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martes, 28 de octubre de 2008

La Hora 25 (La Vingt-cinquième heure)

La Hora 25 (1967)

La Acción comienza en Rumania, en Marzo de 1939. La apacible vida del matrimonio formado por Johann Moritz (Anthony Quinn), un pacífico y bonachon campesino rumano, y su esposa Suzanna se verá alterado cuando el sargento Dobresco, jefe de la policia local, comienza a acosar a esta última. Con el fin de librarse de Johan, Dobresco lo cataloga falsamente como judio y lo envía a realizar trabajos forzados junto con miles de prisioneros hebreos para la construcción de un canal. Tras evadirse, intentando volver a reunirse con su mujer, una serie de peripecias conduciran a Moritz a ser elevado por los alemanes a la categoría de modelo del perfecto ario lo cual le acarreará su reclusión por los aliados una vez terminada la guerra.

He de admitir que “La hora 25” era una de mis grandes asignaturas pendientes sobre el cine de la II GM, ya que hasta este momento no había tenido oportunidad de verla, supongo que debido al hecho de que se trata de una película relativamente desconocida. La historia se basa en una obra del escritor rumano C. Virgil Gheorghiu quien, pese a haber servido en el cuerpo diplomático rumano durante la etapa del régimen dictatorial del general Antonescu, escribió, durante su cautividad de posguerra la novela “Ora 25”, en la que criticaba duramente la actitud colaboracionista del gobierno rumano con los nazis, y la persecución de los judios en Rumania. La novela, publicada en 1949, se convirtió en un Best Seller, que sin embargo, no libró a Gheorghiu de la polémica, al descubrirse unos escritos suyos que databan del periodo de la guerra, y en los que expresaba sus convicciones antisemitas, lo que dió lugar una polémica que persiguió al escritor hasta el final de sus dias. En cualquier caso, la historia tiene bastante interés por ser una de las escasas aproximaciones literarias que se han hecho sobre la participación de los paises satélites de Alemania en la persecución de los judios durante la II GM, un tema apenas tratado hasta la fecha.

Cuando finalmente el famoso productor italiano Carlo Ponti decidió llevar al cine la novela de Gheorgiou en los años 60, ciertamente lo hizo a lo grande. Ponti logró montar una coproducción multinacional en la que se involucraron estudios de Francia, Italia y Yugoslavia, por lo que el film pudo contar con una riqueza de medios inusuales en las producciones europeas; incluyendo un reparto internacional en el que destacaba una estrella de Hollywood como Anthony Quinn.

Todo ello ayudó a que “La Hora 25” se convirtiera en una película de factura formal hollywoodiense, pero con alma netamente europea. La película se apoya sobre todo en la colosal actuación de Quinn como Moritz, en el que supuso uno de los más brillantes papeles en la carrera cinematográfica del gran actor mejicano. Quinn llena la pantalla en cada uno de los planos en que aparece, y dota de credibilidad y de una tremenda humanidad a un personaje nada sencillo de interpretar. Además, la película cuenta con un excelente plantel de secundarios, que cumplen a la perfección en sus papeles; asi como una brillante puesta en escena y ambientación que redondean la excelente factura del film.

Posiblemente, lo único que le resta brillantez al conjunto, e impide que esta película pueda ser considerada una obra sobresaliente es el aspecto narrativo del film. Tras una primera hora bastante buena, en la que asistimos a la presentación de los personajes y la injusta reclusión de Moritz en el campo de trabajo para judios, la segunda mitad de la historia no logra mantener el nivel de la primera. Da la impresión de que por rázones de síntesis argumental el guión tuvo que recortar sustancialmente importantes partes de la novela, de forma que los hechos que presenta en esa parte aparecen demasiado esquemáticos. Pasan muchas cosas en poco tiempo, de modo que el hilo argumental principal queda un poco desdibujado en esa parte. Pese a lo cual, el film vuelve a retomar el pulso en el último tramo de la historia, con el juicio a Moritz por sus labores de propaganda en favor de los alemanes, y el desenlace, un final semitrágico que sobrecoge por la carga emotiva que transmite al espectador, y que supone un excelente colofón a una buena película.

En definitiva, “La hora 25” es una pequeña joya cinematográfica que merece ser descubierta por todo buen aficionado al cine que no haya tenido ocasión de verla. Una película muy recomendable.

Calificación: 7/10

miércoles, 22 de octubre de 2008

El Secreto de Santa Vittoria (The Secret of Santa Vittoria)

El Secreto de Santa Vittoria (1969)

La caida del gobierno fascista de Mussolinni viene a alterar la tranquila vida del pequeño pueblo vinícola de Santa Vittoria. Por aclamación, los habitantes eligen como nuevo alcade a Italo Bombolini (Anthony Quinn), uno de los mayores borrachos del lugar, cuya principal preocupación será poner a buen recaudo la reserva de botellas de vino del pueblo, para evitar que caigan en manos de las fuerzas alemanas que se dirigen a Santa Vittoria. De este modo Bombolini, con la ayuda de Fabio y de su sufrida esposa Rosa (Ana Magnani) lograrán involucrar a toda la población local para engañar al destacamento alemán mandado por el capitán Von Proum (Hardy Kruger) acerca del destino del vino.

Basándose en el best seller homónimo de Robert Crichton, el director Stanley Kramer adaptó para la gran pantalla esta historia de ambiente Italiano. Como la acción de la novela se desarrolla en el pueblo real de Santta Vitoria, la idea inicial de Kramer fue filmar alli mismo las localizaciones de exteriores. Sin embargo, para sorpresa del equipo de producción, el pueblecito descrito en el libro resultó ser una moderna ciudad de gran extensión, por lo que no hubo otro remedio que buscar un sitio alternativo para el rodaje, que recreara la apacible villa vinícola descrita en el libro, siendo finalmente elegido el pequeño pueblo de Anticoli Corrado, que reunía todas las características necesarias para servir de ambientación a la película.

La película se apoya sobre todo en el carisma del duo protagonista, un Anthony Quinn que dota a su personaje de un punto histriónico (pero adecuado), y la siempre eficaz Ana Magnani en el papel de sufrida esposa. Hay que decir, por cierto, que la relación entre Quinn y Magnani fue bastante tensa, ya que no se soportaban mutuamente, lo cual vino bien para el rodaje dado que ambos actores interpretaban a un matrimonio separado y enfrentado por las aficiones alcohólicas del marido.

Desde el punto de vista cinematográfico, puede decirse que “El Secreto de Santta Vittoria” es un film de humor costumbrista italiano made in Hollywood. La película va subiendo el tono desde la comedia ligera inicial, hacia una mayor intensidad dramatica conforme se va acercando el desenlace, el cual es, posiblemente, lo mejor del film. Personalmente no he encontrado que la parte cómica resulte excesivamente interesante, pese a la buena interpretación de Quinn como el borracho alcade del pueblo. A mi modo de ver lo mejor del film es como muestra el juego del gato y el ratón que se establece entre Bombolini y el resto de la población con el capitán alemán por cuenta de descubrir donde se esconde el preciado vino, lo que se convierte en una cuestión de orgullo para ambos. No obstante, como digo, la parte cómica del film no acaba de convencer; y por otro lado, el desarrollo de la historia resulta algo plano y falto de ritmo, por lo que el film se deja ver con agrado aunque sin excesivo interés. Todo ello sin menoscabo de la más que cuidada ambientación y producción del film, que logra retratar bastante bien los lugares y personajes de la campiña italiana de la época, presentando a toda una galería de simpáticos personajes mediterraneos.

En resumen, “El Secreto de Santa Vittoria” es un film medianamente entretenido, de más que correcta factura, pero al que le falta algo más –especialmente en su parte cómica- para llegar a ser una gran película. Con todo, aunque solo sea por ver al gran Anthony Quinn en uno de sus personajes más característicos, merece la pena verse. Un film simpático y sin pretensiones que se deja ver con agrado.

Calificación: 5,5/10

martes, 14 de octubre de 2008

El Tren de la Vida (Train de Vie)

El tren de la vida (1998)

La acción nos sitúa en 1941, en una pequeña aldea judia de Europa central, cuyos habitantes comienzan a sentirse inquietos ante las noticias que les llegan acerca de las deportaciones masivas de judios que están llevando a cabo los nazis. Para escapar de ellas, Shlomo, el loco del pueblo, propone huir a Palestina con todos los habitantes usando un tren falso de deportación como tapadera para encubrir su huida. Tras ser aceptada la idea de Shlomo por parte del Rabino de la aldea, todos los habitantes del pueblo se pondrán manos a la obra para conseguir engañar a los alemanes y llegar a Palestina en tren para comenzar una nueva vida alli.

Pocos meses antes de que Roberto Begnini comenzara a rodar su brillante “La vida es bella” fue tentado por el director de origen franco-rumano Radu Mihaileanu para participar en su proyecto que iba a ser precisamente una aproximación al tema del holocausto en tono de comedia. La negativa del italiano a participar en el proyecto no sentó nada bien al Mihaileanu quien no dudó en alegar que Begnini se había inspirado en la idea de su film para escribir la historia de “La vida es bella”.

Sea como fuere, lo cierto es que ambas películas tienen ciertas similitudes, pero en esencia son dos films bastante distintos. La película de Mihaileanu adopta un tono narrativo próximo al “realismo mágico” del cine de Kusturica, manteniendo en todo momento un tono cómico pero con un trasfondo poblado de matices dramáticos acordes con la transcedencia del tema que se retrata. Lo mejor del film es, en mi opinión, la idea que sirve de punto partida al argumento y la delicadeza del humor del que hace gala, al tratar un tema de enorme sensibilidad como el del Holocausto. Sin embargo, a la película le falta algo más de gancho a la hora de contar la historia de la huida del tren y, en especial, le falta inspiración para crear unos gags más originales u ocurrentes. Aunque las situaciones estrambóticas se hilvanan con agilidad, en el mejor de los casos resultan más simpáticas que graciosas. Las reiteradas bromas a costa de la facción del grupo de judios comunistas, por poner un ejemplo, no resultan especialmente cómicas, sino más bien pueriles. Y aunque hay momentos en los que los diálogos destilan chispazos de fina ironía, en general la parte cómica del film resulta bastante convencional y previsible.

Pese a ello, hay que reconocer que la película está contada con cierta imaginación y ritmo, y que se apoya en unas buenas interpretaciones de su elenco de actores, lo cual hace que se vea sin especial emoción aunque con agrado. En resumidas cuentas, “El Tren de la Vida” es una comedia agradable, narrada con tacto y que se deja ver bastante bien, pero está muy lejos de la genial inspiración –tanto cómica como narrativa- de la que hizo gala Begnigni con “La Vida es Bella”. Pese a ello, es un film estimable y merece la pena verse.

Calificación: 5,5/10

miércoles, 1 de octubre de 2008

1941

1941 (1979)

Diciembre de 1941. La declaración de guerra de Japón a EEUU provoca que la fiebre bélica se extienda por todo el país. Mientras tanto, en la zona de Los Angeles una serie de personajes se verá afectado por la psicosis colectiva provocada por la posibilidad de que se produzca un ataque japonés. De este modo, el piloto de caza Wild Bill Kelso (John Belushi) perseguirá aviones japoneses por todas partes, mientras que Ned Beatty (Rick Moranis) un pacífico ciudadano verá instalada una bateria antiaerea en el jardin de su casa, y un coronel desquiciado trata de descubrir agentes infiltrados japoneses. Todo ello al mismo tiempo que un submarino japonés que lleva a bordo un oficial alemán merodea la costa californiana.

A finales de la década de los 70, la carrera de Steven Spielberg estaba en la cresta de la ola. El joven pero consagrado realizador ya se había hecho acreedor del título de “Rey Midas de Hollywood” tras lograr de manera consecutiva dos éxitos arrolladores en taquilla con sus films “Tiburón” y “Encuentros en la Tercera Fase”, logrando unas cifras de recaudación apabullantes y ganándose el favor del gran público. Reforzado por estos éxitos, Spielberg decidió experimentar en su siguiente proyecto en el terreno de la comedia, con el que iba a suponer su cuarto largometraje. La escritura del guión se encargó a Robert Zemeckis un prometedor guionista y realizador a quien Spielberg había apadrinado dentro de la industria de Hollywood y que era uno de sus mas estrechos colaboradores en aquella época. El guión de Zemeckis trataba de parodiar, inspirándose lejanamente en una serie incidentes reales acaecidos en la Costa Oeste norteamericana al comienzo de la guerra, la fiebre bélica que se había apoderado de buena parte de los habitantes de la zona durante las primeras semanas del conflicto.

El hecho de que 1941 se convirtiera en un relativo fracaso comercial (el primer revés de Spielberg en taquilla) ha hecho que esta película sea una de las menos recordadas de Spielberg, y que incluso algunos la hayan calificado como su obra “maldita”. La verdad es que este film es uno de los menos brillantes de Spielberg. A pesar de lograr algún gag acertado (como la autoparodia de “Tiburón”, en este caso con el submarino japones haciendo las veces de escualo) el cambio de registro radical respecto a sus películas anteriores no le sentó nada bien a Spielberg. Se nota que este domina a la perfección los aspectos técnicos de su oficio porque en la película hace un espectacular uso de los efectos especiales, manejo de cámara y planos, al tiempo que ofrece una generosa muestra de secuencias espectaculares y multitudinarias, pero tratándose de una comedia, a la parte cómica le falta mucha sustancia y se nota que en este terreno a Spielberg le faltaba la inspiración artística de la que habia hecho gala en sus anteriores films.

Viendo la película se nota que Zemeckis y Spielberg estaban influenciados en esta época por el tipo de comedia alocada de boga en los 70 (por ejemplo, “Desmadre a la americana”) y que era del gusto del público en aquella época. El problema es que ni el realizador ni el guionista fueron capaces de trasvasar dicha comicidad a la historia de 1941. Y, pese al hecho de que Spielberg pudo manejar la producción contando con muchos medios y un reparto plagado de actores cómicos de renombre como John Belushi (genial en su papel de desquiciado piloto de P 40) o Dan Aykroid, lo cierto es que el resultado fue decepcionante. La intención evidentemente paródica del film queda deformadada por la hipertrofia de gags, a veces demasiados forzados. El ritmo que imprime Spielberg a su obra es tan frenético y alocado como un sketch de dibujos animados, cosa que no permite desarrollar adecuadamente ninguno de los ejes argumentales, y no digamos ya los personajes. La acelerada sucesión de escenas alocadas, explosiones, efectos visuales deslumbrantes (como por ejemplo la secuencia de destrucción de la noria), más que ayudar a crear comicidad lo que causa es un efecto de saturación en el espectador, por lo que la parte humorística resulta en general fallida. Y ello pese a dibujar algún que otro gag acertado (como el P-40 repostando en la estación de servicio) pero demasiado aislado en el conjunto de una comedia tremendamente irregular. El mismo Spielberg admitió, años mas tarde que “Comprendí que nos habiamos pasado cuando en los pases previos vi que gran parte de público pasaba mucho tiempo tapándose los oidos”.

Por ello personalmente opino que 1941, fue un merecido varapalo comercial para Spielberg. Una comedia excesiva en muchos aspectos, aunque por su puesta en escena, y algún que otro gag desternillante no desmerece un visionado por el aficionado al cine en general.

Calificación: 5,5/10