un solitario bote salvavidas acogerá a un grupo de supervivientes. A la única ocupante del bote, la famosa periodista Connie Porter (Tallulah Bankhead), pronto se le unen un variopinto grupo de náufragos rescatados del mar: el rudo marinero Kovac; el telegrafista Stanley, la enfermera Alice, el importante magnate de la industria Charles Rittenhouse; el cándido marinero Gus Smith (herido en una pierna), el camarero negro Joe, la señora Higgins que llega al bote con un recien nacido muerto, y por último, Willi, el capitán del submarino alemán, que ha sido el único superviviente del mismo. Mientras los supervivientes tratan de organizarse y buscar la mejor manera de ser rescatados, irán surgiendo entre ellos una serie de tensiones y enfrentamientos que pondrán en peligro la integridad del grupo.
A mi modo de ver, la grandeza de un cineasta no solo se mide por sus grandes obras, sino también por su capacidad para ofrecer algo diferente cuando se trabaja con una historia más tópica o convencional. No me cabe duda de que el gran Alfred Hitchcock era uno de esos directores tocados con la varita del genio creativo. Así lo demostró en productos, como Naufragos, aparentemente sencillos y que pueden considerarse “menores” dentro de su filmografía, pero que cuando uno los revisa, no puede dejar de admirar el sello inconfundible del mago del suspense. En ese sentido, partiendo de que “Naufragos” fue un film bastante conyuntural, realizado por Hitchcock en plena II GM en el contexto de la ingente labor propagandisitica realizada por los estudios de Hollywood en apoyo de la causa aliada, lo cierto es que es una película que trasciende su mera y superficial motivación propagandística, para convertirse en un intenso relato, a partes iguales, de drama humano y tensión psicológica excelentemente retratados en el celuloide.
Tras el hundimiento de un carguero norteamericano que de dirigía a las Islas Bermudas, así como el del submarino alemán responsable del hundimiento, un solitario bote salvavidas acogerá a un grupo de supervivientes. A la única ocupante del bote, la famosa periodista Connie Porter (Tallulah Bankhead), pronto se le unen un variopinto grupo de náufragos rescatados del mar: el rudo marinero Kovac; el telegrafista Stanley, la enfermera Alice, el importante magnate de la industria Charles Rittenhouse; el cándido marinero Gus Smith (herido en una pierna), el camarero negro Joe, la señora Higgins que llega al bote con un recien nacido muerto, y por último, Willi, el capitán del submarino alemán, que ha sido el único superviviente del mismo. Mientras los supervivientes tratan de organizarse y buscar la mejor manera de ser rescatados, irán surgiendo entre ellos una serie de tensiones y enfrentamientos que pondrán en peligro la integridad del grupo.
A mi modo de ver, la grandeza de un cineasta no solo se mide por sus grandes obras, sino también por su capacidad para ofrecer algo diferente cuando se trabaja con una historia más tópica o convencional. No me cabe duda de que el gran Alfred Hitchcock era uno de esos directores tocados con la varita del genio creativo. Así lo demostró en productos, como Naufragos, aparentemente sencillos y que pueden considerarse “menores” dentro de su filmografía, pero que cuando uno los revisa, no puede dejar de admirar el sello inconfundible del mago del suspense. En ese sentido, partiendo de que “Naufragos” fue un film bastante conyuntural, realizado por Hitchcock en plena II GM en el contexto de la ingente labor propagandisitica realizada por los estudios de Hollywood en apoyo de la causa aliada, lo cierto es que es una película que trasciende su mera y superficial motivación propagandística, para convertirse en un intenso relato, a partes iguales, de drama humano y tensión psicológica excelentemente retratados en el celuloide.
Para realizar el guión del film, Hitchcock se basó en un relato del famoso escritor John Steinbeck, modificándolo para adaptarlo a las circunstancias bélicas del momento, mediante la introducción del personaje alemán, que será clave en el devenir de las relaciones entre el grupo de náufragos. Para dotar del mayor realismo posible a la historia, Hitchcock quiso filmar integramente desde el interior del bote (no se muestra ni un solo plano exterior) y aunque la película se rodó integramente en un tanque de agua en el interior de un estudio, sometió a los actores a un duro rodaje, ya que los intérpretes tuvieron que pasar gran parte del tiempo mojados (lo cual le costó a la protagonista sufrir dos pulmonías). Además, abundando en este realismo, el director decidió prescindir por completo de la música de acompañamiento, siendo el sonido de la flauta que toca el personaje del camarero negro la única banda sonora del film. Por otro lado, se planteaba el problema de introducir el ya habitual “cameo” de Hitchcock, quien –como seguro que saben los buenos aficionados al cine- tenía costumbre de aparecer brevemente en todas sus películas. Por razones obvias, en este caso no podía hacerlo como un extra, así que Hitch se sacó de la manga un truco bastante imaginativo para cumplir con su ritual: aparecer retratado en el anuncio de un tratamiento para adelgazar que aparece en el periódico que lee uno de los supervivientes a bordo de la barca.
Es interesante reseñar como Hitchcock, pese a lo reducido del escenario y las limitaciones de la trama, logra crear una inigualable atmósfera opresiva en torno a los personajes, gracias al uso in crescendo de una excelentemente dosificada tensión dramática, especialmente en las escenas que preceden a la desaparición de la madre del bebé muerto o a la amputación de la pierna del marinero herido. También es destacable el como se articulan las relaciones respecto a los personajes principales del film: la periodista con aires de diva, Connie Porter (muy bien interpretada por Tallulah Bankhead), cuya altivez inicial se irá degradando progresivamente conforme va perdiendo todas sus valiosas posesiones materiales; y por otra parte, el astuto, maquiavélico y cruel alemán, Willi, cuya doblez es otro de los aspectos que la película va descubriendo con excelente pulso, hasta el climax final.
Por lo demás, todos los elementos clásicos del cine hitchckoniano están ahí y son fácilmente reconocibles. Aparte de la mencionada carga de suspense y tensión sicológica, encontramos el elemento del erotismo, subrepticio pero latente, que se pone de manifiesto en la relación que se establece entre la periodista Porter y el rudo marinero Kovac. También se hace notar la poco disimulada misoginia del director a la hora de presentar a sus personajes femeninos, amén de su innovador aspecto visual, basado en el empleo casi constante de planos cercanos y medios de los personajes.
En definitiva, Naufragos pertenece a ese grupo de películas de Hitchcock que, aun estando un peldaño por debajo de sus mejores obras, son autenticos clásicos a descubrir o –como en mi caso- redescubrir. Una película que hay que ver y que no defraudará a los seguidores del mago del suspense.
Calificación: 7,5/10