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jueves, 16 de junio de 2011

La Condición Humana (II): El Camino a la Eternidad (Ningen no joken II)

La condicion humana (II): El Camino a la Eternidad (1959)

Tras verse expulsado de la empresa minera donde trabajaba por haber intentado proteger a los prisioneros chinos, Kaji es reclutado por el ejército y enviado a un campo de entrenamiento para recibir la instrucción como soldado de infantería. Pese a sus ideas pacifistas, Kaji se mostrará como un recluta ejemplar, si bien pronto chocará con sus superiores debido a la brutalidad del trato que de los veteranos reciben muchos de los reclutas, en especial el soldado más débil del grupo, que acabará suicidándose por los continuos desprecios que recibe. Esto hará que Kaji, ya ascendido a cabo, se enfrente decididamente a los métodos de adiestramiento empleados por los suboficiales con los reclutas novatos.

Tras denunciar en No hay amor más grande la brutalidad de ocupación japonesa de Manchuria, Masaki Kobayashi dedicó esta segunda parte de su trilogía sobre La condición humana, a la crítica del militarismo, los abusos de poder dentro del ejército, y el deliberado proceso de deshumanización al que se ve sometido el recluta por parte de sus superiores. Algunos críticos han señalado –bastante atinadamente, a mi modo de ver- que muchas de las escenas de este film fueron aprovechadas por Stanley Kubrick para recrear las escenas que transcurren en el campo de entrenamiento de La Chaqueta Metálica. Y lo cierto es que las similitudes son bastante acusadas, especialmente en lo tocante al destino del “recluta patoso” de turno.

En cualquier caso, esta segunda parte de la trilogía mantiene el tono claramente humanista y antibelicista de la primera entrega, centrándose ahora en la denuncia de las maldades del ejército como una organización inhumana, brutal, y cruel, donde la dignidad de las personas es dejada de lado con demasiada frecuencia. En ese sentido, lo mejor del film radica en sus primer tercio de metraje, que muestra el adiestramiento de Kaji, sus problemas con los compañeros que sospechan de sus ideales pacifistas, y las humillaciones que reciben los reclutas de parte de los veteranos. Sin embargo, la película peca del mismo gran defecto de la primera parte: le falta capacidad de síntesis, y en demasiadas ocasiones ofrece secuencias reiterativas. En ese aspecto, hay que decir que el ritmo de la narración resulta menos sostenido que en No hay amor más grande, lo cual redunda en que la parte central de la narración se haga especialmente lenta para el espectador. Afortunadamente, la historia remonta el vuelo al llegar a la parte bélica, que se condensa en la última media hora del film, y que muestra el enfrentamiento de los japoneses con las divisiones blindadas rusas en la frontera de Manchuria y como la unidad de Kaji es aniquilada por los tanques soviéticos. Unas escenas de acción no especialmente espectaculares, pero filmadas con solvencia, que sirven para cerrar esta segunda entrega de la trilogía.

En definitiva El Camino a la Eternidad, ofrece nuevamente bastantes destellos de buen cine, si bien resulta algo inferior –especialmente en cuanto ritmo narrativo- a No hay amor más grande. Pese a ello, es una más que digna continuación de la trilogía, que sirve además para abordar un escenario bélico muy poco tratado en el cine como es el de la Ofensiva sovietica en Manchuria en 1945. Un interesante alegato antibélico que claramente sirvió de inspiración para bastantes de las secuencias de La Chaqueta Metálica.

Calificación: 7/10

miércoles, 8 de junio de 2011

La Condición Humana (I): No hay amor más grande (Ningen no joken I)

La condición humana (I): No hay amor más grande (1959)

La historia comienza en Manchuria durante los primeros meses de la II GM. El jóven Kaji, empleado de una empresa japonesa dedicada a la explotación de los recursos minerales chinos, acepta ser enviado junto a su esposa Michiko a una remota ciudad del interior del país para mejorar la productividad de los trabajadores chinos, a cambio de evitar la llamada a filas. Una vez alli, los intentos del idealista Kaji por mejorar las penosas condiciones de trabajo de los prisioneros chinos chocarán una y otra vez con la crueldad del supervisor Okazaki, empeñado en hacer trabajar a sus operarios en unas condiciones infrahumanas.

En 1959, solo 14 años después de la finalización de la contienda mundial, el realizador japonés Masaki Kobayashi comenzaba con No hay amor más grande, su trilogía, basada en una novela homónima de Gomikawa Junpei, sobre La Condición Humana, una vasta obra cinematográfica dividida en 6 partes y 3 películas de más de 3 horas de duración, que reflexionaba sobre la actitud nipona ante el conflicto. La obra de Kobayashi puede considerarse todo un hito dentro del cine nipón ya que, lejos de caer en los vicios auto exculpatorios y el maniqueismo típico del cine japonés sobre la II GM, abordó sin contemplaciones y bajo un prisma claramente antimilitarista, la brutalidad de la que hicieron gala los japoneses durante la guerra. No en vano, Kobayashi había servido en el ejército imperial, por lo que conocía de primera mano las atrocidades cometidas por las fuerzas niponas durante el conflicto bélico.

En ese sentido, puede decirse que el aspecto más destacable de la obra de Kobayashi es la total honestidad y realismo que adopta el guión a la hora de abordar la historia. Señas de identidad que ya son claramente perceptibles en esta primera parte, dedicada a la denuncia de los abusos cometidos por los ocupantes japoneses en China. Y ello aderezado con una puesta en escena sobresaliente (atención a escenas como la llegada a la estación ferroviaria de los 600 prisioneros chinos hacinados en vagones de tren), y unas muy buenas interpretaciones de su elenco de actores, destacando especialmente la intensidad que el protagonista Tatsuya Nakadai consigue transmitir a su personaje, el idealista Kaji, en su cruzada contra la crueldad y sinrazón de sus superiores. También es reseñable que, pese al hecho de superar las 3 horas de duración, el ritmo de la narración es bastante intenso, de modo que el interés del espectador nunca llega a decaer, lo cual es bastante meritorio tratandose de una película de tan dilatado metraje.

No obstante, el film también adolece de algunos defectos que impiden que pueda considerarse una auténtica obra maestra. En primer lugar, pese a lo sostenido del ritmo narrativo, a la historia le falta capacidad de elipsis. Hay demasiadas escenas que podrían haberse acortado, y que pierden fuerza dramática precisamente por alargarse en exceso. A esto hay que añadirle el hecho de que el desarrollo de la mayor parte de los personajes secundarios es bastante pobre, pese a que el metraje daba para un mayor juego de estos. De haberse pulido más estos aspectos, indudablemente la trilogía de Kobayashi habría pasado a la historia del Séptimo Arte como una de las grandes obras antibélicas de todos los tiempos.

En cualquier caso, no cabe duda que esta primera parte de La Condición Humana es una de esas películas que en inglés se denominan must see. Un film de obligado visionado que sorprende por su dureza, honestidad y realismo. Una de las mejores películas del cine japonés.

Calificación: 7,5/10