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miércoles, 23 de marzo de 2011

Trenes rigurosamente vigilados (Ostre sledované vlaky)

Trenes rigurosamente vigilados (1966)

La historia nos sitúa en el pueblo ficitio de Kostomolaty, Checoslovaquia, a finales de 1944. Siguiendo los pasos de su padre, el joven checo Milos Harma, descendiente de una larga saga de perdedores, ingresa en la compañía de ferrocarriles para trabajar como guardagujas en la estación del pueblo. Mientras en la estación se suceden una serie de situaciones estrambóticas, y en el frente las fuerzas alemanas retroceden, Milos comenzará a verse frustrado en su despertar sexual al comprobar que sufre eyaculación precoz. Al mismo tiempo, la resistencia local planea hacer volar uno de los trenes militares alemanes a su paso por el pueblo, para lo cual requerirán la colaboración de Milos.

Trenes rigurosamente vigilados fue la ópera prima del realizador checo Jirí Menzel, con un guión basado en la novela homónima del escritor Bohumil Hrabal, en cuya adaptación trabajó el propio Menzel conjuntamente con el autor del libro. El rodaje de la película tuvo lugar en escenarios de la propia República Checa, y alcanzó tras su estreno un notable éxito comercial en su país, llegando incluso a alzarse con el Oscar a la mejor película extranjera en la edición de 1967 de dichos premios. Sin embargo, posteriormente el tono irreverente y sardónico de la película de Menzel se consideró demasiado transgresor para la ortodoxia comunista de la época, de modo que tras los episodios de la Primavera de Praga en 1968, la película fue prohibida en Checoslovaquia.

Entrando a analizar el film, he de decir que, pese a que esta película es considerada como uno de los denominados títulos “de culto”, personalmente no me terminó de satisfacer. La narración contempla una peculiar mezcla de comedia entre costumbrista y surrealista, drama y elementos bélicos, sazonados con unas leves gotas de erotismo. Una mezcla bastante inusual que a mi modo de ver no cuaja en pantalla. Y en ello tiene mucho que ver el hecho de que las distintas líneas argumentales que la historia va presentado (especialmente la relativa al despertar carnal del protagonista) se superponen entre sí sin demasiado sentido, por lo que da la impresión que la película carece de una estructura determinada. Y ello pese a la presencia de algunas secuencias satíricas bien resueltas y a las buenas interpretaciones de los actores principales. Sin embargo, considerada en conjunto, encuentro que la parte dramática de la narración no termina de conmover, y a la parte de comedia le faltan unas mayores dosis de coherencia y comicidad para hacer reir al espectador. Y lo cierto es que hay bastantes escenas pretendidamente cómicas a las que es difícil encontrarles la gracia.

Al final, el conjunto de la historia se presenta como una colección, más bien deslavazada, de momentos de sátira desigualmente resueltos que se intercalan con los episodios acerca del proceso de maduración sexual del protagonista. Por ello, Trenes rigurosamente vigilados parece un producto típico del denominado cine de Arte y Ensayo, que al espectador medio probablemente entusiasmará o dejará frío. En mi caso, desde luego encontré más de lo segundo que de lo primero. Una historia original, que ofrece algún momento cómico inspirado, pero poco más.

Calificación: 5,5/10

jueves, 17 de marzo de 2011

Los chicos de San Petri (Drengene fra Sankt Petri)

Los Chicos de San Petri (1991)

La historia comienza en Dinamarca, en el verano de 1942. Los hermanos Lars y Gunnar Baltrup, son dos jóvenes de familia acomodada que, junto a otros compañeros de estudios de la escuela de San Petri, forman un grupo de resistencia juvenil que realiza actos contra las tropas de ocupación, que en principio solo llegan a la categoría de gamberradas. Sin embargo, las cosas se complican cuando Lars conoce a Otto Hvidmann, un jóven de origen humilde que se une al grupo, proporcionándoles armas robadas a los alemanes. Esto hará que a partir de ese momento, el grupo emprenda auténticas misiones de sabotaje, aumentando considerablemente el peligro de sus actividades.

Con Los chicos de San Petri, el realizador danes Søren Kragh-Jacobsen adaptó para la gran pantalla la historia real de un pequeño grupo juvenil de resistencia formado por estudiantes de la escuela de San Petri, cuyas actividades de sabotaje en el verano de 1942 y posterior encarcelamiento en la prisión de Aalborg, despertaron la conciencia de la sociedad danesa, que hasta ese momento había aceptado sin discusión la ocupación alemana. Sobre esta base, Kragh-Jacobsen construye un interesante relato sobre unos chicos inconformistas e idealistas, que hicieron acopio de un enorme valor para rebelarse, no solo frente a la ocupación, y la humillación de su patria, sino también frente a la desidia de sus mayores, que aceptaron sin protestas el nuevo status quo. En ese sentido, la historia combina los elementos típicos del cine sobre la resistencia, con otros propios del cine sobre la rebeldía juvenil, y en ese aspecto se aprecia claramente la influencia de un título anterior como El Club de los Poetas Muertos, especialmente patente en la parte dedicada al emotivo desenlace de la historia.

Aparte de lo anterior, la película tiene varios aspectos bastante estimables, empezando por las buenas interpretaciones del joven elenco de actores protagonistas, que saben dotar de gran naturalidad a sus respectivos papeles. Tambien me gustó la agilidad de la narración, y el esmerado aspecto visual del film, que incluye una notable labor de ambientación y una elegante fotografía que logra trasladar al espectado a la época que se retrata en la pantalla. Entre los aspectos menos brillantes, principalmente hay que señalar que la película no llega a profundizar en el aspecto personal de los protagonistas, ni en las motivaciones que les impulsan a actuar como lo hacen. En vez de ello, la historia prefiere centrarse en describir las acciones de sabotaje que realizan los chicos, pero sin darle un mayor trasfondo humano a las mismas. Por esta razón, el desarrollo de los personajes resulta demasiado esquemático e insuficiente. Una pena, porque de haberse cuidado más ese aspecto del guión, habríamos estado ante una gran película.

Pese a ello, hay que reconocer que Los Chicos de San Petri es una más que digna producción escandinava sobre el tema de la resistencia, y ofrece un relato bastante ameno de seguir para el espectador. Un film no del todo redondo, pero sí que bastante estimable y de buena factura tanto formal como visual. Recomendable.

Calificación: 6/10

viernes, 11 de marzo de 2011

Al filo de la oscuridad (The Edge of Darkness)

Al filo de la oscuridad (1943)

Noruega, Octubre de 1942. El pequeño pueblo costero de Trollness aparece arrasado por un levantamiento que ha acabado con la guarnición alemana, y cuya historia se irá reconstruyendo. La población de apenas 800 habitantes se muestra hostil hacia los ocupantes, con varios cabecillas cercanos al movimiento de la resistencia. El principal es Gunnar Brogge (Errol Flynn), un pescador decidido a combatir a los alemanes a cualquier precio, respaldado incondicionalmente por su novia Karen Stensgard (Ann Sheridan). Sin embargo, en el pueblo también hay partidarios de mantener la paz, especialmente el pacífico Doctor Stensgard, el padre de Karen, y su hermano Johan, el dueño de la fábrica de conservas local, interesado en que no estalle la revuelta para continuar con sus actividades comerciales. Sin embargo, cuando se tienen noticias de que los ingleses están suministrando armas a las poblaciones costeras, la mayor parte de la población se mostrará favorable a preparar un levantamiento contra los ocupantes.

No cabe duda de que 1942 fue un año especialmente prolífico para el realizador Lewis Milestone, ya que durante ese periodo estuvo ocupado en el rodaje de dos películas propagandísticas que iban a estrenarse, con pocas semanas de diferencia, en la primavera de 1943. Y curiosamente, ambas eran historias ambientadas en la Europa ocupada por los nazis. La primera de ellas, “La Estrella del Norte” trataba sobre la lucha partisana en Ucrania durante los primeros dias de la invasión alemana, mientras que la segunda, titulada Al filo de la oscuridad, estaba dedicada a homenajear al movimiento de la resistencia noruega. La película fue producida por la poderosa Warner Bros, de modo que Milestone pudo contar con la participación de las estrellas consagradas del estudio para protagonizarla, principalmente con el mítico Errol Flynn, quien tras ser rechazado para el servicio activo en el ejército, se mostró muy dispuesto a participar en películas de propaganda durante la guerra. Sin embargo, el rodaje no fue sencillo ni para el director ni para su protagonista.

Para empezar, la filmación de los exteriores de la película en la costa de California y la población de Monterey, sufrió varias semanas de retraso debido a unos espesos bancos de niebla que afectaron a la costa californiana en esas fechas, por lo que se hizo necesario buscar nuevas localizaciones. Por su parte, Errol Flynn sufrió durante esos meses una grave crisis personal cuando fue acusado y procesado por la violación de una mujer, lo cual le hizo caer en una depresión que le afectó durante todo el rodaje de la pelicula, además de ver su popularidad seriamente comprometida por causa de dicha acusación. Aunque finalmente el actor fue absuelto de los cargos por un jurado en Febrero de 1943, apenas un mes antes de que se estrenara la película.

En cuanto a la calidad del film, hay que decir que Al filo de la oscuridad puede considerarse una correcta, pero no brillante, muestra del cine propagandístico de la época. La película tiene un arranque bastante sugerente, mostrando como un avión de reconocimiento alemán descubre la población de Trollness arrasada, y la bandera noruega ondeando en uno de sus edificios. A partir de ese momento, mediante el empleo de un prolongado flashback, se iran reconstruyendo los hechos acaecidos en las semanas anteriores al levantamiento, y como este se fue larvando entre la población local. También es interesante como se muestran las diferentes actitudes de los personajes, oscilando entre los que desean mantener la paz, ya sea por idealismo o por intereses propios (los hermanos Stensgard), los que dudan de la viabilidad de un levantamiento, y finalmente los orgullosos patriotas deseosos de combatir abiertamente contra los alemanes. En ese sentido, es digna de mención la escena que muestra reunión de los lugareños en la iglesia, con excusa de celebrar un oficio religioso, y en la que se debate la posibilidad de llevar a la práctica el levantamiento, confrontándose entre los presentes las distintas opiniones al respecto.

Sin embargo, no todos los aspectos de la trama me terminaron de convencer. Para empezar el guión peca del mismo fallo que se aprecia en “La Estrella del Norte”, presentando a los alemanes como los típicos villanos desalmados de turno, lo cual le resta veracidad a la trama. En segundo lugar, el ritmo de la narración no termina de ser del todo sostenido, y algún tramo del metraje se dilata en exceso, perjudicando bastante la agilidad del relato. Finalmente, cabe reseñar que, pese a que las escenas de acción están bien filmadas, mediante el uso extensivo de los travellings laterales que eran “marca de la casa” de Milestone, la parte dedicada al levantamiento de la población y el combate contra las tropas alemanas no termina de resultar verosímil, ya que se nota en demasía la intención propagandística de esas escenas, que adolecen de una carga épica más bien poco creible para el espectador actual.

En definitiva, Al filo de la Oscuridad puede considerarse un título correcto en lineas generales, pero cuya calidad se ve algo deformada por unas intenciones propagandísticas muy poco disimuladas, que de haberse introducido de una manera más sútil muy probablemente habrían mejorado el resultado final. Una película entretenida, que merece la pena ver sobre todo por la participación del gran Errol Flynn, pero que no puede considerarse de las más brillantes dentro del género propagandístico.

Calificación: 5,5/10

lunes, 7 de marzo de 2011

La Estrella del Norte (The North Star)

La Estrella del Norte (1943)

La historia comienza en una aldea de Ucrania llamada “Estrella del Norte”, el 21 de junio de 1941. Mientras los habitantes de la aldea disfrutan de un tranquilo día veraniego, los jóvenes Kolya (Dana Andrews) y Marina Pavlova (Anne Baxter) ultiman los planes para emprender una excursión a pie con destino a Kiev en compañía de otros tres amigos, para celebrar el fin del curso escolar. Sin embargo, al dia siguiente, su tranquilo viaje se ve truncado por la invasión alemana de la URSS. Mientras la Luftwaffe ataca las carreteras, las columnas motorizadas alemanas se dirigen rápidamente a la aldea, por lo que los hombres del lugar deciden escapar a las montañas para formar una guerrilla, mientras Kolya y Marina tratan desesperadamente de regresar a sus casas. Pronto, el pueblo es ocupado por los alemanes, que deciden instalar un hospital militar avanzado en el mismo, bajo las órdenes del Dr. Von Harden (Erich Von Stroheim) usando a los niños del lugar como donantes de sangre forzosos para los soldados alemanes heridos.

Durante el periodo comprendido entre los años 1942 y 1945, la práctica totalidad de los estudios cinematográficos de Hollywood desarrollaron una intensa campaña propagandística en apoyo de la causa aliada. En ese contexto, se produjeron decenas de films dedicados no solo a ensalzar la lucha en el frente de las tropas norteamericanas, sino también la resistencia en Europa frente al invasor nazi. Dentro de esta categoría se encuadra La Estrella del Norte, dirigida por el prestigioso realizador Lewis Milestone, un cineasta que había encontrado en el género bélico su mejor medio de expresión, especialmente desde la realización de la aclamada adaptación cinematográfica de la famosa novela de Erich Maria Remarque Sin novedad en el frente.

Sin embargo, en este caso, puede decirse que Milestone pinchó en hueso. Y desde luego, ello no puede acharcarse precisamente a la falta de medios, ya que el director contó con un reparto plagado de actores de primera fila, incluyendo a la por aquel entonces pareja de moda de Hollywood, Dana Andrews y Anne Baxter, así como al prestigioso Erich Von Stroheim en el papel de médico militar alemán. Sin embargo, las evidentes debilidades del flojo guión que Lillian Hellman escribió para la película, la lastran prácticamente desde el primer minuto de metraje. Para empezar, porque el escenario elegido para presentar a los campesinos soviéticos dispuestos desde el primer día de invasión a luchar contra los ocupantes alemanes resulta totalmente inadadecuado desde el punto de vista histórico.

No en vano, Ucrania era una de las regiones de la URSS que más había sufrido los peores excesos del régimen stalinista, unos excesos materializados en forma de detenciones y deportaciones masivas a Siberia, e incluso la muerte por hambruna de decenas miles de ucranianos debido al programa de expropiaciones agrícolas forzosas ordenado desde Moscú. Por tanto, cuando comenzó la invasión, la mayor parte de la población recibió a los alemanes como libertadores, e incluso miles de ucranianos colaboraron con las fuerzas invasoras en la lucha contra el Ejército Rojo. Por otra parte, la historia está contada más bien con poco ritmo, y la mayor parte de las escenas que transcurren en la idílica granja colectiva antes de la guerra resultan absolutamente pueriles. Tanto es así que, en los años 50 esta película fue marcada por la censura estadounidense como propaganda soviética, al mostrar un retrato demasiado amable e idealizado de la vida en la URSS bajo el régimen comunista.

Dejando de lado lo anterior, al menos hay que reconocer que en las escenas de acción se nota la mano de Milestone. Me gustaron especialmente las secuencias en las que los Stukas bombardean la aldea y en la que un avión ruso ataca una columna de Pz-II alemanes, unas escenas muy bien filmadas, empleando unos efectos visuales notables para la época. Pero aparte de esto, La Estrella del Norte tiene poco más que ofrecer. Una historia propagandística que no ha resistido nada bien el paso del tiempo. Interesante como curiosidad cinéfila, y punto.

Calificación: 4/10

martes, 1 de marzo de 2011

El Discurso del Rey (The King's Speech)

El Discurso del Rey (2010)

Tras hacerse patentes sus problemas para hablar en público, debido a la tartamudez que sufre desde la infancia, el Principe Alberto (Colin Firth), Duque de York, pasa por distintos especialistas en tratamientos del habla intentando solucionar su problema. Todos sus intentos serán infructuosos hasta que conoce al excéntrico terapeuta Lionel Logue (Geoffrey Rush), un australiano cuyos poco ortodoxos métodos para tratar la tartamudez de su paciente comienzan a dar resultados. Pronto, la ayuda de Lionel se irá haciendo imprescindible para Alberto, especialmente cuando la abdicación de su hermano Eduardo por su relación con la divorciada Wallis Simpson, hace que el príncipe se convierta en el Rey Jorge VI, debiendo dar un importante discurso radiado a la nación cuando el Reino Unido decide entrar en guerra para detener los avances de Hitler en Europa.

Hago con esta reseña un pequeño parón en mi serie de comentarios sobre el cine de los años 40 y 50, para volver la vista sobre la reciente triunfadora en la gala de los Oscars de este año. El film se basa en una historia concebida por el escritor David Seidler, quien sufrió tartamudez en la etapa de su niñez y se sintió fascinado al conocer la historia del problema de dicción del Rey Jorge VI y la relación de amistad que llegó a entablar con el terapeuta del habla Lionel Logue, hasta el punto de que decidió escribir un guión para trasladar dicha historia al cine. Tras darle varias vueltas proyecto, una vez que tuvo listo el esbozo del guión, envió el mismo a varias productoras londinenses, que inmediatamente aceptaron llevarlo a la pantalla, captando el potencial de la historia para el público en general. La película obtuvo rápidamente un gran éxito de público y crítica, haciéndose acreedora de 4 Oscars, incluyendo el de mejor película, en la edición de este año.

En cuanto a la valoración del film, hay que comenzar diciendo que “El Discurso del Rey” es el típico ejemplo de una historia que eleva varios puntos su interés original gracias a lo acertado de un reparto en estado de gracia. Colin Firth borda su papel del inseguro y amedrentado príncipe Alberto, un hombre marcado por una infancia infeliz, por estar a la sombra de su hermano, y por su defecto del habla. Frente a él, un inmenso Geoffrey Rush, que encarna a la perfección al terapeuta formado en la escuela de la vida, un personaje dotado de las necesarias gotas de excentricidad y enamorado de la obra de Shakespeare, que está decidido a que su paciente mejore al precio que sea. Y por encima de todo, la película es un canto a la amistad, que irá surgiendo entre ambos hombres, y que les hará sobreponerse a sus respectivas limitaciones iniciales. En ese sentido, el desarrollo de la historia resulta no solo interesante, sino muy atractivo para el espectador, gracias a unas bien dosificadas notas de humor, y también a las innegables dotes dramáticas del duo protagonista, que logran imprimir a sus respectivos personajes el registro más adecuado a cada momento de su interpretación.

No obstante, también hay que señalar que “El Discurso del Rey” se queda lejos de llegar a la categoría de una obra maestra. Para empezar, la temática desde luego no resulta del todo original, ya que viene a ser una variación del film de 1994 La locura del Rey Jorge. Por otro lado, el aspecto narrativo y visual es simplemente correcto, en el sentido de que la película no intenta innovar ni sorprender, y el desarrollo de la trama resulta más bien previsible, por lo que tampoco deslumbra al espectador. Finalmente, aunque la ambientación y la puesta en escena llevan el indudable sello artesanal propio del cine británico, tampoco es una película que destaque especialmente en esos aspectos, por lo que considerada en conjunto, puede decirse que es una película que agrada, más que entusiasma, al espectador.

En resumen, puede decirse que “El Discurso del Rey” ha tenido en cierto modo el mérito de haber sido un rayo de buen hacer cinematográfico dentro del panorama mayoritariamente gris del cine actual. Una película de actores, por encima de todo, y narrada con agilidad. Sin llegar a ser una gran obra, hay que reconocerle el mérito de saber conectar con el espectador y contar una historia con amenidad. Un título que no deslumbra pero, sin duda, recomendable.

Calificación: 7/10